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A 50 AñOS DEL TOTALITARISMO EN CUBA

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A 50 AñOS DEL TOTALITARISMO EN CUBA Empty A 50 AñOS DEL TOTALITARISMO EN CUBA

Mensaje por El Compañero Lun Ago 04, 2008 2:33 pm

Que mejor manera que comenzar este topico que se enfocará en la historia del regimen de Castro desde su llegada al poder hasta el presente que incluyendo algunos breves pasajes e información sobre el fascinante libro que la amiga Mayra nos ha traido al foro: La Isla del Dr. Castro. Ya parece el libro ha provocado ciertas 'reacciones' adversas, efectos secundarios de los que son alergicos a la critica.

Hago esto con el permiso de Mayra.

Saludos cordiales,

El Compañero.

--

El Nuevo Herald
10 de septiembre de 2000

La Isla del Dr. Castro

Dos periodistas franceses destacados en Cuba durante cuatro años,
describen en un libro que resuena en las librerías francesas las condiciones
de vida en Cuba, y en un análisis plantean qué puede pasar y cómo se
contempla el camino hacia el postcastrismo.

Así se sobrevive en Cuba

Las penurias cotidianas de un pueblo que vive entre el
magro suministro de la cartilla de racionamiento y el
mercado negro

CORINNE CUMERLATO y DENIS ROUSSEAU
© EDITIONS STOCK, 2000

''¡Quiero engordar veinte libras y casarme!''. A los
veintiséis años, Odalys no tiene otros deseos por
el Año Nuevo. Sin duda alguna, Cuba es uno de
esos raros países donde uno halaga a una mujer
cuando le dice que ha aumentado algunas libras en
sitios estratégicos. Aquí, a la gente le gustan las
curvas. El aspecto esquelético es bueno para los
muertos de hambre. La sensualidad tropical no
combina bien con las penurias cotidianas, que han
transformado la vida del ama de casa cubana en un
verdadero infierno. Desde bien temprano en la
mañana, todo el mundo tiene un solo pensamiento:
cómo llenar los platos de la familia. ''No es fácil'',
es la frase que dicen los cubanos a cada
momento.

La revolución pensaba establecer un orden perfecto
y se vanagloria siempre de garantizar el mínimo
vital con su famosa libreta: la cartilla de
racionamiento, que existe desde 1962. Una
treintena de productos básicos para el hogar,
desde el arroz al jabón, pasando por el aceite y la
pasta de dientes, son distribuidos en modestas
cantidades. En la realidad, los estantes de las
bodegas que aseguran la distribución de esos
productos subvencionados, están
desesperadamente vacíos y sucios, a pesar de los
rimbombantes lemas pegados en las paredes que prometen eficiencia y buen
servicio a los clientes... Una decena de pomos de compota de guayaba para
niños, alineados en los entrepaños bamboleantes, algunos sacos de arroz
procedentes de una donación humanitaria, colocados a ras del piso: eso es
prácticamente todo lo que ofrece la bodega de la calle 84 en Miramar. Cuando
llegan el jabón o el aceite, productos particularmente escasos, la ''radio bemba''
se encarga de propagar la buena noticia y la cola se forma instantáneamente.

Cada semana, la prensa local repite como un salmo las previsiones para la
distribución alimentaria barrio por barrio: ''La distribución de medio litro de aceite
por persona continúa en los barrios de Boyeros, Cotorro y Guanabacoa'', informa
Tribuna, del 25 de enero de 1998. Durante la semana, se prevé la distribución de
una libra de ''picadillo texturizado'' (un remedo de carne molida), media libra de
carne de res, media libra de mortadella. ''Debido a la escasez de huevos, fue
imposible el aprovisionamiento de los mismos la semana pasada, pero se
reiniciará esta semana...''.

Entre los múltiples retrasos y las infinitas penurias, de huevos, de tubérculos, de
sal -el colmo del absurdo puesto que esto es una isla-, la letanía de alimentos
fantasmas se desgrana en la radio semana tras semana. Por otra parte,
aseguran los jocosos cubanos, el propio Papa se preocupó por esto
preguntándole al mismo Castro durante su visita en enero de 1998: ''Vamos, hijo
mío, tienes que tener un buen gesto con todos estos buenos cubanos. -Está
bien, conviene el Máximo Líder, voy a darles un pollo al mes por la libreta de
racionamiento. -Vamos, vamos, hace falta algo mejor que eso, le contesta el
Papa. -Está bien, por ser usted: un pollo a la semana, el domingo -Ah, hijo mío,
qué bien... y como te veo tan bien dispuesto, voy a confiarte un secreto: ¡Dios no
existe!... -¡Cómo es posible, Santidad, que usted me diga una cosa semejante!,
se asombra Castro, aun cuando poco escandalizado. -Pues sí, te aseguro que
Dios no existe... le confirma el Papa moviendo la cabeza. A lo cual responde
Castro: -Pues bien, confesión por confesión: ¡los pollos tampoco existen!''.

El ama de casa cubana está perpetuamente
a la caza del tercer ingrediente que le
permitirá mejorar la comida diaria que se
reduce, en el mejor de los casos, al binomio
arroz y frijoles colorados. A veces, algunos
deben burlar el hambre sólo con un simple
vaso de agua con azúcar prieta o un poco de
mayonesa barata untada en un pedazo de
pan. En su obra de teatro titulada Pastel, la
actriz Ana María Blanca de Agüero Prieto
coloca en escena a una madre y su hija que
sueñan con el día en que puedan reunir por fin todos los ingredientes necesarios
para hacer una torta. Cuando tienen los huevos, les falta la leche y la harina.
Cuando finalmente tienen la harina, ya se les acabó el azúcar. Esto dura horas
y, por supuesto, la tensión aumenta, cada una acusa a la otra de comer más de
lo que le toca... Es algo a la vez sórdido y divertido. Una verdadera escena de
familia...

Con apenas medio litro de aceite de cocina dos veces al año, tres kilogramos de
arroz al mes por persona, siete libras de azúcar, solamente la mitad de ellas
refinada, 80 gramos de pan diarios, una libra de frijoles, dos kilogramos y medio
de papas, 12 huevos y 380 gramos de café, mitad café verdadero y mitad otro
tipo de grano, el racionamiento cubano no brinda nada más con qué subsistir.
Cuando más asegura el mínimo vital para unos 10 días al mes. Y con todo, su
composición dista mucho de garantizar un buen equilibrio dietético, debido a que
ciertos elementos nutritivos esenciales, como las proteínas o el calcio, están
prácticamente ausentes. Por ejemplo, la leche -sólo en polvo- está reservada a
los niños de menos de siete años y a las personas de edad. Igual sucede con el
pollo, un cuarto por persona... La leche se puede suministrar también por receta
médica, si hay suficiente abastecimiento. Paradójicamente, casi nunca hay
pescado en la mesa. Las langostas y camarones se exportan: ¡el interés
nacional lo exige! Los cubanos se contentan de vez en cuando con un poco de
pescado congelado de tercera categoría, importado expresamente de Chile para
el consumo interno.

Los científicos de avanzada del centro de ingeniería genética y de biotecnología
de La Habana crearon también un plato muy singular: la tilapia transgénica. Una
pequeña carpa de agua dulce que gracias a sus manipulaciones crece dos
veces más rápido, dándoles a los cubanos el dudoso privilegio de ser los
primeros en el mundo en consumir un animal genéticamente modificado. De
todas formas, en estos tiempos de penuria, sería inadecuado lamentar el pargo o
la rabirrubia que abundan en las costas cubanas...

