Los caminos de la redención

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Los caminos de la redención

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Los desvelos de las autoridades locales por redimir del atraso y las penurias a los pobladores de Redención, en el municipio Minas, provincia Camagüey, han dejado huellas más que palpables.

El teléfono instalado desde 1980 para sólo 2000 personas que habitan en ese Consejo Popular, es una clara evidencia de que no están incomunicados, aunque el aparato no funcione.

Además, si le sumamos la construcción de un consultorio médico (sin facultativo) ubicado a 14 kilómetros del hospital municipal, nos daremos cuenta que la atención médica gratuita está garantizada de no morir el paciente durante su traslado a Minas.

Pero es tan elevado el espíritu crítico de los pobladores de Redención que se han quejado durante algo más de dos décadas por encontrar el culpable de tanto bienestar.

Porque como si no bastara con lo realizado por el pueblo hasta la fecha, se construyó el local de la planta telefónica, se instalaron los postes con el cableado y demás artefactos, y sólo resta conectar los equipos, determinar los pares, autorizar la línea y aguardar 20 años para empezar a comunicarse con el exterior, es decir, Minas o Camagüey.

Tal vez la solución de la ausencia de médicos en el consultorio requiera un tiempo más, pues todos conocemos la demanda que tienen en hermanas regiones de Bolivia, Venezuela, Timor Leste y otros sitios a donde aún no han llegado los privilegios de que gozan los pobladores de Redención.

Mientras el palo va y viene, la vaselina se endurece y la rana cría pelos, quienes necesiten enviar un mensaje desde esa localidad pueden acudir a las señales de humo, a las diligencia de coches tirados por caballos, o simplemente pagarle al delegado del Poder Popular en Redención para que actúe como correo de a pie, con el honroso título de corre ve y dile oficial.

En cuanto al facultativo y las medicinas, se pueden sustituir de forma provisional por curanderos a cuenta propia y otros sanadores autóctonos (duchos en la farmacopea verde), de tanta aceptación en el país para quienes no pueden ni mirar los estantes llenos de medicamentos del hospital Cira García (sólo para turistas y funcionarios acaudalados), el hotel Sevilla o el Habana Libre Trip.

Por todo eso y mucho más, decir que “La paciencia acaba cuando la espera se vuelve infinita, cuando nadie sabe dar una respuesta”, no es digno de una persona que ha sido redimida como el resto de los habitantes de Redención.