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HISTORIA Y EVOLUCION DEL USO DE LA ANESTESIA QUIRURGICA EN CUBA PARTE III

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HISTORIA Y EVOLUCION DEL USO DE LA ANESTESIA QUIRURGICA EN CUBA PARTE III Empty HISTORIA Y EVOLUCION DEL USO DE LA ANESTESIA QUIRURGICA EN CUBA PARTE III

Mensaje por El Compañero Sáb Jun 28, 2008 11:35 am

Uso de la anestesia por cloroformo

En un memorando titulado "Noticias concernientes a la Historia de la Medicina en La Habana". Remitido por el Dr. Nicolás J. Gutiérrez a la Academia de Ciencias Médicas, da cuenta, entre sus contribuciones originales -sin señalar la fecha-o la de haber sido el primero que empleó la anestesia por inhalación de cloroformo, obtenido por el Dr. Luís Le Riverend, para la ablación de un cáncer en un pecho a la señora hermana política del Conde de Fernandina. Algunos historiadores la fijan en 1851; sin embargo, nuestras investigaciones nos llevan a afirmar que la aplicación tuvo lugar entre el 26 de Enero y el 13 de Febrero de 1848.

No existe en la literatura médica ni en los diarios de la época, informes de esta operación. Quizás el Dr. Gutiérrez, por tratarse de una persona prominente, omitió por cuestiones de prejuicios el dar a conocer públicamente el reporte del caso, lo que explica, ratificando nuestro criterio, que cuarenta años más tarde, cuando cesaron los motivos que le impidieron hacerlo, brinde la noticia con el nombre de la paciente, como garantía de veracidad, para salvar a la historia lo valedero de su aporte. Y tanto es así, que en 19 de Mayo de 1848, en una comunicación sobre una amputación realizada bajo anestesia por cloroformo expresa:

"Una Sra. a quien hice aspirar el cloroformo para la extirpación de un tumor de uno de los pechos, dio algunos quejidos y articuló algunas palabras; sin embargo, dijo después que no había experimentado dolor alguno, y que recordaba solamente haber sufrido el disgusto o angustia que experimentan los que están bajo la influencia de una pesadilla".

Esto nos hace suponer que es el caso que refiere el primero en que se hizo inhalar cloroformo para producir anestesia quirúrgica.

El día 23 de Enero el Dr. Luís Le Riverend obtiene el cloroformo, y el 26 entrega al Dr. Gutiérrez una porción para que lo use en el primer caso que se le presente. Y el 13 de Febrero se manifiesta en el Diario de la Habana que se ha comenzado a hacer uso del cloroformo en esta Ciudad. De aquí que afirmemos que es en este lapso de tiempo en el que tuvo lugar la primera aplicación de la anestesia por el cloroformo, es decir tres meses después que Sir James Young Simpson la dio a conocer a la Sociedad Médico-Quirúrgica de Edimburgo.


La descripción de los síntomas objetivos de la anestesia por cloroformo se hace por primera vez por Ramón Zambrana, cuando da a conocer la ligadura de la arteria femoral derecha, practicada por José Atanasio Valdés el 8 de Marzo de 1848, en los siguientes términos:

"Pero hay más en este brillante caso de nuestras glorias médicas. El cloroformo aplicado al paciente produjo en cortos momentos la insensibilidad en lodo el cuerpo, y en vez de aquél exhalar ayes lastimeros mientras se operaba, prorrumpió en cantos alegres, pero sin la exageración del delirio exaltado. El cloroformo produjo sin duda una embriaguez análoga a la que ocasionan algunas plantas de las familias de las solanáceas. El enfermo, repito, no experimentó el menor dolor, no tuvo conciencia de la operación hasta que pasados algunos instantes de quitado el cloroformo de las narices, se disipó la acción de este agente precioso, inapreciable, y entonces sólo percibió un ligero ardor insignificante".

La primera observación de muerte por cloroformo, -el Dr. Gutiérrez no la admite como tal-- quizás si ante la perspectiva de que los médicos puedan atemorizarse de su uso y priven a la cirugía y a los enfermos de este precioso recurso. Así, después de hacer una detallada exposición de como se produjo la muerte, afirma que no debe colocarse en el número de las que han tenido lugar en el extranjero, sin que se noten las circunstancias que le acompañaron. En nuestro criterio el enfermo muere en un síncope vascular periférico, intoxicado por exceso de anestesia. Veamos el caso:

“…y se le hizo inhalar cloroformo; antes de dos minutos estaba en un completo estado de insensibilidad en el cual permaneció durante casi toda la operación, y sólo al ligar las arterias dio algunos quejidos y profirió algunas palabras. El encargado de aplicarle este líquido volvió a hacérsele respirar repitiéndose el estado de estupor, pero entonces el pulso se fue perdiendo, el cutis se enfrió, el semblante, antes pálido y cárdeno alrededor de los párpados y otros puntos por efecto de la caída, se desfiguró más y se puso más lívido; la respiración se hacía lentamente y con trabajo y la entrada de aire por las fosas nasales, dilatadas sus aberturas por la separación exagerada de las alas de la nariz, como se verifica en los que sufren el asma, se hacía con fuerte silbido; cóncavas las sienes y cubierta de sudor la frente el enfermo parecía estar en los últimos momentos de su existencia. .. Un poco de amoníaco aplicado a la nariz reanimó algo al enfermo, abrió los ojos, res­piró mejor y quiso articular algunas palabras, pero volvió a caer prontamente en el estado anterior, sin que la continuación del álcali respirado y frotado la región precordial, las friegas secas en el cuerpo los epipásticos, el calor en la extremidad sana, el martillo de Mr. Martín y algunas pequeñas cucharadas de vino y cordiales que pudo tragar con algún trabajo produjesen resultado alguno, falleciendo como una hora después de operado ...