Según el último informe de la FAO (octubre de 1999) la situación alimentaria en
la isla se ha deteriorado en una ''proporción alarmante'', ya que el 19 por ciento
de la población está subalimentada, en comparación con un 3 por ciento a
comienzos de los años 80. Así y todo, nadie se muere de hambre en Cuba. Pero
diez años después de la desaparición del Gran Hermano de Moscú, la población
tiene que enfrentar una de las más graves crisis alimentarias que haya tenido
nunca. Las propias fuentes cubanas reconocen que la ración diaria, que se
acercaba a las 2,900 calorías por día en los años 80, se ha reducido
aproximadamente un 30 por ciento. Las proteínas y las grasas son lo que más
falta en la dieta cubana. Las carencias alimentarias han provocado incluso
epidemias de trastornos oculares.

A pesar de los loables esfuerzos, como la creación de huertos en las ciudades,
la producción agrícola, siempre prisionera de un minucioso centralismo, está
muy lejos de responder a las necesidades del país. Por ende, el Estado tiene
que comprar en divisa fuerte lo que necesita. En 1999 tuvo que gastar casi $120
millones solamente para garantizar el aprovisionamiento de arroz de su
población. Después, el arroz se revende a la población, con pérdidas
descomunales para las arcas estatales, a precios veinte veces menores en el
marco del racionamiento: 0.50 centavos de peso cubano el kilogramo importado
por 0.50 de dólar, es decir, el equivalente a 10 pesos al cambio real.

Es difícil imaginar hasta qué punto la economía cubana ha dependido de las
subvenciones del campo socialista. Desde la desaparición de la URSS, los
cubanos han tenido que rendirse a la dramática evidencia: además de vivir, no
hicieron prácticamente nada con los rublos que irrigaban el país desde hacía
treinta años. Detrás de la caída de 38 por ciento de su PIB de 1990 a 1993, se
esconde la total desorganización de todo un sistema de producción. Para darle
una apariencia de dignidad a esta debacle y lanzar sobre otros la
responsabilidad, como es costumbre, las autoridades inventaron el concepto de
''doble bloqueo'': el embargo norteamericano agravado por la desaparición de los
subsidios soviéticos...

Por ejemplo, en 1988, Cuba producía dos millones setecientos mil huevos, un
alimento básico del régimen alimentario. ''Había tantos, -recuerda con malicia
una antigua militante de la Juventud Comunista-, que se los tirábamos a los
''contrarrevolucionarios'' en los mítines de repudio...''. En la actualidad, a falta de
alimentos compuestos en cantidad suficiente (las materias primas para su
fabricación deben importarse), las gallinas cubanas son incapaces de cumplir
los planes de producción.

Claro, incluso en el país de Fidel, apóstol de la redistribución socialista, todo el
mundo no está bajo la misma bandera. Vale más vivir en La Habana que en las
provincias del interior. La libreta de racionamiento en la capital es ligeramente
más generosa y las bodegas están menos vacías allí. Las autoridades han
desconfiado siempre de los riesgos de resbalones en una capital considerada
siempre como más revoltosa y que concentra el 20 por ciento de la población
total de la isla. Y, además, vale más tener un tío en Estados Unidos.

Gracias a los fulas -el billete verde que recibe
de los miembros de su familia exiliados- el
cubano puede al fin acceder al mundo
maravilloso de la shopping, el antro del
consumo capitalista. Hace apenas tres años,
las diplotiendas (supermercados del Estado
donde se vende en dólares) se ocultaban
detrás de viejas cortinas grasientas, vestigios
de la época en que sólo se admitía allí a
residentes extranjeros y diplomáticos. Los
cubanos, por su parte, eran amablemente
interceptados a la entrada, reducidos a la humillación de pedirle a un extranjero
que tuviera a bien comprarles una pastilla de jabón o un litro de aceite.
Bautizadas por la burocracia tropical como Tiendas de Recaudación de Divisas
(TRD: literalmente, tiendas de recuperación de divisas), las tiendas en dólares
proliferan ahora en los cuatro puntos cardinales de la isla, mostrando sin
complejos en la capital cristales ahumados y puertas con adornos metálicos.

Objetivo claramente enunciado: recopilar el máximo de los dólares que reciben
los cubanos procedentes de sus familias. Un maná estimado en 1998 en
aproximadamente 1,000 millones, lo que representa la primera entrada de divisas
del país, muy por encima del turismo o el azúcar. La estrategia comercial es
simple y eficaz. Se reduce la oferta en el mercado en pesos (en el cual la
inflación no existe) y se desarrolla la venta de productos en dólares. Bajo el
aspecto de sociedad de consumo emergente, los reflejos burocráticos han
dictado sus propias leyes: por favor, deje su bolsa a la entrada; la entrada puede
ser interrumpida porque es necesario que los empleados puedan tener vigilado a
todo el que está en la tienda; si paga en la caja con un billete de $50.00, le
tomarán el número del billete y el de su documento de identidad; finalmente, no
olvide enseñarle el carrito con todas sus compras y el vale de pago al guardia
apostado a la salida. Aunque los productos a la venta son en general de
bastante mala calidad, se puede encontrar un poco de todo, desde productos
alimentarios hasta equipos de sonido, pasando por ropa y zapatos, artículos
para el hogar, productos de higiene y belleza, algunos muebles...

Para un cubano criado entre la libreta y la bodega, así y todo esto constituye
un choque. Consumidor poco experimentado, se encuentra como un niño en una
cueva de Alí Babá. Se extasía delante de la menor fruslería y siempre comenta
los precios, exorbitantes para asalariados que sólo ganan una decena de dólares
al mes, veinte dólares si son muy calificados...

A pesar de la frustración que estas tiendas suscitan, a los cubanos les encanta
pasearse por ellas, tal como si se deslizaran por las satinadas páginas de las
revistas que los turistas de paso dejan tiradas y con las que también se vuelven
locos.

Sin el mercado negro, los cubanos no lograrían sostenerse. ''Es una fuente de
vida, un cordón umbilical'', reconoce Laura mientras compra leche en polvo para
su hija que acaba de cumplir ocho años y ya no tiene derecho a la ración
mensual a precio subvencionado. Si tuviera que comprarla en el supermercado,
gastaría la mitad de su salario ($5.80 el kilogramo). En la calle, es mucho más
accesible. El mercado negro no surgió súbitamente en el momento del Período
Especial en Tiempos de Paz decretado por Fidel Castro al día siguiente de la
desaparición del muro de Berlín.

Todos juran por lo más sagrado que fueron los propios soviéticos los que
introdujeron en la isla ese comercio poco ortodoxo. Pero para paliar la penuria y
las insuficiencias del mercado estatal, los cubanos desarrollaron rápidamente un
gran sentido para resolver sus problemas. Hombres, mujeres, niños, de todas
las edades, de todo color, recorren las ciudades y los campos en su bicicleta a
la que le han adosado una caja plástica que muchas veces contiene tesoros
insospechados. Discretos, pero sin precauciones excesivas, van de puerta en
puerta, toman nota de los pedidos de cada familia, proponen los productos que
tienen en almacén y revenden al detalle lo que desvían de los almacenes del
Estado.


