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HISTORIA Y EVOLUCION DEL USO DE LA ANESTESIA QUIRURGICA EN CUBA PARTE V

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HISTORIA Y EVOLUCION DEL USO DE LA ANESTESIA QUIRURGICA EN CUBA PARTE V Empty HISTORIA Y EVOLUCION DEL USO DE LA ANESTESIA QUIRURGICA EN CUBA PARTE V

Mensaje por El Compañero Sáb Jun 28, 2008 11:37 am

La anestesia en cirugía ocular

La historia de la oftalmología comienza entre nosotros en 1848, con la inauguración de una sala de las enfermedades de los ojos en el Hospital Militar de San Ambrosio, bajo la dirección del doctor González Morilla autor, además, de la primera obra publicada sobre esta materia en Cuba. Pero no es hasta 1875, con el doctor Santos Fernández, a quien debe la historia: de la anestesia en Cuba grandes contribuciones, que la especialidad adquiere gran relieve, y muy particularmente la práctica de la anestesia y la analgesia ocular.

Su primer trabajo se publicó en 1879 y lo tituló "De la anestesia en la cirugía ocular". En este artículo hace una revisión histórica del descubrimiento de la anestesia, señalando a Jackson como el primero que tuvo la idea de aplicar el éter como anestésico en 1846. Sugiere el empleo de una mezcla de gases de éter y cloroformo, y refiere haber usado una mezcla de óxido nitroso y cloroformo, sin resultado. Mencionó las tentativas sobre anestesia local llevada a cabo por Hardy en Irlanda, la modificación de la técnica de Richardson por Letamendi y el empleo sin resultado de la rogolina. Se adhiere al criterio de Richardson, que en la anestesia por cloroformo, mientras la respiración persista, no está comprometida la vida, porque es el último moriens y agrega que por eso establece la vigilancia, más bien que sobre el pulso, que no descuida, sobre la respiración, para lo cual pone al descubierto el epigastrio del paciente, cuya constante inspiración le permite seguir y apreciar en todos sus detalles las alteraciones que sufre esta función.

En las conclusiones señala, y es la primera vez, que la anestesia debe confiarse a una persona práctica, es decir, aboga por e! anestesista. Prefiere el cloroformo al éter, por el método de inhalaciones bruscas y prolongadas. Considera que el embarazo no es una contraindicación y se pronuncia, en fin, contra los que exageran las medidas restrictivas para el uso de la anestesia en cirugía ocular.

El doctor J. Santos F Fernández terminó sus estudios en la Universidad Central de Madrid y se consagró por completo a la especialidad de Oftalmología; fue primer ayudante en la Clínica del eminente Profesor doctor Galezowski y ejerció una indiscutible y profunda influencia sobre la medicina cubana durante el último cuarto del siglo pasado y primera década del actual. Discípulo de la Escuela Francesa, fue un defensor ardiente de la anestesia por el cloroformo, lo que contribuyó a hacer de este agente el predilecto entre los cirujanos hasta 1916.

Sus trabajos prueban con qué exigencia defendió el cloroformo del ataque de sus adversarios, entre otros podemos señalar: "La anestesia por el cloroformo en los individuos afectados del corazón", "Del síncope clorofórmico en las operaciones de los ojos", en el que afirma que es posible que estos accidentes puedan prevenirse y que cuando ocurren dejan gran esperanza de salvación; "Reflejo palpebral en la anestesia por el cloroformo", de cuyos signos afirma haberse servido durante dos años, con el cual se ha puesto a cubierto en lo que es posible de los peligros que encierra el indispensable cuanto comprometido acto de la anestesia quirúrgica. En la discusión de este trabajo, Finlay refutó su valor considerándolo además peligroso, pronunciándose a favor de la anestesia por éter. El doctor Gutiérrez, que acababa de regresar de los Estados Unidos, donde había sido sometido a una intervención quirúrgica, recomendó que se usara el protóxido de ázoe que le fue suministrado como anestésico, conviniendo el doctor Santos Fernández en que efectivamente era menos peligroso y más rápido en su acción, pudiendo suspenderse ésta y desaparecer sin tardanza sus efectos. El había ya usado el óxido nitroso en las operaciones de los ojos en 1879, es decir, un año antes de su total reivindicación cuando fue aceptado Kikovich, famas tocólogo de San Petersburgo, siguiendo el método preconizado por James Fax para reemplazar el éter y al cloroformo en las intervenciones de Obstetricia y Ginecología.

