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FULGENCIO BATISTA Y ZALDIVAR

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Mensaje por El Compañero Lun Sep 01, 2008 8:56 am

Batista trató inútilmente de entrar a Estados Unidos
IVETTE LEYVA
Especial para El Nuevo Herald

CLICK AQUI PARA VER FOTOS DE BATISTA
https://cubadebate.superforo.net/historia-de-cuba-y-mundial-f14/cubaneando-historia-de-cuba-en-imagenes-t178.h

Fulgencio Batista Zaldívar agotó todos los recursos a su alcance para refugiarse en Estados Unidos tras escapar de Cuba en 1959, incluyendo una donación monetaria a la campaña presidencial de Richard Nixon, pero Washington nunca le permitió la entrada, según revela su intercambio epistolar con ex funcionarios y empresarios estadounidenses.

El epistolario y otra papelería de la Colección Fulgencio Batista Zaldívar -- propiedad de Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami (UM) -- muestra las intrigas, traiciones y desconciertos que marcaron la relación de Batista con Estados Unidos desde 1957 hasta su muerte. Varios documentos de la época indican además que numerosos funcionarios del Departamento de Estado estuvieron inicialmente deslumbrados con Fidel Castro y no calcularon el peligro que el joven barbudo representaba para los intereses de Washington.

Al abandonar Cuba el 31 de diciembre de 1958, Batista se refugió en República Dominicana, amparado por el dictador Rafael Leónidas Trujillo. Posteriormente se radicó en Portugal y vivió sus últimos días en España. Viajó intensamente, pero no pudo retornar jamás a Estados Unidos.

''He llevado a cabo una campaña con todo el que creo tenía alguna influencia, para levantar el embargo que impide que vengas a tu casa en Daytona [estado de Florida]'', le escribió a Batista el ex embajador de Estados Unidos en La Habana, Arthur Gardner, el 25 de mayo de 1966.

Batista vivió en Daytona Beach entre 1944 y 1948, luego de perder las elecciones presidenciales contra Ramón Grau San Martín. Su colección de arte cubano, que incluye lienzos de Amelia Peláez y Leopoldo Romañach, entre otros, fue donada al museo de Daytona por la familia tras la muerte de su viuda, Marta Fernández, en el 2006.

''Hasta ahora no he podido averiguar cuál es el problema pero tengo la impresión de que es ese tipo [William A.] Wieland [director de la Oficina de Asuntos Caribeños del Departamento de Estado a fines de la década del 50], quien está ahora en Australia, y desafortunadamente, la persona adecuada para corregir eso sigue siendo un misterio'', agrega el ex diplomático en la misiva. ``Si quieres o no regresar no importa, pero deberían permitir que regresaras si quisieras''.

Gardner (1889-1967), un veterano de la Primera Guerra Mundial sin experiencia en el terreno de las relaciones internacionales, fue embajador en Cuba entre 1953 y 1957. Durante esos años logró forjar una perdurable amistad con Batista. En 1960, ya enfermo, testificó desde su casa en Rhode Island ante un comité del Senado sobre el papel del Departamento de Estado en la llegada de Fidel Castro al poder.

Gardner dijo que tenía la sensación de que el servicio exterior de su país le había ''movido el piso'' a Batista, ansioso de reemplazarlo por Castro, y calificó de ''adoración a Castro'' el estado de opinión que había en el Departamento de Estado en 1957.

''Hicieron de él un Robin Hood o un salvador del país'', afirmó en la audiencia del 27 de agosto de 1960. ''Estoy convencido de que el Departamento de Estado estuvo influenciado, primero, por esas historias de Herbert Matthews [periodista de The New York Times], y luego eso se convirtió en una especie de fetiche para ellos'', dijo.

Matthews publicó tres artículos sobre Castro en la portada del diario neoyorquino, en febrero de 1957, tras entrevistarlo en la Sierra Maestra.

Batista, en cambio, era un ''matón'', para algunos de estos funcionarios, de acuerdo con el ex embajador.

Concretamente, Gardner se refirió a Richard Roy Rubottom, subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, como uno de los simpatizantes de Castro.

''Estaba a favor de Castro'', declaró en la audiencia. ``No hay dudas de eso''.

Rubottom, criticado por su manejo de varios asuntos hemisféricos, fue degradado a embajador en Argentina en 1960.

Ernesto Betancourt, representante del Movimiento 26 de Julio en Estados Unidos, sostuvo contactos telefónicos y reuniones con varios funcionarios del Departamento de Estado hacia fines de 1958 y también fue testigo de las crecientes simpatías por los rebeldes cubanos.