Última edición por El Compañero el Lun Ago 04, 2008 2:41 pm, editado 1 vez
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A 50 AñOS DEL TOTALITARISMO EN CUBA Empty LA ISLA DEL DR CASTRO: EL MERCADO NEGRO

Mensaje por El Compañero Lun Ago 04, 2008 2:37 pm

La Isla del Dr. Castro: El mercado negro

Una forma sutil del régimen para ejercer el control político

CORINNE CUMERLATO y DENIS ROUSSEAU
© EDITIONS STOCK, 2000

Sin el mercado negro, los cubanos no lograrían sostenerse. "Es una fuente de vida, un cordón umbilical", reconoce Laura mientras compra leche en polvo para su hija que acaba de cumplir ocho años y ya no tiene derecho a la ración mensual a precio subvencionado. Si tuviera que comprarla en el supermercado, gastaría la mitad de su salario ($5.80 el kilogramo).

En la calle, es mucho más accesible. El mercado negro no surgió súbitamente en el momento del Período especial en tiempos de Paz decretado por Fidel Castro al día siguiente de la desaparición del muro de Berlín.

Todos juran por lo más sagrado que fueron los propios soviéticos los que introdujeron en la isla ese comercio poco ortodoxo. Pero para paliar la penuria y las insuficiencias del mercado estatal, los cubanos desarrollaron rápidamente un gran sentido para resolver sus problemas. Hombres,
mujeres, niños, de todas las edades, de todo color, recorren las ciudades y los campos en su bicicleta a la que le han adosado una caja plástica que muchas veces contiene tesoros insospechados. Discretos, pero sin precauciones excesivas, van de puerta en puerta, toman nota de los pedidos de cada familia, proponen los productos que tienen en el almacén y revenden al detalle lo que desvían de los almacenes del estado.

En el mercado negro se encuentra de todo. Artículos alimentarios, pero también pintura, alcohol, herramientas, piezas de repuesto, material de computación... Incluso hasta accesos piratas a la Internet, revendidos a $30.00 al mes en vez de los $260 que cobran los suministradores autorizados. La maniobra es muy sencilla: un empleado del suministrador de acceso le dice cuál es el login y la palabra clave de conexión de un
abonado oficial que, por su parte, se desesperará de no poder conectarse durante largas horas a pesar de haber pagado el acceso a la web, que sin duda alguna es el más caro del mundo. Con un poco de paciencia, y una buena red de amigos para encontrar el contacto capaz de obtener lo que uno quiere, más temprano que tarde el negocio se realiza, cualquiera que éste sea... Los precios en práctica son por supuesto más caros que los del mercado subvencionado, pero, a cambio, mucho más ventajosos (inferiores en un 30 por ciento aproximadamente) que los del mercado en dólares.

Este tráfico ha adquirido una amplitud tal que demuestra sin lugar a dudas la perversidad de un régimen que ha reducido a sus ciudadanos a las situaciones más extremas. ``El Estado nos convierte en ladrones'', admite sin vergüenza alguna un artesano carpintero que no puede obtener en el mercado en pesos los suministros que necesita para su trabajo. Como él, la mayoría de los cubanos, remunerados en pesos y por lo tanto imposibilitados de obtener mercancías que se venden únicamente en dólares, se pagan ellos mismos a su manera, y ésa es su forma de venganza.

Esa es la razón principal del apego, a primera vista incomprensible, manifestado por los cubanos por sus empleos tan mal pagados. Un trabajo es, ante todo, una posibilidad de aprovisionarse, primero directamente o desviando, y estableciendo después una red de comercialización y de intercambio. Un alto empleado de Havana Club, la filial de ron cubano de Pernod-Ricard, contó el descubrimiento hecho por casualidad de un tráfico a la salida de una destilería. A un guardián le habían despertado sospecha los salideros de líquido en una bicicleta: pues bien,
los obreros llenaban de alcohol todo el marco metálico de sus bicicletas. ¡Al
parecer esas armazones pueden contener varios litros de ron! Los
procedimientos no siempre son tan ingeniosos, aunque siempre tienen una nota
de ingenio: un agujero hecho en el techo de una cervecería en La Habana, por
donde se sacaban los barriles de cerveza, o camiones de productos alimentarios
asaltados por bandidos en bicicleta. El gerente europeo de un gran hotel nos
confió: ``Estamos convencidos de que se llevan dinero gracias a una
manipulación del sistema de computación: pero hasta ahora no hemos podido
descubrir cómo lo hacen...''.

Según un estudio llevado a cabo en 1997 por el ministerio de Economía y
Planificación, el mercado negro absorbía el 26 por ciento de los gastos familiares
contra el 24 por ciento en las bodegas del estado, 10 por ciento en las tiendas
en dólares y 40 por ciento en el mercado campesino. Según el Financial Times,
el peso de esta economía subterránea sería de hecho dos veces más importante
que el de la economía legal. Las autoridades cubanas no ocultan que el alcance
del fenómeno amenaza con comprometer los esfuerzos de recuperación llevados
a cabo en las empresas del Estado, en las que tratan de imponer serios
controles y de formar sus cuadros con una conducta más rigurosa.

Peor todavía, el Partido ve, no sin razón, que
esos tráficos minan los fundamentos de la ética
revolucionaria, y lanzan la responsabilidad del
mismo sobre sus enemigos tradicionales. ``Los
yanquis y los contrarrevolucionarios centran sus
principales esperanzas en esos engendros
convencidos de que después de haber devorado
a la URSS... nos arrastrarán a la
desmoralización'', denuncia el sindicato oficial, la
Central de Trabajadores de Cuba (CTC). El
cubano de la calle, por su parte, no se deja
convencer. El sabe perfectamente que las
jerarquías del régimen están al abrigo de las
penurias porque disfrutan de ventajas materiales,
de fuentes de aprovisionamiento y de servicios privilegiados. Con un gran
pragmatismo, él simplemente ha adaptado su lenguaje a las reglas de la
decencia revolucionaria. La palabra ladrón desaparece prudentemente del
vocabulario corriente. El revendedor se convierte en bisnero, adaptación local de
businessman, si bien de un tipo muy particular. El comprador, por su parte, se
define como el que tiene que ``resolver''. ``Quien roba a ladrón (entiéndase el
Estado), tiene cien años de perdón'', reza un dicho popular.

Sin embargo, la ética revolucionaria no es la única que sufre por el comercio
ilícito. La salud de los cubanos también. Los refrescos son gasificados con nieve
carbónica de extinguidores de incendio; se le aplica un toque de perfume a la
tapa de barras desodorantes fabricadas con productos totalmente
indeterminados. Las pizzas se meten en el horno cubiertas con preservativos
molidos, como si fueran queso. Las frituras son condimentadas con insecticidas
mortales... ``En el mercado negro se venden productos industriales, medicinas,
material médico, piezas de repuesto para equipos electrodomésticos o
automóviles que son imposibles de fabricar por medios artesanales'', declaraba
en marzo de 1977 el semanario Tribuna, que se felicitaba por el
desmantelamiento de cuarenta y seis depósitos clandestinos, seis fábricas
ilegales de utensilios de plástico y dos talleres de quincallería.

A pesar de las reiteradas amenazas de sanción, de llamados a la movilización
de los Comités de Defensa de la Revolución para controlar el fenómeno en los
barrios, el régimen tolera esos tráficos que sirven de válvula de escape a la
tensión social que las escaseces pudieran engendrar. Permite también ejercer
una forma sutil de control político, cerrando los ojos cuando le conviene,
reprimiendo al individuo que trabaja ilegalmente en el mismo momento en que
éste manifieste demasiado abiertamente su descontento. De esta manera se ha
instaurado una especie de pacto tácito. La impunidad a cambio de una
colaboración de fachada con el régimen.

