Martha B. Roque llama a la unidad desde la diversidad
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Martha B. Roque llama a la unidad desde la diversidad
IVETTE LEYVA MARTINEZ: El muro de la disidencia
By IVETTE LEYVA MARTINEZ
Seis presidentes han visitado Cuba en los últimos meses y ninguno se ha reunido con miembros de la disidencia --excluyo al visitante permanente Hugo Chávez, por razones obvias. Es cierto que la mayoría de esos líderes simpatiza con el régimen castrista, pero la atención casi nula que le dedicaron al movimiento opositor es un síntoma inequívoco del estado en que se encuentra.
La oposición cubana viene dando síntomas de un anquilosamiento similar al del régimen. Ha fracasado en su principal misión: convertirse en un movimiento popular.
Su liderazgo ha envejecido paralelamente al de la dictadura, sus acciones principales consisten en preparar documentos y hacer declaraciones a la prensa extranjera. Y aún así los disidentes ni siquiera logran ponerse completamente de acuerdo en temas secundarios, como evaluar la labor de Radio y Televisión Martí.
La convocatoria al Diálogo Nacional, lanzada en febrero de este año, no es más que otra iniciativa formal de mínima repercusión porque la disidencia cubana sigue siendo guetto político, una isla dentro de la isla, desconocida a nivel popular dentro de Cuba.
El proyecto Varela de Oswaldo Payá Sardiñas, el único intento disidente que llegó a tener alcance popular y repercusión en las esferas gubernamentales, tampoco logró unificar a los opositores cubanos, e incluso algunos lo atacaron con vehemencia, para no hablar de los que lo condenaron en el exilio.
Lamentablemente, a lo largo de los años la oposición cubana ha sido incapaz de crear un escudo contra la acción cizañera de los agentes infiltrados de la dictadura y de dejar a un lado las rivalidades personales en aras de la meta común: que Cuba se convierta en un país democrático.
La ola represiva de la primavera del 2003 demostró ser un tsunami devastador. El movimiento, que había adquirido nuevos bríos, fue arrasado. Sus miembros más promisorios fueron encarcelados; allí siguen 55, ¡la mayoría!
Sin proponérselo, una agrupación cívica femenina comprometida con la liberación de esos hombres volvió a poner en el mapa a la disidencia cubana. Hoy las Damas de Blanco parecen haber perdido bríos también, lo cual es comprensible ante la represión y las tácticas divisivas del régimen.
Las grietas de lo que resta del movimiento opositor son cada vez más visibles. Disputas por los envíos de dinero desde el exilio, sospechas y acusaciones mutuas, reportes imprecisos de violaciones de derechos humanos por parte de algunos activistas y periodistas independientes manchan también el prestigio de la disidencia.
Pienso que la manutención de los disidentes desde el exilio ha dañado a ese movimiento. Las remesas se convirtieron en meta salarial para algunos miembros de los grupos opositores, en vez de servir como compensación y ayuda. No me opongo a que se les envíe dinero, pero creo que es un arma de doble filo que debe ser manejada con extremo cuidado, por ejemplo, a través de instituciones con fondos privados.
Digo todo esto con pesar y no con goce. Los disidentes cubanos han purgado cárcel, han vivido bajo hostigamiento durante décadas, sacrificando su bienestar y el de sus familias. Las protestas de estos hombres y mujeres han contribuido a quebrar el mito de Cuba como paradigma de un mundo mejor. Tristemente, ese esfuerzo no ha logrado abrir el camino a la democracia.
No faltarán quienes digan, con mentalidad totalitaria, que una crítica a la disidencia es un servicio al régimen castrista, pero creo que hacer la vista gorda ante la crisis de la oposición cubana es un servicio aún mayor.