''Sí, en el Departamento de Estado había una actitud favorable hacia el 26 de julio'', recordó Betancourt el pasado jueves en entrevista telefónica desde su casa en Washington. ``Tenía esa impresión, me sentía acogido allí''.

En su testimonio, Gardner expresó que tenía entendido que Batista, como todos los presidentes de la región, recibía una tajada de los negocios con Estados Unidos. Molesto, el ex gobernante le escribió una carta que se encuentra en la Colección de UM, pero no hay certeza de que haya sido enviada. En cualquier caso, la amistad entre ambos hombres se reencauzó. Se escribían en inglés. Batista redactaba el original en español y lo hacía traducir.

El testimonio de Gardner ante los senadores fue respaldado tres días después en audiencia similar por Earl E. T. Smith, el hombre que lo reemplazó al frente de la embajada norteamericana en Cuba.

''La sustitución de Gardner por Smith en el verano de 1957 fue provocada por la voluntad del gobierno de Dwight Eisenhower de producir una diplomacia menos comprometida con Batista y con una visión más plural de la política cubana, que incluyera una interlocución con toda la oposición pacífica y armada'', señaló el historiador y ensayista Rafael Rojas.

Smith presionó en favor del embargo de armas de la primavera de 1958, que era una demanda de los rebeldes desde la Carta de la Sierra Maestra suscrita por Felipe Pazos, Raúl Chibás y otras personalidades cívicas [en 1957], recordó Rojas.

''Sin embargo, ya a fines de ese año, como se puede ver en los despachos consulares, Smith comienza a hacer advertencias sobre la infiltración de comunistas y el radicalismo antiamericano que observa en los revolucionarios'', señaló.

Antes de asumir su puesto, Smith tuvo una reunión con Herbert L. Matthews a instancias del Departamento de Estado, en la cual el periodista ''elogió'' a Castro, de acuerdo con el testimonio del embajador: ''El señor Matthews estaba más familiarizado con el pensamiento del Departamento de Estado sobre Cuba que yo'', indicó Smith.

Smith también señaló a Wieland, asistente de Rubottom, como uno de los aliados de Castro en el Departamento de Estado, y agregó que tanto él como ``todos los que tenían algo que ver con Cuba tenían una cercana conexión con Herbert Matthews''.

El gobierno de Castro calificó a Smith de servidor de Batista y consideró que desfiguraba la realidad cubana para desorientar al Departamento de Estado.

''De continuarse la presente política con respecto a Cuba, Estados Unidos se quedará con un solo amigo: el dictador Fulgencio Batista'', escribió el laureado periodista Homer Bigart en The New York Times, el 23 de marzo de 1958, en abierta oposición a los pasos de Smith en la isla.

En 1962 el ex embajador publicó el libro The Fourth Floor: An Account of the Castro Communist Revolution, en el cual analizó la influencia del cuarto piso del Departamento de Estado -- donde trabajaban los funcionarios de menor rango -- en la política de Estados Unidos hacia Cuba desde finales de la década del 50.

Los funcionarios de mayor rango laboraban en el quinto piso y, según las declaraciones de Smith en la audiencia de 1960, estos ''no pensaron mucho en Castro'' hasta 1958, cuando ya tenían escaso margen de maniobra diplomática.

Debido a la controversia por su gestión en Cuba -- y seguramente por sus declaraciones ante el comité senatorial --, Smith renunció al puesto de embajador en Suiza que le ofreció el gobierno en 1961.

Batista tuvo pleno conocimiento -- quizás a posteriori -- de lo que sucedía dentro del Departamento de Estado. En carta a su amigo Julio C. Iglesias, fechada en Estoril, Portugal, en 1966, le dice que es lamentable ''que no hubieran existido entonces amigos con influencias decisivas capaces de convencer al ``doentio'' Ike [Eisenhower] de que era necesario gobernar, y no delegar en dudosos subalternos las responsables funciones que eran vitales para la seguridad del hemisferio''.

Incluso después de 1961, cuando ya se había roto el encantamiento de los funcionarios estadounidenses con Castro y también las relaciones diplomáticas con la isla, persistía una imagen extremadamente negativa de Batista, algo que Gardner trataba de enmendar con escaso éxito. En una carta del 14 de junio de 1963 le sugiere al ex dictador que traduzca al inglés su libro Paradojas (1963).

Pocos días después, el 1ro. de julio, Gardner insiste sobre el tema: ``Se necesita contrarrestar enérgicamente ahora las ideas falsas que la gente tiene sobre lo que lograste en Cuba, y la condición de Cuba cuando el país fue vendido por nuestro Departamento de Estado. Las cifras serían muy efectivas, pero desafortunadamente, a menos que las explicaciones estén en inglés obtendrán poca o ninguna atención''.