La pesadilla del agua y de los cortes de electricidad

Pero no basta con regresar a la casa después de haber conseguido
trabajosamente un poco de arroz o de garbanzos para preparar la comida. Hace
falta que, a la hora de cocinar, haya un poco de agua, gas, electricidad o luz
brillante para el fogón... La historia se repite... ``La falta de agua y electricidad
marca como un reloj fatal las horas de nuestra vida cotidiana'', denuncia un
editorial de la revista católica Vitral. ``Todos debemos vivir como suspendidos de
un hilo, para saber si hoy llegó el agua o si no han cortado la electricidad''.


Última edición por El Compañero el Lun Ago 04, 2008 2:38 pm, editado 1 vez
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Mensaje por El Compañero Lun Ago 04, 2008 2:37 pm

El Mercado Negro Cont. ..

Hubo un tiempo -por supuesto muy lejano, antes de la revolución- en que La Habana estaba orgullosa de su acueducto, uno de los primeros y más modernos de América Latina.

Los recursos naturales de agua dulce eran abundantes, estiman los especialistas del
Instituto Nacional de Recursos Hidrológicos. Con 13,200 millones de metros cúbicos
existentes, las necesidades actuales podrían estar ampliamente cubiertas. Pero no es así.
En el mejor de los casos, el agua llega a las cisternas de las casas un día sí y otro no. El
50 por ciento del agua bombeada en los lagos artificiales o en los mantos freáticos se
pierde durante su traslado debido al estado catastrófico de las canalizaciones. El 80 por
ciento de la red nacional necesita reparaciones. Resultado, en este país tropical donde se
suda desde la mañana, la ducha se convierte en un lujo a pesar de los barriles, palanganas,
tanques y tuberías caseras que se amontonan en azoteas, pasillos y escaleras.

En cuanto al gas de cocina, la situación es igualmente mala. Las amas de casa
de La Habana tienen la costumbre de dejar las llaves del gas abiertas todo el
tiempo: el silbido del gas les avisa de que pueden empezar a cocinar. Una
explosión, de vez en cuando, también indica que se esperó demasiado...

Los cortes de electricidad, por su parte, son en principio planificados según un
calendario publicado cada semana en la prensa local. Estos cortes son
destinados a ahorrar el combustible que hace funcionar las centrales
termoeléctricas. Con la misma idea de ahorrar energía, a los cubanos les está
prohibida la compra de planchas, calentadores eléctricos o equipos de aire
acondicionado.

Según el día de la semana, los diferentes barrios de las ciudades se sumergen
por turno en la oscuridad durante tres o cuatro horas seguidas. Los
refrigeradores se paran, no hay agua fría, no funcionan los ventiladores, el tufo
húmedo de los trópicos se aferra a los cuerpos y los espíritus agotados. Las
calles llenas de baches, recorridas por ciclistas sin luces, y peatones
fantasmas, se convierten en otras tantas trampas para el automovilista sin
experiencia. De cuando en cuando, en los barrios residenciales, las luces
señalan las casas de los privilegiados -extranjeros o dirigentes- que disponen de
una planta eléctrica. El apagón se ha convertido en un miembro más de la
familia cubana, del que se habla cada mañana con el vecino. Porque además de
los apagones programados, también se producen ``sorpresas'' según las averías
diversas y variadas que no dejan de ocurrir en la red o en las centrales donde la
mayoría de los equipos provienen de la ex URSS o de la antigua
Checoslovaquia. En octubre de 1999, en algunos barrios de La Habana hubo
cortes de electricidad de seis horas seguidas... En ocasiones, la corriente se iba
de forma intermitente: cuatro horas por la mañana, tres horas al mediodía, y dos
horas por la noche. Suficiente para desesperar a cualquiera. No obstante, las
autoridades afirman que para el verano del 2000 los cortes de electricidad
programados deben desaparecer.

A nadie se le ha olvidado los apagones interminables -hasta de 20 horas- del
verano de 1993. La mitad de la población, obligada a dormir en la calle en busca
de un poco de fresco porque los apartamentos se convierten en verdaderos
saunas, estuvo a punto de volverse loca. Los cortes de electricidad eran tan
numerosos y seguidos que los cubanos ya no hablaban de apagones, sino de
alumbrones... ``En esa época'', escribe el corresponsal mexicano Homero
Campa, ``la crisis fue tal que parecía que la capacidad de resistencia de la
población estaba a punto de agotarse y el gobierno a punto de ser derrocado...''.
El régimen no ha olvidado la lección. Desde entonces, dosifica sabiamente los
inevitables apagones según las temporadas y los acontecimientos nacionales.
En general, los cortes son menos frecuentes y menos duraderos durante los
meses más calientes, y tampoco se va la luz cuando el presidente cubano
recibe a invitados de categoría, como durante la Cumbre Iberoamericana de La
Habana en noviembre de 1999.

El transporte: a pie, a caballo, o en bicicleta

El vehículo motorizado, ya se trate de un Lada sin aire acondicionado o una
simple motocicleta con un sidecar, es un lujo reservado a los buenos soldados
del socialismo. Ni pensar en comprar un automóvil -de segunda mano, por
supuesto; los autos nuevos son inaccesibles- sin autorización previa de las
autoridades. Los cuadros del Partido o de las sociedades mixtas disfrutan de la
ventaja incomparable de tener un vehículo de trabajo y cupones para la gasolina.
Para los demás queda el autobús, la bicicleta, o la botella, versión local del
auto-stop. El carretón de caballos vuelve a revivir: carretones con bancos
adosados llevan a las familias hacia las playas de La Habana los fines de
semana y hacen las veces de minubús en los barrios de la capital y en las
provincias.

Durante los últimos diez años se han distribuido más de un millón de bicicletas
para paliar la grave crisis del transporte. El propio Fidel Castro le ha dedicado un
elogio muy personal: ``La revolución es como la bicicleta, ¡tiene frenos pero no
marcha atrás!''. En Cuba, tampoco tiene luces ni cambio de velocidades.
Importada de China, y después ensamblada en Cuba, de un peso muy
hiperrealista socialista, la pequeña reina se convierte, si es necesario, en el
medio de transporte familiar. No es raro cruzarse con una bicicleta en la que van
un matrimonio y sus dos niños...

El mal estado de las calles, la falta de iluminación urbana y la imprudencia de
los ciclistas que se enganchan a los camiones y guaguas, son la razón de
numerosos accidentes. Según las estadísticas oficiales, constituyen las
principales causas de un tercio de los accidentes mortales que se producen en
el país. En el primer semestre de 1999, treinta y cinco ciclistas resultaron
muertos en la carretera y muchos miles fueron víctimas de accidentes de menor
magnitud.

Si bien presentan menos riesgos, los transportes en común son muy aleatorios.
La Dirección Provincial de Transportes de La Habana enumeró en Tribuna del 13
de diciembre de 1998 algunos de los problemas que hacen que los viajes en
autobús sean tan difíciles: de los 500 autobuses existentes, 300 no podían
funcionar por falta de piezas de repuesto. De los 70,000 litros de combustible
necesarios cada día para el funcionamiento de los autobuses, regularmente
faltan 20,000. De los cincuenta itinerarios creados, el servicio efectuado sólo
cubre entre el 45 y el 79 por ciento de lo previsto.

Así pues, el cuadro es: una espera interminable y un trayecto difícil para el
desgraciado pasajero que no tiene otra opción que tomar el autobús.

De unos treinta metros de extensión, capaces de transportar a unas trescientas
personas a la vez, el autobús habanero, bautizado con el nombre de ``camello''
debido a las dos jorobas que recubren los ejes del semi-remolque que lo
arrastra, se ha ganado un puesto en la picardía popular de los cubanos. El
trayecto en ``camello'' merece, según los cubanos, la misma advertencia que
difunde la televisión pública antes de la película del sábado por la noche:
``Atención: escenas de violencia, sexo y lenguaje de adultos''.