El protóxido de ázoe tiene también entre nosotros una historia interesante, pues en 1823 tocó a nuestras playas un charlatán norteamericano con el objeto de hacer demostraciones públicas de los efectos que en los individuos producía la inhalación de este gas. José Antonio Saco, ilustre erudito, escribió unas observaciones en interés de evitar se sorprendiera la credulidad pública, con mengua de la civilización cubana. En este documentado artículo se reproducen las manifestaciones que hiciera Humphry Davis cuando lo respirara por primera vez en 1789. Saco ofreció públicamente repetir estos experimentos y en cumplimiento de esta promesa inhaló e hizo inhalar a algunos individuos repetidas veces el gas, declarando que sus efectos variaban según la constitución de los individuos sometidos al experimento.

"En unos produjo un desfallecimiento tan general, que a pocas inspiraciones más habrían dado en tierra: en otros, una excitación acompañada de risas y saltos alegres; y en otros cólera y carreras, descargando fuertes golpes con las manos en los objetos que encontraban. Notóse en todos, que desde las primeras inspiraciones comenzaban a cambiar de color, a palidecer, y a adquirir una sombra más o menos lívida; pero algunos no permanecieron en este estado, particularmente aquéllos que se encolerizaban, pues su rostro tomaba un color muy encendido hasta que volvía a su estado natural".

Entre nosotros se usó el protóxido de ázoe por el Profesor Dentista doctor Guillermo Tinker, quien comunicó en el año de 1863 a la Academia de Ciencias, algunos experimentos realizados con él, como anestésico. Es decir, el mismo año en que Colton llegó a New Harven para repetir las demostraciones que desde hacía más de 17 años verificaba con el gas hilarante, y que en esta ocasión decidió al doctor J. H. Smith a ensayarlo de nuevo para iniciar así su reintroducción como agente anestésico.

Santos Fernández fue el que primero aplicó la anestesia por cocaína en la cirugía ocular, introdujo la estovaína en 1905, la alipina en 1,906, así como las inyecciones subconjuntivales de cocaína, de la cual presentó un trabajo en la Sociedad de Estudios Clínicos en 1895, resumiendo sus experiencias en las siguientes conclusiones:

La anestesia ocular por la cocaína ha realizado uno de los progresos más tangibles en la cirugía oftálmica. Las inyecciones subconjuntivas de cocaína permiten practicar sin dolor alguno, gran número de intervenciones; y cuando se pueda llegar a dosis de 5 a 10 ctgr., será posible la analgesia en todos los casos, por lo que a este fin deben dirigirse los ensayos sucesivos.

Santos Fernández escribió la historia de la anestesia desde 1870 a 1910.

Finlay prefería el éter y Guiral se declaraba partidario de las inyecciones subconjuntivales sistemáticamente para obtener la anestesia en las operaciones de catarata.

El resto de los oculistas se dedican sólo a emplear la anestesia por cloroformo en casos excepcionales, para no exponer a los enfermos a accidentes que pudieran ser fatales.

Anestesia y analgesia en obstetricia

El Dr. Martínez Fortún cita en su "Contribución al estudio de la historia de la Cirugía en Cuba en el siglo XIX" que Tomás Torrado usaba el cloroformo en los casos de parto en 1847. Seguramente la fecha está equivocada, porque habiendo sido, como reconoce él mismo, el doctor Nicolás J. Gutiérrez, quien lo usó por primera vez, no podía el doctor Torrado emplearla en fecha anterior a la de Gutiérrez, que, como hemos demostrado, fue en 1848.

No existe en toda la literatura médica cubana ningún artículo que nos hable especialmente de la anestesia en el parto hasta 1878, en que se publica por el doctor Reyes Zamora, una memoria dedicada a la Academia de Ciencias que tituló "La semianestesia en el parto natural fisiológico", en la que se hace eco del método de Simpson, desarrollado en Francia por CampbeI. El narcotismo -explica­- de que tenemos necesidad para conseguir el objeto está exento de peligro, pues se reduce a sumergir a la parturienta en un estado de sopor intelectual y nervioso, sin llegar jamás a la pérdida completa de la conciencia, porque basta este estado para abolir la percepción del dolor (analgesia), sin que las contracciones de la matriz, causa de ellos, sean atenuadas. Recomienda emplear el cloroformo con el consentimiento de la parturienta, administrándolo por pequeñas dosis y progresivamente al comenzar cada dolor, suspendiéndolo cuando éste haya cesado, dándole preferentemente en el período de la expulsión y en forma moderada de manera que produzca un sueño silencioso y tranquilo que pueda prolongarse hasta tres horas consecutivas, sin inconveniente alguno para la paciente.