En mayo de 1964, el ex embajador le pide unos folletos sobre su gobierno para repartirlos entre los senadores y otras personas ``que están tratando de despertar a nuestra administración sobre el tema''.

Un año y medio después, en octubre de 1965, Gardner considera que la opinión pública estadounidense, así como el gobierno, han reconsiderado su opinión sobre Batista.

''Personalmente, estoy bastante complacido de cuánto se ha logrado para corregir la opinión sobre ti, pero desafortunadamente ahora el estadounidense promedio parece más interesado en Vietnam del Sur que en cualquier otra cosa'', escribió.

Pero en julio de 1966, Gardner prácticamente se había dado casi por vencido en sus esfuezos por lograr el retorno de Batista y le confiesa: ``No tengo idea de qué -- o quién -- es tan desacertado que te ha impedido regresar a Estados Unidos, pero puedo asegurarte que haré todo lo que pueda para corregir este asunto''.

No alcanzó a hacerlo. El 12 de abril de 1967, la esposa de Gardner, Susie, le envió un telegrama a Batista en Portugal, informándole de la muerte del ex embajador -- su ''gran admirador y devoto amigo'', como él mismo se calificaba -- esa misma mañana.

En junio de ese año, Batista se ve obligado a salir al paso a los rumores de que estaba gestionando la entrada a Estados Unidos. En declaraciones desde Madrid al diario El Tiempo de Nueva York afirma que en 1962 había pedido visa para entrar a territorio estadounidense, y que su solicitud no había sido respondida. Su esposa e hijos no enfrentaron el mismo impedimento.

''[. . .] No pediré jamás permiso para entrar en los Estados Unidos, a menos que Washington me mande a decir por su propia cuenta que seré bienvenido, contestando aquella carta'', asegura. ``[. . .] quiero evitar que me vejen más y no puedo confiar en funcionarios del Departamento de Estado o de otras agencias que han actuado tan evidentemente en contra mía''.

Pero la correspondencia de 1968 con el empresario y cabildero del Partido Republicano, Carter H. Ogden, demuestra que el ex gobernante no esperó con los brazos cruzados. Ambos se conocieron en Cuba, donde el estadounidense tenía negocios que fueron nacionalizados por el régimen castrista.

Ogden le escribió en agosto pidiéndole dinero para la campaña de Nixon y ofreciéndose para redoblar esfuerzos en aras de su retorno a Estados Unidos.

''Nos gustaría que los cubanos desplazados como grupos recaudaran al menos $10 millones para su campaña'', señaló el empresario en su misiva.

En respuesta, Batista le agradece la gestión para permitir su entrada, pero señala que ``anhelándola, no la deseo si he de pagarla como un favor, pues estimo que la merezco por vía de una cortés y justa atención. Fui siempre, sin ser incondicional, un leal amigo de U.S.A. y un fervoroso admirador de su pueblo''.

En septiembre, Ogden le agradece por haber hecho ya ``contribución a otros que están trabajando para el mismo candidato y espero que callen las bocas porque esto no es momento de hablar las cosas que uno hace''.

El 7 de diciembre, tras consumarse la victoria de Nixon en las elecciones de 1968 y en la última carta del intercambio epistolar, Ogden le agradece a Batista su última contribución a la campaña presidencial.

''Creo que el desafortunado error que ha existido en nuestro Departamento de Estado y no le ha permitido entrar a este país pronto será corregido. Puede que se resuelva incluso antes de que el nuevo gobierno tome posesión'', opinó el empresario.

El Departamento de Estado nunca le extendió la visa a Batista en virtud de la política asumida por Washington de no cobijar a quienes violan el orden democrático. En 1963 había sido extraditado el ex dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez.

Batista falleció el 6 de agosto de 1973 sin haber recibido nunca respuesta a la pregunta que le hizo a Ogden en una carta de 1968: ``¿Cuáles son las razones [. . .] que justifican la mantenida decisión de no permitirme entrar en los Estados Unidos?''
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FULGENCIO BATISTA Y ZALDIVAR Empty SOMOZA ENVIO LAS ULTIMAS ARMAS A BATISTA

Mensaje por El Compañero Lun Sep 01, 2008 9:00 am

Somoza envió las últimas armas a Batista
IVETTE LEYVA MARTINEZ
Especial para El Nuevo Herald

Los últimos alijos de armas que recibió el gobierno de Fulgencio Batista para enfrentar a la fuerzas de Fidel Castro fueron enviados desde Nicaragua por el general Anastasio Somoza Debayle, indican documentos archivados en la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami (UM).