Por lo duro de las condiciones del transporte, los cubanos han reducido sus
desplazamientos a lo estrictamente necesario y apenas salen de sus barrios.
``Ni siquiera tenemos fuerza para ir al cine'', dijo Raquel, que todos los días tiene
que tomar la guagua para ir de Santos Suárez, donde vive, a su trabajo en el
barrio Playa... ``El otro día paseé con mi marido por el Malecón: fue como si
hubiésemos ido a Venecia'', dijo sonriente. ``Hacía años que no pasábamos por
allí''.

Ir de una ciudad a otra es una verdadera proeza. Calixto, un muchacho cubano,
llamado de urgencia para que fuera junto a su madre a punto de morir en Sancti
Spiritus, en pleno centro del país (350 kms. al este de La Habana) necesitó
cuarenta y ocho horas para llegar allí en autobús. Y ni qué decir que siempre
tuvo la prioridad debido a la circunstancia excepcional de la gravedad de su
madre.

La práctica corriente aconseja sacar el boleto con unos quince días de
anticipación, si uno quiere tener la suerte de salir el día previsto (en esto
también, el mercado negro puede hacer milagros). Ni la hora ni el día de salida
están garantizados. El tráfico ferroviario es muy escaso y a muchas ciudades de
provincia el ferrocarril sólo llega una o dos veces por semana. Queda el
auto-stop, horas y horas de espera en los cruces de las vías importantes.
Ancianos, hombres, mujeres, niños, bebés, esperan pacientemente bajo el
fuerte sol. Fuera de la capital, los vehículos que circulan son poco numerosos:
autobuses y autos de turistas, algunos camiones y Ladas de empresas
estatales o de administraciones públicas. Estos últimos deben detenerse
obligatoriamente cuando un funcionario vestido de amarillo, ubicado en cada
cruce estratégico, les hace señales para que lleven uno o más pasajeros de los
que allí esperan.

Pero generalmente, la gente se amontona en las plataformas de los pocos
camiones que recorren las destruidas carreteras. A veces, una vaca errante se
atraviesa delante del vehículo: se produce el choque. En 1999, sin contar autos y
camiones, nueve buses interprovinciales chocaron con animales en la vía, según
dan a conocer estadísticas oficiales.

Algunos aseguran que los animales son azorados hacia la carretera por los
campesinos, que de esa manera pueden desollar al animal que de otra forma no
tendrían derecho a tocar, aunque fuesen los dueños del mismo.

Vivir cada día en esta isla del socialismo tropical, es llevar a cabo una verdadera
guerra de guerrilla contra la adversidad. El menor gesto anodino, la menor
gestión, la menor necesidad vital -comer, alumbrarse, curarse- se ha convertido
en una misión de combatiente. El alojamiento es uno de los puntos más negros
de esta infernal lucha por la supervivencia.
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A 50 AñOS DEL TOTALITARISMO EN CUBA Empty LA ISLA DEL DR CASTRO: UNA BARBACOA SIN TECHO

Mensaje por El Compañero Lun Ago 04, 2008 2:39 pm

Una barbacoa bajo el techo

CORINNE CUMERLATO y DENIS ROUSSEAU
© EDITIONS STOCK, 2000

Presentado como uno de los principales logros de la revolución, el acceso a la propiedad de la
vivienda está hoy prácticamente paralizado debido al paro en las inversiones en el sector inmobiliario
destinado a la población. El plan quinquenal de los años 1996-2000 preveía la construcción de 400,000
viviendas. En 1998, fueron construidas apenas 44,963 para todo el país.

En total, de aquí a finales del 2000 se habrá podido cumplimentar apenas el 60 por ciento de lo
previsto. Si bien los cubanos son propietarios en un 75 por ciento de su apartamento, que han
comprado gracias a créditos públicos muy ventajosos, no pueden venderlo, según la muy
particular concepción de la propiedad privada vigente desde hace cuarenta años. La única
posibilidad para cambiar de casa: lanzarse a la aventura de la permuta e intercambiar una vivienda
"grande'' por dos pequeñas o viceversa, todas las combinaciones son posibles.

Esta práctica legal abarca a veces inevitables maniobras ocultas para pagarles a los
intermediarios que han convertido en una especialidad la caza de estos intercambios, y para
compensar a los propietarios que aceptan una vivienda más pequeña. Las listas de espera para
obtener una vivienda son interminables. La mayoría de las parejas jóvenes se ven obligadas a
domiciliarse en la casa familiar del uno o del otro. La densidad en ciertos barrios
de la capital alcanza más de 50,000 habitantes por kilómetro cuadrado.

Es corriente ver cohabitar a tres generaciones en la misma casa. Cuando más,
cada una goza de una habitación y eso es bastante. Si no, las familias dividen y
subdividen sus casas con los medios de que disponen a fin de ofrecerle un techo
a todos. Los más jóvenes aterrizan en la barbacoa, una plataforma construida a
poca distancia del techo, perfecta para asarse a cualquier hora del día y de la
noche, y de ahí su sugestivo nombre de barbacoa.

La promiscuidad es tal que cualquier intimidad es imposible. Las parejas se
refugian a veces en las posadas, esos albergues del Estado que supuestamente
ponen el amor al alcance de todos los bolsillos. Por unos cuantos pesos,
brindan tres horas de tranquilidad. Pero en esos sitios también el descalabro es
tal que incluso el semanario del sindicato oficial, Trabajadores, publicó una foto
de una cama mugrienta en una habitación con las paredes comidas por la
humedad, sin aire acondicionado y ni siquiera un ventilador.

"Ambiente lúgubre, iluminación insuficiente... un baño convertido en un pantano fangoso'',
así describió la situación Trabajadores, que lamenta la disminución de la asistencia a las
posadas: Venus y Cupido huyen del sector público. En 1980, cuando era triple la cantidad de
este tipo de establecimientos abiertos, la rotación era de cinco parejas por día y se formaban
largas colas de espera a la entrada. En la actualidad las parejas no se atreven a acudir a estos sitios...

A esta dramática crisis inmobiliaria se suman los peligros de las viviendas en muy mal estado,
que no han visto ni una brocha ni un plomero desde hace décadas. Cada aguacero tropical
provoca peligrosos derrumbes. Solamente en La Habana se producen como promedio
cuatro derrumbes al día. ``Más del 10 por ciento de los apartamentos de la capital son
irreparables y deben ser demolidos, informó el diario del Partido Comunista,
Granma. La mitad de las 580,000 viviendas de La Habana están necesitadas de
reparaciones, 75,000 edificios se ven apuntalados y más de 50,000 están listos
para ser demolidos...''. ``Doce mil edificios sufren de filtraciones de agua'', agrega
el semanario Trabajadores. Las autoridades no ocultan la caótica situación de la
capital que vive todavía con una red de alcantarillado construida para una ciudad
de 600,000 habitantes y ya cuenta con más de dos millones en la actualidad.

El régimen se ha valido de este pretexto para tratar de controlar la emigración
procedente del interior hacia la capital que, desde el inicio del rigor del Período
Especial, atrae a más de 20,000 personas por año.

