Peligro de muerte
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Peligro de muerte
Peligro de muerte
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Voy a correr el riesgo de que me tilden de mentiroso. Habrá, fundamentalmente personas de otras latitudes que tras la breve lectura lancen al aire un suspiro con la intención de exteriorizar los recelos, y a la vez disipar la irritación ante los retazos de una historia real, pero muy proclive a confundirse con la ficción.
Garantizo que no son invenciones gratuitas, ni maniobras para amplificar el descrédito. Es una pincelada de la decadencia. El drama de una familia a expensas de la mediocridad, la corrupción y las ruedas dentadas de la negligencia.
Si trágicos son los hechos, peor es conocer el lugar de los sucesos: el hospital Miguel Enríquez.
La paciente, que bordea los 70 años, aquejada de serios problemas gástricos y cardíacos, debe esperar indefinidamente por un ecocardiograma. Un examen para comprobar el estado del corazón y que, en estos momentos, según le manifestaron a los familiares, existe una lista de espera bastante concurrida. Pues en muy pocos centros ofrecen este tipo de servicios, y para colmo, en la mayor parte de los lugares donde se practica, el equipo está roto.
No obstante, algunos empleados del hospital, con la mejor intención, le ofrecieron el camino más corto para encontrar una solución que ilustra los signos de un panorama crítico y regido por la insensibilidad.
Primeramente, los necesitados deben procurar el servicio por sus propios medios, peregrinando por la red hospitalaria capitalina. La acción, sin el discreto soborno o la suerte de que un pariente labore en el hospital de marras, está condenada al fracaso. El procedimiento es una regla no escrita, pero muy en boga en estos tiempos en que la anarquía se impone por encima de retóricas y triunfalismos.
Por si fuera poco, la transportación también cae dentro de las obligaciones de la parentela, aunque el enfermo permanezca en la plantilla de los ingresados del hospital. Los tripulantes de la ambulancia siempre tienen la agenda sobrecargada y cobran los servicios extras a 100 pesos en moneda nacional. De lo contrario no hay arreglos posibles. Todo está sujeto al lucro y a un modo de suplir sus pésimos niveles de vida por medio de la ilegalidad. El relajo llega a niveles inadmisibles.
No es extraño que este tipo de vehículos se utilice para el traslado de mercancías birladas de algunos de los almacenes del Estado. Con las sirenas y las luces de emergencia en acción se convierten en refugios seguros para el botín de los ladrones. Esas transacciones encabezan las prioridades. Lo demás se hace con desgano y con el fin de conservar un puesto de trabajo que proporciona el filón para sobrevivir a la miseria.
El calvario de la paciente tiene otras aristas. Hace unos días, después de extraerle una muestra sanguínea y el doctor comprobar que faltaba la prueba de la glicemia (índice de azúcar en la sangre) en los resultados, las enfermeras expresaron con la candidez de un infante que no sabían hacer este tipo de exámenes.
Hasta cierto punto, la incompetencia de las chicas puede explicarse a partir de una probable asignación laboral no acorde con los conocimientos adquiridos y que responde a una política de llenar plazas vacías sin el rigor correspondiente. Cientos de estudiantes de enfermería carecen de la vocación necesaria y ejercen la profesión con un grado de insensatez con reales peligros para la vida de los enfermos.
Estos episodios no son la excepción, dictan una tendencia que abarca a toda la sociedad. Mucha gente muere no tanto por las características de sus padecimientos como por la falta de una atención médica de calidad. Los hospitales en Cuba no escapan de un fenómeno nacional. El sistema colapsa poco a poco. Esta paciente aún espera por el ecocardiograma sin muchas esperanzas en medio de la falta de higiene, el pésimo alumbrado de la sala y los alimentos mal elaborados. Ella no tiene un pariente en las altas esferas del poder para ingresar en los hospitales CIMEQ o Cira García, donde la escasez es pura ficción. Debe seguir a la espera, con la esperanza marchitándose y la impotencia quemándole las áreas sanas de su corazón.
oliverajorge75@yahoo.com
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Voy a correr el riesgo de que me tilden de mentiroso. Habrá, fundamentalmente personas de otras latitudes que tras la breve lectura lancen al aire un suspiro con la intención de exteriorizar los recelos, y a la vez disipar la irritación ante los retazos de una historia real, pero muy proclive a confundirse con la ficción.