En una carta fechada el 8 de noviembre de 1959, el general Francisco "Silito'' Tabernilla Palmero le recuerda a Batista que ante la escasez de pertrechos bélicos en los últimos meses de su gobierno, llamó a Somoza Debayle "y al día siguiente aterrizaba en Ciudad Militar un avión de la NICA con 4 mil balas para los tanques. Por cierto que Ud. dio un crédito de 40 mil pesos para este pedido, pero no se pagó oportunamente''.

Es probable que esas armas viajaran en el tren blindado descarrilado el 29 de diciembre de 1958 en Santa Clara por fuerzas de Ernesto Che Guevara, en una acción militar que representó el tiro de gracia para la dictadura batistiana.

Entre los pertrechos bélicos citados por Tabernilla Palmero figuran 90 ametralladoras, 16,000 proyectiles de cañón de 37mm, un millón de balas calibre 30 y bombas de naphlam (sic.) de 500 y 100 libras.

El Ejército cubano enfrentaba serios problemas de desabastecimiento desde marzo de 1958, cuando Estados Unidos implantó un embargo de armas a Cuba. La prohibición fue cumplida al pie de la letra y el último embajador norteamericano en la isla, Eart E.T. Smith, declaró en una audiencia congresional en 1960 que Washington se encargó además de persuadir a otros gobiernos amigos de que no le vendieran armamentos a Cuba.

Ernesto Betancourt, líder del Movimiento 26 de julio en Estados Unidos, fue uno de los militantes de esa organización que cabildeó intensamente con el Departamento de Estado para lograr el embargo de armamentos.

"Ellos [los estadounidenses] cumplieron. Batista usaba la agregaduría naval para hacer compras ilegales en otros países'', recordó.

Pero al menos dos vecinos infringieron la prohibición estadounidense: el dictador Rafael Leónidas Trujillo, en República Dominicana, y Anastasio Somoza Debayle, hijo del asesinado dictador Anastasio Somoza García y por entonces al frente de la Guardia Nacional de su país.

Anastasio Somoza Debayle también fue presidente de Nicaragua de 1967 a 1972 y de 1974 a 1979, cuando fue derrocado por los sandinistas. Durante la invasión a Bahía de Cochinos en 1961 permitió que los combatientes anticastristas cubanos usaran Puerto Cabezas, en la costa caribeña del país, como punto de embarco.

El suministro de armas por parte de Trujillo era conocido, no así el de Somoza Debayle, según historiadores y expertos consultados.

"Lo de Trujillo no era secreto. Muchas personas del gobierno de Batista me lo han mencionado --Papo [Fulgencio Rubén, hijo mayor del gobernante, fallecido en el 2007] me lo dijo. El problema con esas armas, las carabinas San Cristóbal, es que no eran de la misma calidad de las armas de Estados Unidos. Muchas veces no funcionaban en medio del tiroteo'', comentó el profesor Frank Argote-Freyre, autor de la biografía Fulgencio Batista: From Revolutionary to Strongman.

También se conoce que Batista fue retenido por Trujillo en 1959 en República Dominicana hasta que pagó la deuda por la compra de armamentos.

El 27 de junio de 1958, desconfiados de la efectividad del embargo bélico y con el fin de aumentar la presión sobre Washington, las fuerzas rebeldes comandadas por Raúl Castro secuestraron a 47 contratistas estadounidenses, entre ellos 20 civiles, en la región oriental.

El entonces comandante del Segundo Frente Frank País exigía que el Departamento de Estado declarara públicamente, haciendo referencia a los rehenes, que no suministraría más armas al ejército de Batista y que no permitiría que se usara la Base Naval de Guantánamo como punto de reabastecimiento.

Presiones conjuntas de miembros del Movimiento 26 de julio y del gobierno estadounidense a través del cónsul en Santiago de Cuba, Park Wollam, convencieron a Raúl de liberar a los cautivos.

Pero tras la conclusión del episodio el 11 de julio, Washington decidió cancelar el envío de 15 aviones de entrenamiento militar para pilotos cubanos que estaban en Estados Unidos, a pesar de que ya el gobierno de Batista los había pagado.

"Creo que el Departamento de Estado no quería tomar ninguna decisión que pudiera ayudar al gobierno de Batista y recibir protestas de los revolucionarios'', declaró Smith en 1960.

Con el paso de los meses, la situación de abastecimiento empeoraba. La carta de Tabernilla Palmero a Batista en noviembre de 1959 le recuerda que "en los últimos meses sólo nos quedaban dos mil balas de 37mm''.