En el último año, la atención de la prensa y los observadores internacionales se ha volcado hacia personalidades al margen de la militancia política opositora. En medio de la parálisis de la disidencia, los blogueros, con Yoani Sánchez a la cabeza, artistas rebeldes como el escritor Orlando Luis Pardo y músicos como Gorki Aguila son una promisoria muestra de creciente resistencia cívica ante la dictadura cubana. Y el castrismo, sin duda, ya ha tomado nota.
¿Lograrán impulsar ellos un movimiento popular o al menos, la conciencia sobre la necesidad de la democracia en Cuba? Quién sabe. El sector más joven de la sociedad cubana es el menos comprometido con la dictadura pero a la vez el más permeado de escepticismo político, apoliticismo, escapismo y otros ismos similares.
Parecería, sin embargo, que después de 50 años de dictadura, el rechazo a ese régimen adopta formas más originales e independientes. Por fin, un soplo de aire fresco, esperanzador.
Editora de Yahoo! Inc.
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/390227.html
Sin críticas, pero con historia. (1ra. Parte).
Por Martha Beatriz Roque Cabello.
Los que luchamos por la democracia dentro de Cuba, tenemos mucho que aprender sobre la pluralidad de criterios.
Algunos opositores- pusieron muy mala cara – recientemente- ante un artículo publicado por el Nuevo Herald, el pasado miércoles 25 de febrero, bajo la firma de Ivette Leyva Martínez, Editora de Yahoo Inc., con el título de “El muro de los disidentes”. La primera reacción fue darle una respuesta colectiva, incluso personas amigas, -no cubanas- a las que también desagradó, recomendaron esto. Sólo faltó parafrasear al régimen y utilizar la palabra: “contundente”.
No comparto este criterio, ella tiene todo el derecho del mundo a criticarnos, ofendernos y hasta llamarnos viejos, esa es precisamente la prensa que aspiramos poseer, la que permite la libertad de expresión.
Pero… se puede también escribir sobre la situación de la oposición interna, y hacer un poco de historia, sin aspirar a ser su portavoz. ¡Claro está!, no desde una oficina con aire acondicionado, con servicio de Internet, con un auto aparcado esperando el final de la jornada laboral y todas las condiciones en la casa que permiten al regreso tener un descanso confortable y una comida apetitosa. ¡Esa no es la vida actual del disidente! Pero a este tipo de existencia es a la que aspiramos, no sólo para los que están activos en la lucha, si no también para toda la nación cubana.
Hay organizaciones dentro de la Isla que hacen un gran esfuerzo por llevar a cabo un movimiento popular, entre ellas: La Asamblea para Promover la Sociedad Civil, que celebró una Reunión Nacional con unos 200 participantes y con la calle llena de pueblo escuchando y mirando lo que en ésta se trataba. Tuvo un costo político alto, pero también personal, pues -entre otras cosas- el gobierno intervino el terreno en que se celebró. Posteriormente, desarrolló el I Congreso de Bibliotecas Independientes, que sacó muchas personas de sus casas a participar en actividades en los locales donde estaban ubicadas las Bibliotecas. Y ahora en estos momentos, además del Diálogo Nacional, trabaja con estos fines la Agenda para la Transición.
Si bien algunas actividades han tenido quienes las rechazan dentro de la oposición, esto es parte de lo que tratamos de conseguir, la libertad de opinión. Y también sin lugar a dudas, es que está presente la acción de los órganos de la Seguridad del Estado, que a través de miles y miles de oficiales y colaboradores, mantienen un estricto control sobre la oposición; que nunca podrá revertir esta avalancha, como no tuvieron éxito en hacerlo los disidentes en los ex países socialistas, que ya han conseguido el cambio. Es algo así como… una pelea entre mono y león, con la agravante que el mono está amarrado. Por eso es que ha habido que aprender a luchar con ellos al lado.
La acción venenosa de los agentes infiltrados de la dictadura, no es la única que cae sobre la oposición, una muestra irrefutable de esto se consigue leyendo el Nuevo Herald y también prestando atención a los que quieren, tras bambalinas desde fuera, dirigir organizaciones dentro del país, para lo cual practican la máxima: “divide y vencerás”, a cualquier costo.