En junio de 1997, el decreto 217 dictaminó remitir de regreso a su provincia de
origen a toda persona que no fuera residente oficial de la capital. De repente, las
oficinas que entregan documentos de identidad fueron tomadas por asalto por
varios miles de cubanos que querían regularizar su situación y evitar la
expulsión. Por ejemplo, varios buses llenos de palestinos, sobrenombre que se
les da a los cubanos originarios del este del país, partieron con destino a las
provincias orientales y se reforzaron los controles de identidad en las calles.
Pepito, el personaje cómico por antonomasia de la cultura popular cubana,
aconsejó irreverentemente que movilizaran también una limosina... para llevar a
Fidel de regreso a su provincia de origen en el este de la isla, pero nadie puso en
práctica su consejo.

A pesar de la urgencia, la crisis de la vivienda se
agudiza aún más en momentos en que surgen hoteles
y centros comerciales flamantes, haciendo creer que la
modernidad está en marcha en la isla del cocodrilo
verde. En 1998 se construyeron 4,000 nuevas
habitaciones de hotel, lo que eleva a 29,000 la cantidad
total de habitaciones destinadas al turismo extranjero.
Diez años atrás, se contaba con apenas 2,000. No hay
que añadir más para darse cuenta del extraordinario
esfuerzo hecho por los cubanos en pleno Período
Especial. Las viviendas para uso exclusivo de los
extranjeros también van viento en popa. Y como la
necesidad obliga, el Estado se lanza a la especulación
inmobiliaria, abriendo un sector hasta ahora cerrado a
la inversión extranjera. El primer propietario extranjero
en tierra socialista tomó posesión en 1998 de su
apartamento en la prestigiosa Quinta Avenida de
Miramar.

Es con cierta amargura mezclada con envidia que el
cubano de la calle ve surgir por doquier edificios para
oficinas con todos los adelantos de la automatización e inmuebles lujosos
reservados para extranjeros, cuando tiene que penar durante semanas para
conseguir, en el mercado negro o a precio de oro, el saquito de cemento que
salvará su casa del desastre.

Ciudadano de segunda clase

Cada vez más, el cubano se convierte en un ciudadano de segunda clase en su
propio país. Para los extranjeros y para los dirigentes son las habitaciones de
lujo en los hospitales; para los cubanos, las sábanas sucias, la falta de algodón
hidrófilo o de hilo para suturar. Para los extranjeros, las villas y apartamentos
coquetos; para los cubanos, las casas en ruina. Para los extranjeros, el servicio
rápido en dólares en Coppelia, la mejor heladería de La Habana; para los
cubanos, la cola durante horas y horas para un barquillo pagado en pesos. Para
los turistas, las langostas, las mejores playas, el golf y las muchachas más
bonitas...; para los cubanos, la sopa desabrida y la bebida barata, aguardiente
de la calle para ahogar en el alcohol esas humillaciones cotidianas.

Las desigualdades no surgieron hoy en la sociedad cubana. Pero las reformas
del comienzo de la revolución (la redistribución de las tierras, el acceso a la
vivienda, a la educación, a la salud para los más humildes) hicieron vibrar la
esperanza de una sociedad más justa. Claro, el igualitarismo de los
``compañeros'' duró sólo un tiempo: muy pronto, a imagen de la nomenklatura
soviética, la casta político-militar cubana disfrutó de ventajas materiales nada
despreciables. Buena casa en una zona donde los apagones son raros,
automóvil con chófer, servidumbre, viajes al extranjero, servicios médicos
privilegiados, clubes de descanso reservados, abastecimiento abundante,
escuela exclusiva. A su muerte, tendrán incluso derecho a los salones con aire
acondicionado de la funeraria de Calzada y K, situada detrás de la Sección de
Intereses de Estados Unidos.

Con la dolarización de la economía cubana ha surgido muy rápidamente una
segunda clase privilegiada en el país: los afortunados poseedores de dólares que
podían finalmente salir de la indigencia, mejorar su vida y a veces incluso
ofrecerse unos cuantos lujos. Los estimados más optimistas afirman que la
mitad de la población tiene acceso al billete verde. Las organizaciones
independientes de ayuda humanitaria como Caritas, que ven agravarse la
pobreza cada día más, en particular entre las personas de edad y las madres
solas, dicen que la realidad es mucho más negra.

Pero el cubano todavía tiene que tragar muchos buches amargos más, ya que ni
siquiera el dólar le abre todas las puertas. Las farmacias internacionales tienen a
la entrada un letrero, que sin prurito alguno pregona que ``solamente los clientes
en posesión de un pasaporte extranjero pueden tener acceso a ese servicio''. Y
para los que duden de esta ``orientación'', allí hay un guardia en la puerta las 24
horas del día. El ministro de Salud Pública, Carlos Dotres, jura y perjura que
todos las medicinas indispensables para los cubanos están disponibles en
pesos en las farmacias reservadas para ellos. Sólo basta con ir a la entrada de
esas farmacias llamadas ``internacionales'' para darse cuenta de que eso es
falso. La escena del cubano pidiéndole al turista de paso que le compre el
remedio que necesita, con frecuencia para sus hijos o para sus padres ancianos
y enfermos, se repite como en la época en que el dólar estaba prohibido, hace
unos siete años. Pero hoy en día, ya no es al dólar al que se rechaza, todo lo
contrario. Es al propio cubano, al que se le prohíbe entrar en ciertos sitios
públicos de su país. Durante el verano de 1999, las autoridades sacaron a la luz
una antigua directiva, cuya aplicación se había suavizado extraordinariamente,
para prohibirle la entrada a los cubanos en todos los sitios turísticos.

El vicepresidente cubano Carlos Lage le dio una explicación ``ortodoxa'' a esta
nueva exclusión: ``No se trata de una prohibición'', le precisó a los periodistas
que le interrogaban, ``sino de una fórmula socialista de distribución de los
lugares de que disponemos, que no son atribuidos en función del poder de
compra de los trabajadores, sino en función de su mérito''.

En la organización social cubana, ese poder de selección le corresponde a las
organizaciones de masa (sindicatos, asociaciones de mujeres, de jóvenes, de
antiguos combatientes...) dependientes del partido, que distribuye a los
trabajadores de ``vanguardia nacional'' algunas migajas de la sociedad de
consumo reservada a los turistas. ``Hoy, son las leyes del mercado, las
capacidades disponibles, las prioridades económicas las que deciden si
podemos tener acceso a los sitios de recreo de nuestra patria'', denunció Vitral
en un editorial en octubre de 1999. ``Cuando los intereses económicos se
sobreponen a los derechos y a la dignidad de las personas, éstas son
aplastadas por las medidas que las excluyen de los sitios donde circula la vida
normal. Son apartadas y obligadas a mendigar...''.

Esta amarga comprobación a la que se suma la implacable lucha cotidiana por
la supervivencia más elemental conduce a muchos cubanos al borde del abismo
y reduce a la nada su capacidad para imaginar un futuro diferente.
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A 50 AñOS DEL TOTALITARISMO EN CUBA Empty LA ISLA DEL DR CASTRO: LA DISIDENCIA

Mensaje por El Compañero Lun Ago 04, 2008 2:40 pm

La disidencia

CORINNE CUMERLATO y DENIS ROUSSEAU
© EDITIONS STOCK, 2000

En 1992, apenas había unos cincuenta movimientos de oposición, todos ilegales ya que el
régimen no reconoce la libertad de asociación, con la exclusión de las organizaciones de masa que él
mismo controla. Hoy, más de trescientas organizaciones llamadas ``independientes''
reagrupan a varios miles de opositores en todo el país.