Este caso desgraciado no puede servir de motivo para desistir del uso del cloroformo, privando así a los pacientes y a la cirugía de un método precioso, que bajo ciertas reglas y preceptos, con algunas excepciones que el estudio y la práctica vayan enseñando, dará en lo adelante brillante resultado


Entre los operados con anestesia por el éter no figura ninguno del Dr. Nicolás J. Gutiérrez; en cambio, entre los de cloroformo está la ligadura de la arteria ilíaca externa izquierda, ejecutada el 7 de abril de 1848, en la cual, a pesar de haberse negado al principio el Dr. Castro a usar el cloroformo porque no la creía dolorosa, accedió al fin. Lo que ratifica nuestra opinión de que Castro tenía una mente abier­ta a toda innovación, a todo nuevo descubrimiento o teoría. En el caso del Dr. Gutiérrez hay que suponer que le mereciera mayor estimación este agente, que le inspiraba más confianza, porque era un descubrimiento europeo.

Desde 1848 hasta 1916, el anestésico preferido fue el cloroformo. La influencia de la medicina europea, y muy especialmente la francesa, era decisiva entre nosotros. Gutiérrez abrió la emigración hacia Francia y su ejemplo fue imitado por las generaciones médicas que le siguieron. Unos a perfeccionar sus estudios. Otros se decidían por cursar íntegramente la carrera en París. De aquí que todos nuestros conocimientos médicos tengan un carácter especial, el que le ha impuesto la Escuela de París, de la cual hemos recibido todo impulso. De ella salieron los textos en que estudiaron allá o aquí nuestros médicos. Borrero considera nuestro cuerpo médico como una colonia de aquella metrópoli intelectual. Así se explica claramente que el cloroformo haya mantenido durante tanto tiempo su hegemonía porque Francia lo siguió prefiriendo, inclusive en contra de acuerdo tan señalado como el tomado por la Academia de Medicina de Lyon en 1857, y no es hasta las postrimerías del Siglo XIX que comienza a recibir el ataque de sus adversarios y que emprenden aquéllos que se educaron en Estados Unidos, por ejemplo Carlos J. Finlay, quien practicó la oftalmología antes de dedicar su vida científica al descubrimiento genial de comprobar experimentalmente que el mosquito era el agente transmisor de la fiebre amarilla. Finlay se produce siempre en favor del éter y afirma que no administra cloroformo más que cuando es absolutamente indispensable, y para apoyar su tesis declara en 1884 que en los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania se usa más el éter que el cloroformo y sólo en Francia se da preferencia a este último.

La cirugía de 1848 a 1878. Comienzo de la cirugía moderna

Desde 1848 hasta 1878, cese de la guerra independentista de los Diez Años, el arte quirúrgico progresa muy lentamente. A los primeros éxitos sucedió un estancamiento porque Cuba tuvo que permanecer alejada del movimiento científico debido a su lucha por la libertad. La juventud cubana vivía deportada, en la lucha conspirativa y más tarde en los campos de batalla. Todo parecía sumido en un ambiente negligente, al extremo de que en 1860 la situación que vivía la clase médica y el estudiantado se describe como de abandono, despreocupación y falta de interés y estímulo.

En una comunicación que dirige Juan G. Havá a la Sociedad de Emulación Médica de París, refiriéndose a nuestro ambiente intelectual en esa fecha escribía: "Cuando una escuela no quiere pasar por el dolor de ver a sus discípulos desertar de sus bancos, debe tratar, ante todo, de ponerse al nivel de los más adelantados, donde afluyen con razón todos los que pueden hacerla. ¿Y cómo se consigue esto? La cosa es fácil en verdad. Haciendo hospitales donde pueda ofrecérsele al pobre todos los recursos que reclaman sus dolencias, al mismo tiempo que se ofrece al discípulo un teatro más extenso a sus especulaciones científicas; abriendo anfiteatros donde la juventud pueda encontrar los elementos necesarios para aclarar sus duda y descubrir o arrancar nuevos secretos con que enriquecer la ciencia; dejando en plena libertad la noble aspiración del profesorado intra y extra universitario, para que haya estímulo que empuje al hombre al trabajo y al ilustre de su patria; haciendo posible las publicaciones científicas, que mueren en Cuba por falta de materiales positivos y por exceso de poesía, a cuya deidad se sacrifica lodo".
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