Continuando la exposición de la historia, sería bueno recordar que las dignas Damas de Blanco, que tantos premios y reconocimientos han recibido a través del mundo; hace apenas tres meses, el pasado 10 de diciembre de 2008, estaban en las escaleras del Capitolio Nacional; o más cerca aún, el 18 de febrero de 2009, fueron arrastradas frente al Hospital Militar Carlos J. Finlay, cuando reclamaban un diagnóstico para el preso de conciencia del grupo de los 75 Ariel Sigler Amaya, lo que permite asegurar, que casi seis años después de la Primavera Negra, mantienen activa la lucha por la liberación de sus familiares, injustamente presos.
Durante muchos años, el gobierno cubano ha utilizado la perorata de llamar a los disidentes mercenarios. Pero los que viven fuera del país, conocen –perfectamente- que los fondos para la Ayuda a la Democracia en Cuba, no llegan a la isla. Al parecer en una modificación histórica, por estar muy gastado este argumento los mercenarios se pueden convertir en “mantenidos”. Hace muchos años se utilizaba este término para designar a las meretrices, amantes de los señores de la clase media y alta.
Precisamente de lo que carece el movimiento disidente es de recursos. Si se hubiera contado con ellos, el pueblo que tiene que unirse a esta punta de iceberg, no los vería como personas que viven casi en la indigencia, a los que la dictadura deja sin trabajo por el solo hecho de disentir. Son precisamente la imagen de los que no se les vende “algo”, cuando sus casas quedan destruidas por los huracanes; a los que se les aplica la peligrosidad. Valga decir que en estos momentos se calculan por encima de 5000 los presos por este concepto, que nada han hecho, sólo no doblegarse ante el sistema.
Tienen también en su contra, algo que es público y notorio: algunos de los hijos de los opositores, reciben malos tratos en las escuelas, son discriminados, insultados frente a sus condiscípulos, en ocasiones no se les permite llegar a ser técnicos medios y ni pensar en una carrera universitaria. ¿Qué le pueden ofrecer al pueblo? ¿Más miseria, más represión, más encarcelamiento?
Alegra saber que existe una toma de conciencia de una pequeña parte de la juventud, lo que permite afirmar que el trabajo de la disidencia ha dado sus frutos, pues ellos de una forma u otra, siguen el ejemplo de los que se oponen. Además aceptan con gusto, como lo hizo Gorki, el apoyo que le dio este movimiento “anciano”, durante su juicio. Ojalá que surjan muchos soplos de aire fresco, esta generación que ha luchado por más de 20 años, que ha pasado cárceles, persecución y golpizas, está dispuesta a entregar el bastón a los jóvenes. Pero mientras tanto, necesita que también personas con buena voluntad que hagan críticas, estén dispuestas a dar soluciones y a enviar la ayuda necesaria para alcanzar el poder movilizativo del pueblo. Si la calle es la salida, ahí está resuelta a ir una parte importante de la disidencia, pero ¿cómo lo logra, si apenas tiene recursos para mantenerse?
A nivel de pueblo dentro de la Isla, y en cada lugar de residencia de los opositores, donde éstos desarrollan sus actividades, son conocidos y respetados; existen hechos que así lo demuestran. Son tildados –quizás- de intrépidos o locos, por luchar contra un régimen todopoderoso que los encarcela, sólo con las armas del corazón y la dignidad. Los líderes nacionales son reconocidos también en cualquier lugar público, reciben muestras de apoyo y solidaridad e incluso cuando viajan a provincias.
No hay dudas que la oposición interna tiene que continuar su lucha, hay otros grupos y formas que tampoco han conseguido su objetivo, pero no es hora de balances, si no de terminar con lo que, aún siendo tan malo nos une: ¡la dictadura!
Ciudad de La Habana, 2 de marzo de 2009.