El ex general batistiano era hijo de Francisco "Pancho'' Tabernilla Dolz --jefe del Estado Mayor del Ejército-- y estaba al frente del Regimiento Mixto de Tanques cuando acudió a Palacio Presidencial a socorrer a Batista durante el ataque del Directorio Estudiantil Revolucionario el 13 de marzo de 1957. Inmediatamente fue ascendido a General de Brigada y nombrado Jefe de la División de Infantería.

Los Tabernilla eran considerados hombres incondicionales de Batista y tuvieron una destacada participación en las misiones armadas contra las fuerzas insurgentes. Los opositores al régimen batistiano los señalan como responsables de la represión desatada en los últimos meses de 1958 contra la población y las fuerzas rebeldes los calificaron de criminales de guerra.

"Usted sabe que yo mantenía amistad con él [Somoza Debayle] y no podía olvidar que cooperó decididamente con nuestro Ejército vendiéndonos 30 tanques T-17 con 90 ametralladoras, 16 mil balas para cañón 37mm, 1 millón calibre .30, bombas de naphlam (sic.), de 500 y 100 libras [de fragmentación] para las FAE [fuerzas armadas], agrega Tabernilla Palmero en su misiva, que forma parte de la Colección Fulgencio Batista Zaldívar de UM.

La carta tiene por fin apaciguar el disgusto de Batista ante las recomendaciones que había enviado Tabernilla Palmero a Anastasio Somoza Debayle en junio de 1959, a raíz de la invasión rebelde de Olama y Mollejones, liderada por Pedro Joaquín Chamorro con un centenar de combatientes.

Las relaciones entre los Tabernilla y Batista se habían tornado tirantes. El ex dictador consideraba que los militares lo habían traicionado en los días finales de 1959.

"La carta a Somoza no es rumor. Le acompaño la copia. Se la hice al contemplar a su País (sic.) invadido, para que no fuera a incurrir en los mismo errores que nosotros cometimos'', le aclara Tabernilla Palmero a Batista.

El ex dictador cubano estaba indignado por la injerencia, como ilustra una carta fechada en Funchal, Madeira, el 7 de enero de 1960 y dirigida a "R y P''.

"Las expresiones y lo que trata de afirmar, como la carta enviada a los Somoza, encierran tales degeneraciones, que lo mejor es ignorarlo totalmente'', recomienda Batista, quien dice tener noticias de que el documento fue recibido con "asco'' por los hermanos Somoza.

Las recomendaciones de Tabernilla Palmero a los Somoza incluyen cortar el suministro de víveres, ropas y medicinas hacia la región donde operan los insurrectos. "La represión contra los involucrados en hechos conspirativos deberá ser tan imparcial y tan severa como las circunstancias lo requieran'', le aconseja "Silito'' a Anastasio Somoza Debayle en la misiva fechada el 8 de junio de 1959 en Palm Beach.
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FULGENCIO BATISTA Y ZALDIVAR Empty Re: FULGENCIO BATISTA Y ZALDIVAR

Mensaje por El Compañero Lun Sep 01, 2008 9:00 am

Despierta singular interés en vida y obra de Batista
IVETTE LEYVA MARTINEZ
Especial para El Nuevo Herald

Fulgencio Batista Zaldívar, la figura política que más influyó en la época republicana en Cuba, ha comenzado a ser reexaminado históricamente medio siglo después de que Fidel Castro lo sucediera en el poder.

En los dos últimos años, la figura de Batista (Banes, 1901-- Marbella, 1973) ha sido objeto de estudio e inspiración para investigadores, académicos y escritores. En el 2006, el historiador cubanoamericano Frank-Argote Freyre publicó Fulgencio Batista: From revolutionary to strongman, la primera parte de su minuciosa biografía del gobernante desde su nacimiento hasta 1940.

"Al pasar casi 50 años, las pasiones van disminuyendo y se puede analizar con más claridad los períodos de gobierno de Batista", consideró Argote Freyre, profesor de Historia de la Universidad Kean, en Nueva Jersey.

Durante décadas, la historiografía esquivó la figura del hombre que gobernó durante más tiempo en la República -- 11 años -- y cuyo poder en la isla se hizo sentir en la primera mitad del siglo XX. Fue el primer presidente que gobernó bajo la última Constitución republicana, entre 1940 y 1944. Pero en 1952 tomó al poder mediante un golpe de Estado que destrozó el orden constitucional y generó un amplio rechazo popular. El 31 de diciembre de 1958 se vio obligado a abandonar la isla ante el empuje del Ejército Rebelde liderado por Castro.