En 1901, el doctor Miguel Orellano reporta haber empleado la anestesia quirúrgica por cloroformo en más de 100 partos normales sin el más pequeño contratiempo.

En 1907 el doctor González Mármol usa de la raquianestesia lumbar por la estovaína en Obstetricia, recomendando una dosis de 4 cgr para lograr una anestesia eficaz.

Como resultado de los ensayos efectuados por el Profesor Ribemont en el Hospital de Beajoun, de París, con la tocanalgina, se introduce en nuestro medio en 1914 esta droga, por el doctor Tomás Hernández, que a la sazón se encontraba en Francia, donde conoció de estos ensayos, enviándonos algunas ámpulas -la primera inyectada por el doctor Bustamante- propagando su uso el doctor Eusebio Hernández en un artículo que tituló "El parto consciente sin dolor". El doctor Julio F. Arteaga sostuvo que a pesar de esto, él seguía prefiriendo el sueño crepuscular, usado por primera vez en 1902 por von Steinbuchel of Graz.

En mayo de 1915 publica el doctor Ernesto R. de Aragón su trabajo “Contribución al estudio de la analgesia en Obstetricia: Nueva fórmula medicamentosa la sedantina". Después de ensayarla experimentalmente en animales, se decide a empleada en gestantes, y con una casuística de 19 casos, da a conocerla recomendando su uso al cuerpo médico. La sedantina es una fórmula original que pretende asociar diversos productos a la escopolamina, sustituyendo la morfina por la heroína, y adicionando la atropina como antídoto de los medicamentos narcóticos y sedantes del cuello uterino y la esparteína como estimulante del aparato circulatorio


En el IV Congreso Médico Nacional celebrado en 1917, el doctor Gustavo Cuervo Rubio hace una revisión, la más completa publicada hasta ese momento sobre esta materia. En él discute el valor de las distintas drogas y agentes que se han venido usando tanto en nuestro medio como en el extranjero, declarando su preferencia entusiasta por la anestesia por el óxido nitroso, administrada con el aparato de Mc. Kesson.

Afirma haber usado el hidrato de cloral con resultados satisfactorios distintas veces, para disminuir la excitabilidad y los dolores del primer período, continuando con gas en los dos restantes. Respecto a la raquianestesia con estovaína, se adhiere al criterio de Recasehs que la condena, acusándola de perturbar la marcha del parto. Del sueño crepuscular y de la sedantina, cuyos efectos considera similares, declara que dista mucho de ser inofensivo y que está muy lejos de portarse neutral en cuanto a la marcha del parto. Combate enérgicamente la tocanalgina afirmando que el propio doctor Bustamante se desilusionó con este producto, comprobando en su práctica que los fetos nacían cianóticos y que es inexacto que el poder tóxico de la morfina fuera suprimido por la adición de ciertos fermentos, e incierto su poder ocitócico. Prefiere el éter al cloroformo, y aunque considera que no está resuelta aún la analgesia obstétrica, piensa que sería muy ventajoso ensayar el sistema empleando óxido nitroso y anestesia perineal, para subsanar el punto débil de este anestésico, la frecuencia de las roturas perineales, aunque la usó en un solo caso con resultado incierto.

En 1927, el doctor Luís Hevia introduce el método de Gwathmey para aliviar el dolor en el parto, según la técnica empleada en el Hospital de Maternidad de New York (Lying-in Hospital), inyecciones de sulfato de magnesia y morfina asociado a instilaciones rectales de una mezcla de éter y aceite de oliva.

En una revisión sobre la sinfisiotomía subcutánea, el doctor Ortiz Pérez, en 1925, refiere que se usan preferentemente dos anestésicos: la novocaína y el éter, pero que él se decide por esto último.
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