Martha Beatriz Roque Cabello
http://www.cubademocraciayvida.org/web/article.asp?artID=8468
By IVETTE LEYVA MARTINEZ
Seis presidentes han visitado Cuba en los últimos meses y ninguno se ha reunido con miembros de la disidencia --excluyo al visitante permanente Hugo Chávez, por razones obvias. Es cierto que la mayoría de esos líderes simpatiza con el régimen castrista, pero la atención casi nula que le dedicaron al movimiento opositor es un síntoma inequívoco del estado en que se encuentra.
La oposición cubana viene dando síntomas de un anquilosamiento similar al del régimen. Ha fracasado en su principal misión: convertirse en un movimiento popular.
Su liderazgo ha envejecido paralelamente al de la dictadura, sus acciones principales consisten en preparar documentos y hacer declaraciones a la prensa extranjera. Y aún así los disidentes ni siquiera logran ponerse completamente de acuerdo en temas secundarios, como evaluar la labor de Radio y Televisión Martí.
La convocatoria al Diálogo Nacional, lanzada en febrero de este año, no es más que otra iniciativa formal de mínima repercusión porque la disidencia cubana sigue siendo guetto político, una isla dentro de la isla, desconocida a nivel popular dentro de Cuba.
El proyecto Varela de Oswaldo Payá Sardiñas, el único intento disidente que llegó a tener alcance popular y repercusión en las esferas gubernamentales, tampoco logró unificar a los opositores cubanos, e incluso algunos lo atacaron con vehemencia, para no hablar de los que lo condenaron en el exilio.
Lamentablemente, a lo largo de los años la oposición cubana ha sido incapaz de crear un escudo contra la acción cizañera de los agentes infiltrados de la dictadura y de dejar a un lado las rivalidades personales en aras de la meta común: que Cuba se convierta en un país democrático.
La ola represiva de la primavera del 2003 demostró ser un tsunami devastador. El movimiento, que había adquirido nuevos bríos, fue arrasado. Sus miembros más promisorios fueron encarcelados; allí siguen 55, ¡la mayoría!
Sin proponérselo, una agrupación cívica femenina comprometida con la liberación de esos hombres volvió a poner en el mapa a la disidencia cubana. Hoy las Damas de Blanco parecen haber perdido bríos también, lo cual es comprensible ante la represión y las tácticas divisivas del régimen.
Las grietas de lo que resta del movimiento opositor son cada vez más visibles. Disputas por los envíos de dinero desde el exilio, sospechas y acusaciones mutuas, reportes imprecisos de violaciones de derechos humanos por parte de algunos activistas y periodistas independientes manchan también el prestigio de la disidencia.
Pienso que la manutención de los disidentes desde el exilio ha dañado a ese movimiento. Las remesas se convirtieron en meta salarial para algunos miembros de los grupos opositores, en vez de servir como compensación y ayuda. No me opongo a que se les envíe dinero, pero creo que es un arma de doble filo que debe ser manejada con extremo cuidado, por ejemplo, a través de instituciones con fondos privados.
Digo todo esto con pesar y no con goce. Los disidentes cubanos han purgado cárcel, han vivido bajo hostigamiento durante décadas, sacrificando su bienestar y el de sus familias. Las protestas de estos hombres y mujeres han contribuido a quebrar el mito de Cuba como paradigma de un mundo mejor. Tristemente, ese esfuerzo no ha logrado abrir el camino a la democracia.
No faltarán quienes digan, con mentalidad totalitaria, que una crítica a la disidencia es un servicio al régimen castrista, pero creo que hacer la vista gorda ante la crisis de la oposición cubana es un servicio aún mayor.
En el último año, la atención de la prensa y los observadores internacionales se ha volcado hacia personalidades al margen de la militancia política opositora. En medio de la parálisis de la disidencia, los blogueros, con Yoani Sánchez a la cabeza, artistas rebeldes como el escritor Orlando Luis Pardo y músicos como Gorki Aguila son una promisoria muestra de creciente resistencia cívica ante la dictadura cubana. Y el castrismo, sin duda, ya ha tomado nota.