"Los historiadores y politólogos dentro de Cuba saben que uno de los mitos de la revolución es que Batista fue un demonio, reconocen que la historia es más complicada, pero sus carreras estarían en peligro si desafían la versión oficial", señaló Argote-Freyre, quien viajó a la isla para su investigación.

Al historiador le sorprendió la complejidad del gobernante cubano.

"Su mente era muy sutil, entendía el poder y los mecanismos para manejarlo. Se convirtió en un hombre fuerte dentro de un gobierno débil", opinó. "Hace tiempo debíamos haberlo visto con ojos más históricos y menos apasionados".

Sin embargo, la controversial personalidad sigue avivando pasiones en el exilio cubano, donde conviven opositores a la etapa dictatorial (1952-1959) con colaboradores y simpatizantes suyos.

El 14 de enero del 2001, una misa convocada en la iglesia San Juan Bosco de Miami para honrar al ex gobernante en el centenario de su nacimiento fue suspendida por una falsa amenaza de bomba.

A pesar del incidente, grupos de exiliados han seguido conmemorando otras fechas vinculadas a Batista, como los aniversarios del 4 de septiembre de 1933, cuando el entonces sargento encabezó una revuelta militar que lo catapultó a la historia de Cuba y llevó a la renuncia del presidente provisional Carlos Manuel de Céspedes.

En junio del 2006, la revista Enepecé, editada en Miami, dedicó un amplio dossier a Batista, con una entrevista del filósofo Emilio Ichikawa a su hijo mayor, Fulgencio Rubén (Papo) Batista, quien falleció el pasado año.

Pero Batista también revive en la literatura.

En España, el joven periodista Gregorio León obtuvo el X Premio de Novela de la Ciudad de Badajoz en el 2007 por Murciélagos en un burdel, inspirada en el fallido asalto al Palacio Presidencial en 1957 y donde recrea la personalidad del general golpista.

"Quitarle a Batista la etiqueta de dictador es tan difícil como borrar un tatuaje. No podía describirlo como el sanguinario que ha trazado el régimen cubano históricamente, ni tampoco llevármelo al otro extremo", comentó León. "La cosa era ver a Batista de carne y hueso. Ver cómo se enamora de su mujer después de atropellarla mientras ella paseaba, cómo sufre por las consecuencias para su familia al producirse al ataque al Palacio Presidencial. . ."

El escritor también consideró que la figura de Batista ha sido distorsionada por la historiografía.

"Cito el ejemplo del historiador Enrique Cirules, cuyos trabajos serían muy estimables si no estuvieran salpicados constantemente de esos piojos que te encuentras en cada página en forma de descalificaciones a Batista y a lo que representaba", afirmó. "Cuba no se merecía a Batista, pero mucho menos a Castro".

En París, la escritora Zoe Valdés prepara una novela sobre el penúltimo dictador cubano, de la cual se limitó a decir que abarca desde "Quintín Banderas hasta la muerte de Batista".

Valdés recordó que comenzó a interesarse en la personalidad de Batista desde sus estudios universitarios y señaló que es difícil explicar por qué se produce ahora un reexamen histórico.

"Tampoco es un fenómeno masivo, somos dos o tres interesados, nada más; me parece que ha pasado mucho tiempo, y que la figura de Batista comienza a engrandecerse, comparado con Castro no fue el dictador que se dijo, hizo mucho bien a su país por un lado, y vivió un exilio digno, hasta su muerte", agregó.

En el 2005, los herederos de Batista donaron a la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami miles de documentos -- cartas, fotos, manuscritos, recortes de publicaciones, libros, revistas -- que cubren fundamentalmente sus años de exilio, desde 1958 hasta 1973. La mayor parte del archivo de Batista entre 1933 y 1958 permanece en Cuba.

Los materiales de la Colección Fulgencio Batista Zaldívar, agrupados en 148 cajas, pueden ser consultados libremente por el público y algunos documentos y fotografías están disponibles por internet.

De ellos emerge la imagen de un hombre con profundo sentido de la historia y sus vaivenes. El cuidado y orden de los papeles indica que Batista preveía este momento de revalorización de su papel en la historia de Cuba; todos los documentos parecen ordenados para facilitar el trabajo de los historiadores que vendrán.

Escribía y corregía varias veces sus textos, guardaba todos los borradores a lápiz; hacía copias en papel carbón de sus cartas, guardaba hasta los sobres de las que recibía.

"Desde el fondo de mi alma grita la voz de la historia", escribió en una carta en 1965.

La colección ha facilitado y alentado el trabajo de los interesados en esta personalidad histórica. De acuerdo con Esperanza Varona, directora de la Cuban Heritage Collection, entre los investigadores que han acudido a revisar la papelería se encuentran graduados de las universidades de Viena, Emory, en Georgia, y de Florida State Univesity (FSU).