Este frágil mosaico, acosado por la represión, infiltrado por la Seguridad del Estado y debilitado
por las divisiones internas, se articula en torno a tres grandes grupos: los defensores de los
derechos humanos tales como Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de los Derechos
Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), y Gustavo Arcos, de 75 años, al frente del Comité
Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH), ambos militantes históricos de la causa de los derechos
del hombre; los partidos y organizaciones políticas; y después los movimientos corporativos que tratan
de reagrupar a los profesionales de todos los sectores al margen del monopolio de las
organizaciones de masa.

Los partidos o movimientos políticos a veces sólo cuentan con un puñado de miembros. Abarcan un
amplio abanico político, desde la democracia cristiana encarnada por Oswaldo Payá, del
Movimiento Cristiano Liberación (MCL), a los socialistas de Corriente Socialista Democrática (CMD)
de Manuel Cuesta Morúa, al Partido Solidaridad Democrática (PSD), fundado por Héctor Palacios,
pasando por los ecologistas de Naturpaz de Leonel Morejón Almagro, coordinador de Concilio Cubano,
o los liberales del Partido Liberal Democrático de Cuba de Osvaldo Alfonso Valdés...

Difícil es de comprender la fragmentación de esta oposición política condenada
al exilio interior. Algunos sugieren que hay tantos movimientos opositores como
candidatos a la salida del país, que no pueden permitirse el viaje y las
autorizaciones necesarias para la partida y buscan a través de las actividades
ilegales motivos para obtener una visa hacia Estados Unidos. Esto a veces es
cierto. También es cierto que una ínfima minoría de la sociedad cubana ha
escogido no resignarse más a su único destino y asumir el riesgo personal y
familiar que tal paso representa.

``Para nosotros, emanciparse del pensamiento oficial y expresar una opinión que
nos sea propia es ya un resultado enorme'', testimonia Xiomara Blanco, activista
de Santiago de Cuba y delegada del Partido Solidaridad Democrática en esta
provincia. Claro, la oposición está fragmentada pero lo importante es que hay
una nueva conciencia que se expresa sobre Cuba, una oposición responsable
que el Estado no puede controlar.

Los intentos de acercamiento en el seno de la oposición no son raros, pero son
aniquilados rápidamente antes de que puedan desarrollarse. En octubre de 1995,
casi ochenta movimientos se reunieron en el seno de Concilio Cubano en torno a
una plataforma común: amnistía general para los prisioneros políticos, reforma
del Código Penal para suprimir los atentados contra las libertades, respeto de
los derechos humanos, libertad económica para los cubanos y convocatoria de
elecciones libres.

En víspera de un fórum que debía ``definir las estrategias para promover una
transición hacia la democracia'', las autoridades arrestaron a los principales
organizadores. El día previsto para esta reunión clandestina, el 24 de febrero de
1996, la aviación antiaérea cubana derribó dos pequeñas avionetas de la
organización anticastrista de Miami, Hermanos al Rescate, que supuestamente
habían entrado en el espacio aéreo cubano para apoyar a Concilio Cubano. La
acción tuvo el saldo de cuatro pilotos y copilotos muertos.

La patria es de todos

A pesar del recrudecimiento policíaco que sobrevino después, cuatro opositores, la
economista Martha Beatriz Roque, los abogados René Gómez Manzano y Félix
Antonio Bonne Carcassés, y el hijo de uno de los fundadores del Partido Comunista
cubano, Vladimiro Roca Antúnez, fundaron durante el verano el ``Grupo de trabajo de la
disidencia interna para el estudio socioeconómico de la situación cubana''.

Durante un encuentro con la prensa extranjera en mayo de 1997, hicieron un
llamado al gobierno para que iniciara el diálogo con la disidencia. ``Enfrentado a
una grave crisis general, tanto política como económica, moral y social, el
gobierno tiene ahora necesidad de hablar con el pueblo cubano, con la oposición
dentro y fuera del país'', explica Martha Beatriz Roque. ``Aun cuando la
oposición interna sea numéricamente débil, debe participar en la búsqueda de
soluciones'', considera la portavoz del grupo.

Un mes más tarde, publican un documento titulado La patria es de todos, en el
cual analizan minuciosamente todas las contraverdades plasmadas en el
proyecto de resolución política que debía ser debatido durante el V Congreso del
PCC y revelan, crudamente, los verdaderos objetivos del régimen.

``La filosofía del gobierno no es la de servir al
pueblo, sino la de ser su dictador. El poder, a
través del control totalitario es el fin que
persigue la política. Ya nadie se engaña con
la justicia social que tanto se ha propugnado.
El nivel de los salarios combinado con el
estancamiento de otros factores de índole
financiera, hace que cada día sea más difícil
la situación de la población. Y mientras más
se deteriora, más se politizan y se militarizan
las actividades económicas. [...] Es
imposible seguir llevando esta nación a la
ruina. Es mejor discutir soluciones ahora que
enlutar la Patria mañana''.

Jamás hasta entonces una crítica tan rigurosa y tan radical, desarrollada y
argumentada en una decena de páginas, había sido redactada y difundida
aunque de manera restringida en el territorio cubano. Los ``Cuatro'' se ganaron
en el exterior la difícil reputación de ser ``los disidentes más emblemáticos de
Cuba'', y terminaron rápidamente en prisión. Arrestados el 16 de julio de 1997,
pasaron más de 16 meses encarcelados sin siquiera conocer la naturaleza de
los delitos que les reprochan. Finalmente serían juzgados por ``actuar contra la
Seguridad del Estado en relación con un delito de sedición'' y condenados a
penas que van de tres años y medio a cinco años de prisión.

El hostigamiento represivo continuó y fue necesario esperar el viaje del papa
Juan Pablo II, a finales de enero de 1998, para que la disidencia hiciera nuevos
intentos de frente común a favor de una transición democrática.

En la primavera de ese año, seis movimientos de oposición lanzan un llamado a
los cubanos a fin de ``lograr un consenso'' para comprometerse en la vía del
cambio.

Al mismo tiempo, Concilio Cubano trata de renacer de sus cenizas y propone
``reunir a todos aquéllos que aspiren a la democracia'' y ``obligar al gobierno a
dialogar''.

El Movimiento Cristiano Liberación (MCL) de Oswaldo Payá hace público ``el
proyecto Varela'', una campaña destinada a recoger 10,000 firmas a fin de
reclamar un referéndum sobre el futuro político del país.
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Mensaje por El Compañero Lun Ago 04, 2008 2:40 pm

A comienzos del verano, una decena de partidos y movimientos independientes,
desde el Partido Solidaridad Democrática hasta Corriente Socialista Cubana,
junto a tres organizaciones sindicales, dirigen una carta a Fidel Castro y al
presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón.
Reclaman la creación de una cámara mixta que reúna a delegados de la
oposición, de la Iglesia, de las organizaciones de defensa de los derechos
humanos y a representantes del gobierno, del Partido y los diputados, con el
objetivo de abrir ``un espacio de diálogo para la reconstrucción nacional y el
establecimiento de una democracia basada en un estado de derecho''. La
oposición sólo cuenta con sus propias y débiles fuerzas para darse a conocer y
divulgar sus iniciativas. Privados de todo medio de comunicación de masas, las
acciones de la disidencia quedan la mayor parte de las veces dentro de los
medios opositores y son ignoradas por la casi totalidad de la población.

No obstante, después de cada duro golpe y cada intento de descrédito, sus
representantes levantan la cabeza y trabajan con perseverancia para dar a
conocer sus derechos. Unos meses antes de la celebración de la Cumbre
Iberoamericana, esas formaciones de la disidencia llaman al gobierno a iniciar
negociaciones con la oposición pacífica y el exilio con miras a salvar a la isla de
``un triste desenlace...''.