¿Lograrán impulsar ellos un movimiento popular o al menos, la conciencia sobre la necesidad de la democracia en Cuba? Quién sabe. El sector más joven de la sociedad cubana es el menos comprometido con la dictadura pero a la vez el más permeado de escepticismo político, apoliticismo, escapismo y otros ismos similares.
Parecería, sin embargo, que después de 50 años de dictadura, el rechazo a ese régimen adopta formas más originales e independientes. Por fin, un soplo de aire fresco, esperanzador.
Editora de Yahoo! Inc.
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/390227.html
Sin críticas, pero con historia. (1ra. Parte).
Por Martha Beatriz Roque Cabello.
Los que luchamos por la democracia dentro de Cuba, tenemos mucho que aprender sobre la pluralidad de criterios.
Algunos opositores- pusieron muy mala cara – recientemente- ante un artículo publicado por el Nuevo Herald, el pasado miércoles 25 de febrero, bajo la firma de Ivette Leyva Martínez, Editora de Yahoo Inc., con el título de “El muro de los disidentes”. La primera reacción fue darle una respuesta colectiva, incluso personas amigas, -no cubanas- a las que también desagradó, recomendaron esto. Sólo faltó parafrasear al régimen y utilizar la palabra: “contundente”.
No comparto este criterio, ella tiene todo el derecho del mundo a criticarnos, ofendernos y hasta llamarnos viejos, esa es precisamente la prensa que aspiramos poseer, la que permite la libertad de expresión.
Pero… se puede también escribir sobre la situación de la oposición interna, y hacer un poco de historia, sin aspirar a ser su portavoz. ¡Claro está!, no desde una oficina con aire acondicionado, con servicio de Internet, con un auto aparcado esperando el final de la jornada laboral y todas las condiciones en la casa que permiten al regreso tener un descanso confortable y una comida apetitosa. ¡Esa no es la vida actual del disidente! Pero a este tipo de existencia es a la que aspiramos, no sólo para los que están activos en la lucha, si no también para toda la nación cubana.
Hay organizaciones dentro de la Isla que hacen un gran esfuerzo por llevar a cabo un movimiento popular, entre ellas: La Asamblea para Promover la Sociedad Civil, que celebró una Reunión Nacional con unos 200 participantes y con la calle llena de pueblo escuchando y mirando lo que en ésta se trataba. Tuvo un costo político alto, pero también personal, pues -entre otras cosas- el gobierno intervino el terreno en que se celebró. Posteriormente, desarrolló el I Congreso de Bibliotecas Independientes, que sacó muchas personas de sus casas a participar en actividades en los locales donde estaban ubicadas las Bibliotecas. Y ahora en estos momentos, además del Diálogo Nacional, trabaja con estos fines la Agenda para la Transición.
Si bien algunas actividades han tenido quienes las rechazan dentro de la oposición, esto es parte de lo que tratamos de conseguir, la libertad de opinión. Y también sin lugar a dudas, es que está presente la acción de los órganos de la Seguridad del Estado, que a través de miles y miles de oficiales y colaboradores, mantienen un estricto control sobre la oposición; que nunca podrá revertir esta avalancha, como no tuvieron éxito en hacerlo los disidentes en los ex países socialistas, que ya han conseguido el cambio. Es algo así como… una pelea entre mono y león, con la agravante que el mono está amarrado. Por eso es que ha habido que aprender a luchar con ellos al lado.
La acción venenosa de los agentes infiltrados de la dictadura, no es la única que cae sobre la oposición, una muestra irrefutable de esto se consigue leyendo el Nuevo Herald y también prestando atención a los que quieren, tras bambalinas desde fuera, dirigir organizaciones dentro del país, para lo cual practican la máxima: “divide y vencerás”, a cualquier costo.