La abundante correspondencia da fe de la visión de Batista sobre el papel de Cuba durante las distintas fases de la Guerra Fría, de sus relaciones con el exilio cubano, de los amigos que se mantuvieron fieles durante años y de sus intereses literarios. Sin embargo, en decenas de cartas y documentos consultados -- incluida una autobiografía inconclusa e inédita --, Batista eludió referirse al momento más controversial de su carrera política: el golpe de Estado de 1952.

Durante su exilio se dedicó exclusivamente a escribir y a viajar por España y Portugal. Nunca regresó a Estados Unidos, donde había vivido en la ciudad floridana de Daytona entre 1944 y 1952.

Con el mismo orden con el que cuidaba sus papeles personales, coleccionó las revistas Bohemia, Lunes de Revolución, Bohemia Libre y Carteles, y los diarios Revolución, Patria, Prensa Libre, El Mundo y Diario de la Marina, así como numerosas publicaciones del exilio de Miami.

Sostuvo un extenso intercambio epistolar con decenas de personalidades, entre ellas el poeta Gastón Baquero, los historiadores Enrique Pizzi de Porras y Jorge Hernández Volta y el general Arístides Sosa de Quesada, culto integrante de las fuerzas armadas cubanas. El tono de sus cartas es cortés y condescendiente, incluso al responder a comentarios negativos.

Apenas dos años después de su huida de la isla, Batista se quejaba con Baquero de la distorsionada imagen de la Cuba republicana.

"La infamia de las calumnias y las mentiras la han hecho aparecer como una subnación, sin desarrollo y analfabeta; como una tribu dominada por instintos bestiales, sin salubridad y sin cultura", le escribió al poeta en julio de 1961.

Mantuvo uno de los intercambios epistolares más profusos con uno de sus antiguos enemigos políticos: Carlos Márquez Sterling, presidente de la Asamblea Constituyente de 1940 y ex militante de los partidos Auténtico y Ortodoxo.

En 1958 Márquez Sterling fundó el Partido del Pueblo Libre y se postuló sin éxito como rival de Batista en las últimas elecciones cubanas. En el exilio, el intercambio entre ambos fue cordial, y en algunas misivas Márquez Sterling se refiere a Batista como "mi querido presidente".

El rechazo del ex dictador a participar en movimientos políticos del exilio es una constante en todo su epistolario, así como su escepticismo ante el éxito que podrían lograr los exiliados. En marzo de 1964 le escribió a Márquez Sterling: "Por Cuba y la unidad de los cubanos, tengo decidido no figurar en grupos ni estimularlos. Es ya bastante penoso constatar cómo las rivalidades y las pugnas los dividen y cómo, los que creen ser preferidos por las ventajas inmediatas que reciben, contribuyen a diezmar los mejores impulsos".

Aunque es conocida la reticencia de Batista a involucrarse con los movimientos políticos de Miami, hay indicios de que esa no fue su intención original. En una carta al historiador Pizzi de Porras, fechada en Ciudad Trujillo (hoy Santo Domingo, República Dominicana) el 27 de abril de 1959, le asegura que no aspirará a cargos, pero deja entrever que se mantendrá activo en la escena política.

"[. . .] no quiero ser poder de nuevo. [. . .] En cuanto pueda estar por allá creo que podremos hacer mucho con los que pueden".

En un memorando del 16 de octubre de ese año Batista da nueva señales de que quiere mantenerse en el terreno de la política. Analiza un manifiesto de los exiliados de Miami y enfatiza la necesidad de una organización central con un nombre abarcador, como "Movimiento Democrático". Sugiere que "debe condenarse el terrorismo, y toda acción que se desarrolle ha de destacarse como nacida del propósito de combatir el terrorismo que se ha adueñado de Cuba".

La imposibilidad de viajar a Estados Unidos, donde no se le permitió la entrada después de su huida de Cuba; el rechazo que provocaba en muchos exiliados que habían combatido su dictadura y su oposición a las naturales divisiones a que conlleva la política, profundizaron la brecha con Miami.

"A veces los grupos, que ya forman ramilletes, son simbólicos e instrumentos de dos o tres personas interesadas en destacarse, o de ansiosos o desesperados que a su vez son aprovechados para sumar factores a la dispersión", le escribió a Eusebio Mujal, ex secretario general de la Confederación de Trabajadores de Cuba desde Estoril, Portugal, el 15 de abril de 1967.