Garantizo que no son invenciones gratuitas, ni maniobras para amplificar el descrédito. Es una pincelada de la decadencia. El drama de una familia a expensas de la mediocridad, la corrupción y las ruedas dentadas de la negligencia.
Si trágicos son los hechos, peor es conocer el lugar de los sucesos: el hospital Miguel Enríquez.
La paciente, que bordea los 70 años, aquejada de serios problemas gástricos y cardíacos, debe esperar indefinidamente por un ecocardiograma. Un examen para comprobar el estado del corazón y que, en estos momentos, según le manifestaron a los familiares, existe una lista de espera bastante concurrida. Pues en muy pocos centros ofrecen este tipo de servicios, y para colmo, en la mayor parte de los lugares donde se practica, el equipo está roto.
No obstante, algunos empleados del hospital, con la mejor intención, le ofrecieron el camino más corto para encontrar una solución que ilustra los signos de un panorama crítico y regido por la insensibilidad.
Primeramente, los necesitados deben procurar el servicio por sus propios medios, peregrinando por la red hospitalaria capitalina. La acción, sin el discreto soborno o la suerte de que un pariente labore en el hospital de marras, está condenada al fracaso. El procedimiento es una regla no escrita, pero muy en boga en estos tiempos en que la anarquía se impone por encima de retóricas y triunfalismos.
Por si fuera poco, la transportación también cae dentro de las obligaciones de la parentela, aunque el enfermo permanezca en la plantilla de los ingresados del hospital. Los tripulantes de la ambulancia siempre tienen la agenda sobrecargada y cobran los servicios extras a 100 pesos en moneda nacional. De lo contrario no hay arreglos posibles. Todo está sujeto al lucro y a un modo de suplir sus pésimos niveles de vida por medio de la ilegalidad. El relajo llega a niveles inadmisibles.
No es extraño que este tipo de vehículos se utilice para el traslado de mercancías birladas de algunos de los almacenes del Estado. Con las sirenas y las luces de emergencia en acción se convierten en refugios seguros para el botín de los ladrones. Esas transacciones encabezan las prioridades. Lo demás se hace con desgano y con el fin de conservar un puesto de trabajo que proporciona el filón para sobrevivir a la miseria.
El calvario de la paciente tiene otras aristas. Hace unos días, después de extraerle una muestra sanguínea y el doctor comprobar que faltaba la prueba de la glicemia (índice de azúcar en la sangre) en los resultados, las enfermeras expresaron con la candidez de un infante que no sabían hacer este tipo de exámenes.
Hasta cierto punto, la incompetencia de las chicas puede explicarse a partir de una probable asignación laboral no acorde con los conocimientos adquiridos y que responde a una política de llenar plazas vacías sin el rigor correspondiente. Cientos de estudiantes de enfermería carecen de la vocación necesaria y ejercen la profesión con un grado de insensatez con reales peligros para la vida de los enfermos.
Estos episodios no son la excepción, dictan una tendencia que abarca a toda la sociedad. Mucha gente muere no tanto por las características de sus padecimientos como por la falta de una atención médica de calidad. Los hospitales en Cuba no escapan de un fenómeno nacional. El sistema colapsa poco a poco. Esta paciente aún espera por el ecocardiograma sin muchas esperanzas en medio de la falta de higiene, el pésimo alumbrado de la sala y los alimentos mal elaborados. Ella no tiene un pariente en las altas esferas del poder para ingresar en los hospitales CIMEQ o Cira García, donde la escasez es pura ficción. Debe seguir a la espera, con la esperanza marchitándose y la impotencia quemándole las áreas sanas de su corazón.
oliverajorge75@yahoo.com
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