Continuando la exposición de la historia, sería bueno recordar que las dignas Damas de Blanco, que tantos premios y reconocimientos han recibido a través del mundo; hace apenas tres meses, el pasado 10 de diciembre de 2008, estaban en las escaleras del Capitolio Nacional; o más cerca aún, el 18 de febrero de 2009, fueron arrastradas frente al Hospital Militar Carlos J. Finlay, cuando reclamaban un diagnóstico para el preso de conciencia del grupo de los 75 Ariel Sigler Amaya, lo que permite asegurar, que casi seis años después de la Primavera Negra, mantienen activa la lucha por la liberación de sus familiares, injustamente presos.
Durante muchos años, el gobierno cubano ha utilizado la perorata de llamar a los disidentes mercenarios. Pero los que viven fuera del país, conocen –perfectamente- que los fondos para la Ayuda a la Democracia en Cuba, no llegan a la isla. Al parecer en una modificación histórica, por estar muy gastado este argumento los mercenarios se pueden convertir en “mantenidos”. Hace muchos años se utilizaba este término para designar a las meretrices, amantes de los señores de la clase media y alta.
Precisamente de lo que carece el movimiento disidente es de recursos. Si se hubiera contado con ellos, el pueblo que tiene que unirse a esta punta de iceberg, no los vería como personas que viven casi en la indigencia, a los que la dictadura deja sin trabajo por el solo hecho de disentir. Son precisamente la imagen de los que no se les vende “algo”, cuando sus casas quedan destruidas por los huracanes; a los que se les aplica la peligrosidad. Valga decir que en estos momentos se calculan por encima de 5000 los presos por este concepto, que nada han hecho, sólo no doblegarse ante el sistema.
Tienen también en su contra, algo que es público y notorio: algunos de los hijos de los opositores, reciben malos tratos en las escuelas, son discriminados, insultados frente a sus condiscípulos, en ocasiones no se les permite llegar a ser técnicos medios y ni pensar en una carrera universitaria. ¿Qué le pueden ofrecer al pueblo? ¿Más miseria, más represión, más encarcelamiento?
Alegra saber que existe una toma de conciencia de una pequeña parte de la juventud, lo que permite afirmar que el trabajo de la disidencia ha dado sus frutos, pues ellos de una forma u otra, siguen el ejemplo de los que se oponen. Además aceptan con gusto, como lo hizo Gorki, el apoyo que le dio este movimiento “anciano”, durante su juicio. Ojalá que surjan muchos soplos de aire fresco, esta generación que ha luchado por más de 20 años, que ha pasado cárceles, persecución y golpizas, está dispuesta a entregar el bastón a los jóvenes. Pero mientras tanto, necesita que también personas con buena voluntad que hagan críticas, estén dispuestas a dar soluciones y a enviar la ayuda necesaria para alcanzar el poder movilizativo del pueblo. Si la calle es la salida, ahí está resuelta a ir una parte importante de la disidencia, pero ¿cómo lo logra, si apenas tiene recursos para mantenerse?
A nivel de pueblo dentro de la Isla, y en cada lugar de residencia de los opositores, donde éstos desarrollan sus actividades, son conocidos y respetados; existen hechos que así lo demuestran. Son tildados –quizás- de intrépidos o locos, por luchar contra un régimen todopoderoso que los encarcela, sólo con las armas del corazón y la dignidad. Los líderes nacionales son reconocidos también en cualquier lugar público, reciben muestras de apoyo y solidaridad e incluso cuando viajan a provincias.
No hay dudas que la oposición interna tiene que continuar su lucha, hay otros grupos y formas que tampoco han conseguido su objetivo, pero no es hora de balances, si no de terminar con lo que, aún siendo tan malo nos une: ¡la dictadura!
Ciudad de La Habana, 2 de marzo de 2009.
Martha Beatriz Roque Cabello
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