Batista consideraba que la ausencia de la unidad política dentro del exilio era uno de los obstáculos principales para lograr la democracia en Cuba.

"Ninguna persona o colectividad determinada en el exilio, por fuerte que parezca, tendrá autoridad bastante, política o moral, para hablar en nombre de Cuba a individuos, entidades, instituciones o gobiernos en el extranjero", pronosticó en un memorando de marzo de 1969.

Desde los primeros años de la década del 60, Batista estaba profundamente escéptico sobre el fin del castrismo.

"No preveo tan cercanos los umbrales de una acción masiva ni la aurora de la soberanía reivindicada", le escribió a Márquez Sterling en octubre de 1965. "Creo [. . .] que el drama cubano no parece tener desenlace inmediato [. . .]. Cuba es sólo una ficha en el tablero internacional, sujeta a voluntadas ajenas y a merced de factores imponderables".

En otra misiva ese mes le advierte que "Fidel Castro toma ventajas porque ha conseguido [. . .] que en los Estados Unidos se comente más respecto a la forma de dar entrada a los miles de cubanos que emigran de la tierra propia, que del peligro que constituye para todos los vecinos su permanencia en el poder".

La correspondencia testimonia los numerosos pedidos de ayuda económica que recibía frecuentemente de un amplio rango de exiliados. En carta del 22 de septiembre de 1961, el conocido periodista Luis Ortega le agradeció la donación monetaria del ex dictador para la publicación Popular.

"Al cabo de los años he tenido que reconocer que, por aferrarme a criterios exageradamente periodísticos, fui en contra de mi simpatía y admiración por usted", le escribió entonces Ortega, quien reside actualmente en Miami.

Después de la fallida invasión de Bahía de Cochinos, Batista recibió más de una decena de cartas de amistades y conocidos en las que le pedían entre $50,000 y $100,000 para lograr la liberación de los brigadistas presos. Respondió asegurando que cooperaría con dinero si Castro aceptaba la excarcelación de todos los prisioneros de la fallida expedición armada de 1961.

Aunque nunca llegó a desembolsar ese dinero, en otras oportunidades envió donaciones a amigos en vicisitudes, exiliados, familiares de presos políticos y organizaciones caritativas. En 1971, la junta directiva de la Brigada 2506 le escribió desde Miami para darle gracias por su "valiosa donación económica", que permitió levantar el Memorial de la Calle Ocho.
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Mensaje por El Compañero Lun Sep 01, 2008 9:06 am

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"Batista rodeado de militares que le dan vítores en el campamento de Columbia el 10 de marzo de 1952. Archivo El Nuevo Herald"

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"Foto de Batista tomada el 10 de marzo de 1952. Batista había organizado en 1933 la llamada "revolución de los sargentos", que consolidó su poder y lo llevaría a la presidencia en 1940. AFP/Getty Images"

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"Batista recibe el certificado de las elecciones de 1954 durante una ceremonia en la finca Kuquine. Al centro, el doctor Joaquín Ochotarena Roque, presidente del Tribunal Superior Electoral, junto a otros magistrados. Archivos de El Nuevo Herald"

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"Fulgencio Batista a principios de la década de 1940. Batista ha comenzado a suscitar el interés de los historiadores. En realidad, es una de las figuras más complejas y menos comprendidas de la reciente historia latinoamericana. Archivos de The Miami Herald"

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"Batista arriba a Miami en 1942. Archivos de The Miami Herald"

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"Fulgencio Batista con su esposa Martha Fernández de Batista en 1948. Bill Kuenzel / Archivos de The Miami Herald"

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"Fulgencio Batista ejerce el voto en las elecciones de noviembre de 1954, mientras su esposa Martha Fernández de Batista lo observa sonriente. Detrás aparece el ayudante militar Cosme Vara. The Palm Beach Post / AP"

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"La foto, tomada el 26 de julio de 1953, muestra a los guardias del ejército de Fulgencio Batista ocupando posiciones para enfrentar a los asaltantes del Cuartel Moncada, liderados por Fidel Castro, en Santiago de Cuba. AFP/Getty Images"

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Fulgencio Batista en 1957. GREY VILLET / Getty Images. ¿Quizas daba un reporte militar sobre los combates en la Sierra Maestra contra el nuevo Tirano en gestación?

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"Earl E. T. Smith, el último embajador estadounidense en Cuba durante la República, llegó a La Habana en el verano de 1957. Archivo de El Nuevo Herald"

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"El general Francisco Tabernilla Dolz, conocido por "Pancho", era jefe del Estado Mayor del Ejército cubano. Los Tabernilla eran considerados hombres incondicionales de Batista. Archivo de El Nuevo Herald"
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