En vísperas del encuentro iberoamericano, que reunió en noviembre de 1999 en
La Habana a veintitrés jefes de estado y de gobierno de América Latina, junto a
España y Portugal, ochenta representantes de la oposición convinieron en
celebrar una ``conferencia de las organizaciones no gubernamentales''. La
Seguridad del Estado entró en zafarrancho de combate. Ciento sesenta
activistas serían detenidos o mantenidos en arresto domiciliario durante las
horas que precedieron a la cumbre.

Sólo catorce organizaciones podrían finalmente subscribir un texto reclamando la
liberación de los prisioneros políticos y la celebración de elecciones.

Paralelamente a esta franja más moderada de la oposición, emerge una disidencia más
joven, más audaz y que quiere ser más visible. Es así que varias decenas de
opositores manifiestan su solidaridad reuniéndose delante del tribunal con motivo
del proceso contra periodistas independientes o militantes, o bien durante la jornada
aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos.

Surgen nuevos medios de lucha. Nueve militantes del Partido de los Derechos
Humanos en Santa Clara organizan, en octubre de 1997, una huelga de hambre
para obtener la liberación de su representante provincial, Laura Carpio Matas.

Durante el verano de 1999, un grupo de opositores realiza en pleno centro de La
Habana una huelga de hambre de cuarenta días para protestar pacíficamente
contra los cuarenta años de dictadura castrista y reclamar la liberación de los
presos políticos.

El Dr. Oscar Elías Biscet, de 38 años, presidente de la Fundación Lawton de los
Derechos Humanos, separado de su empleo y expulsado de su vivienda por
haber revelado informaciones sobre el aborto en su hospital, encarna bien esta
nueva generación de disidentes.

El embrión de una sociedad civil

Junto a las organizaciones disidentes de naturaleza más política, desde hace
cerca de tres años se multiplican las asociaciones corporativas de todo tipo, en
busca de un espacio independiente donde puedan expresar sus ideas y afirmar
sus derechos cívicos.

A pesar de todo, esos movimientos asociativos se desarrollan en un espacio
precario y forman los gérmenes de una sociedad civil todavía embrionaria. El
régimen juega con ellos como el gato con el ratón, reprimiendo un día,
dejándolos tranquilos otro.

Las agencias de prensa independientes son emblemáticas de ese movimiento
cívico que quiere edificar las bases de una isla más abierta y más tolerante.

A principio de los años 90, algunos periodistas, Indamiro Restano, Néstor
Baguer, Rafael Solano, Raúl Rivero, abren una brecha en el monopolio de la
información gracias a la profunda crisis que atraviesa el país, y logran sacar a
cuentagotas las primeras informaciones de fuente cubana independiente. En la
actualidad hay una veintena de agencias dispersas por todo el país que
reagrupan a un centenar de periodistas, con frecuencia obligados a aprender el
oficio enfrentando graves problemas. La represión gana carta de ley en el Código
penal: por un delito de asociación ilícita -cuatro años de prisión; por difusión de
información falsa -diez años; publicación clandestina -seis años... La ley
``mordaza'' adoptada en febrero de 1999 que promete 20 años de prisión a toda
persona que difunda informaciones que pudieran ser utilizadas por Estados
Unidos ha venido a reforzar, si fuere necesario, un arsenal de por sí bien provisto.
Incluso antes de ser aplicada, sus primeros efectos se han hecho sentir. Las
filas de la prensa independiente cuentan con una veintena menos de
corresponsales habituales. Entre ellos, periodistas confirmados, comprometidos
desde hace muchos años en ese combate, son candidatos para la salida del
país.

``Los años de prisión que nos promete generosamente la ley, hay que mirarlos,
más allá del miedo que inspiran, con consternación'', escribe Raúl Rivero. ``Esos
años hacen de la nación cubana una tribu enquistada en el Caribe, cerrada a la
información y al debate de las ideas, apartada de toda evolución y cambio...
Nadie me puede convencer de que yo soy un criminal, un apátrida ni ninguna de
las idioteces que el gobierno utiliza para degradarnos y humillarnos'', agrega el
director de Cuba Press. ``Yo soy solamente un hombre que escribe''.

El ejemplo de la diplomacia iberoamericana

``Los que quieran actuar con coherencia moral, respetar nuestra soberanía y ser
solidarios con Cuba deben pedir siempre simultáneamente el levantamiento del
embargo norteamericano y la apertura democrática en el interior del país'',
recomendaron las catorce organizaciones de la oposición reunidas la víspera de
la inauguración de la Cumbre iberoamericana. Esta vez, los opositores serían
escuchados. Mucho más allá de lo que esperaban.

En un ejercicio nada habitual, las diplomacias presentes en La Habana en
noviembre de 1999 le darían una lección magistral a su anfitrión Fidel Castro,
ante los ojos de mil periodistas del mundo entero allí presentes.

En poco menos de tres días, aquellos mismos a quienes el Comandante en
persona había denigrado públicamente durante una larga intervención televisada
unas cuantas semanas antes calificándolos de ``lacayos del imperialismo'',
``saboteadores'', ``traidores'', ``antipatriotas'', etc., se reunirían sucesivamente
con el presidente uruguayo, Julio María Sanguinetti, el primer ministro español,
José María Aznar; el presidente portugués y su primer ministro, Jorge Sampaio y
Antonio Guterres, y los ministros de Relaciones Exteriores de México, Costa
Rica, Nicaragua y Panamá.

``Nunca habíamos tenido una mejor oportunidad para explicar a los líderes
democráticos hasta qué punto estaba cerrado nuestro espacio político'', se
felicitaba Elizardo Sánchez refiriéndose a esas entrevistas, destacando que
marcaban ``un magnífico reconocimiento a los esfuerzos pacíficos de la
oposición''.

``Yo viví esa semana en una isla virtual'', testimonia por su parte Raúl Rivero,
director de Cuba Press y uno de los activistas más recibidos, junto con Oswaldo
Payá, del Movimiento Cristiano Liberación, Gustavo Arcos, del Comité Cubano
Pro Derechos Humanos, Elizardo Sánchez y Héctor Palacios, del Partido
Solidaridad Democrática. ``Viví un país con el que yo soñaba y en el que me
acompañaban algunos amigos. El sueño se hizo realidad el lunes cuando estaba
sentado delante del primer ministro español José María Aznar y él me
escuchaba en silencio... No se trata con seguridad de ser triunfalista'', precisa
Rivero. ``Pero este encuentro marca la culminación de un largo camino
sembrado de contratiempos, de penurias y sufrimientos que han sufrido desde
hace ya treinta años un puñado de defensores de los derechos humanos...''.

La comunidad iberoamericana manifestó así con brillantez el papel determinante
que podría desempeñar en favor de la transición democrática cubana,
adelantándose a la ambigua conducta de la Unión Europea vacilando entre una
``posición común'' que condicione el desarrollo de la cooperación a un mayor
respeto de los derechos humanos, y las relaciones bilaterales de los estados
miembros que se disputan las cuotas de ese mercado.

Las democracias latinoamericanas e ibéricas le infligieron en cambio al Máximo
Líder, en su propio terreno, uno de los más serios reveses de los últimos años.
Esa cumbre iberoamericana que, dieciocho meses después de la visita del papa
Juan Pablo II a Cuba, debía consagrar definitivamente el fin del aislamiento del
régimen castrista, sellaba de hecho el reconocimiento internacional a su
oposición condenada desde hace treinta años a las catacumbas.
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