A brazadas contra la corriente.
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A brazadas contra la corriente.
La opinión de los confinados fuera de las fronteras de Cuba con respecto a los viajes a la isla es muy diversa, llegando en ocasiones a convertirse en un abismo infranqueable que ubica de forma irracional a la comunidad en el exterior en dos grandes grupos, los verticales y los horizontales, una definición geométrica con tintes verdaderamentes artísticos. Pero desgraciadamente el arte en esencia no es política, y esta no es ave que anide en el corazón donde se guardan los amores filiales. El tema es complejo, harto difícil de enfocar sin herir suceptibilidades ni abrir viejas heridas y se ha convertido en un punto de inflexión capaz de dibujar una fractura sensible en la mayor parte de la comunidad cubana en el exterior. El tema de los viajes a Cuba compite por convertirse entre los exiliados en un eterno areíto, aquella festividad aborígen que al ritmo marcado por un Tequina, danzaban y cantaban hasta la extenuación. Una versión postmodernista en toda regla de la tragedia shakesperiana donde la frase antológica cobra verdadero tinte dramático: ¿Ir o no ir?, esa es la cuestión.
Los amantes de Verona se tornan irrelevantes, porque en esta tragedia los Montescos y los Capuletos, son sustituídos por Rodríguez, Pérez, Hernández y miles de clanes más. La pregunta clave no desencadena un simple encontronazo familiar, es conceptualmente la chispa de una riña tumultuaria digna de un análisis profundo por la repercusión social que implica para todos los cubanos, dentro y fuera de su tierra.
Siempre me resultó un absurdo la limitación de los viajes a Cuba para la población cubana afincada en los Estados Unidos de América, en primer lugar porque cercena de cuajo las libertades del individuo en particular, realmente es por principios una violación de los derechos humanos y una medida en perfecta sintonía con las directrices aduanales impuesta por el gobierno de Cuba a sus ciudadanos. El facismo castrista no puede combatirse con medidas que recorten la libertad del individuo, porque no se está haciendo otra cosa que ayudar a limitar las libertades a una comunidad.
Los cubanos residentes o que adquieren la ciudadanía de cualquier país europeo, están en franca libertad de visitar a su país cuando lo deseen y enviar las remesas familiares que estimen conveniente de acuerdo a sus posibilidades, lo considero justo y ello no implica sostener a la dictadura de los Castro. Este argumento de bloquear a la economía castrista a costa del consumo energético diario consumido por los familiares de los exiliados, me resulta una medida tan vil por parte de la antigua administración Reagan y la sección más anquilosada del exilio, que no puedo compartir por una cuestión de principios absolutamente humanitarios. Es una medida draconiana cuya única repercusión es una sensible disminución del peso corporal del cubano promedio que sobrevive alejado del edén de la élite castrense.
Hoy por hoy, los representantes de la comunidad cubana que representan al exilio en diferentes estamentos del gobierno norteamericano, son más norteamericanos que cubanos, por crianza, educación y conocimiento de la realidad cubana actual. Esto es un hecho incuestionable e incluso me atrevería a asegurar que responden políticamente a sus comunidades radicadas en territorio estadounidense, con problemas inherentes a su realidad geográfica y económica pero a mil años luz de percibir el problema cubano, como lo percibe un disidente que vive en la isla. Esta es una verdad sustentada por conceptos filosóficos que los alejan de nuestro problema y quizás este detalle, repercuta de manera desfavorable para los cubanos con la mayor parte de nuestras familias en Cuba o que pensamos regresar a una Cuba democrática y contribuir a su bienestar.
El mayor porcentaje de los exiliados cubanos en la actualidad, estamos a merced de medidas propugnadas a ambos lados de la frontera por un castrismo con ansias de monarquía vitalicia y por un exilio que por el hecho de denominarse histórico no puede vencer el paso implacable de los años. Hay que cambiar algunas cosas y ello no implica ceder un ápice ante la dictadura, lo que hay que mirar los conflictos desde diferentes ángulos y buscar soluciones, porque de extremismos sin solución y de que seamos las víctimas de todos, estamos literalmente hartos.
Nada ha logrado hacer más daño ideológico a Cuba que la visita de la comunidad miamense a su familia en la isla, porque la verdad es incuestionable y no necesita palabras, cada cubano que llega a la isla del exterior es un mensaje en potencia contra el castrismo. Restringir es trabajar para los Castro y tal es así, que basta una lectura entrelíneas de la dirección política cubana a los rumores de una apertura del gobierno norteamericano hacia la isla. A los dictadores les horroriza la palabra libertad y la única manera de combatir la pobreza como política de estado, es el dinero. Lo demás es politiquería de cafetín y resacas de trasnochados ebrios de frustraciones. Se imponen cambios en la política tradicional hacia Cuba, no sólo por parte del gobierno norteamericano sino por parte del propio exilio, si entramos hacemos más daño al castrismo, que aislando a nuestros sufridos hermanos que malviven en la isla.
Durante cincuenta años hemos sobreestimado al sistema castrista y hemos sido víctimas complacientes de su maquinaria propagandística, sencillamente les hemos hecho el juego apostando por un radicalismo brutal que ha hecho daño únicamente al pueblo de Cuba. El comunista no tiene fortaleza ideológica, es potencialmente un delincuente moral porque medra y politiza sus carencias, de ahí la corrupción que como perseverante lapa ha minado los proyectos castristas desde sus entrañas. ¿Quiénes han dado los golpes morales más contundentes a la revolución cubana sino gran parte de su más alta cúpula dirigente?. El comunista es en esencia un inmoral, que vive a expensas de una doble vida que redunda en un individualismo tan atroz que rompe los lazos más elementales de la sociedad, con el único fin de sobrevivir entre la miseria reinante. Si pudiéramos hacer una encuesta entre los militantes del Partido Comunista de Cuba con una única pregunta: ¿Alguna vez se ha apropiado usted de un bien social que no le perteneciera?, ni uno solo sería capaz de responder negativamente. Habitualmente, de forma directa o indirecta a través de familiares adquieren productos en el mercado clandestino y a la mañana siguiente desayunan las consignas de ocasión. La verdad, la razón, la moral y los principios patrios están en nuestros disidentes y la única manera de contribuir a la libertad de Cuba, es acercarnos a este sector. La apertura de los viajes a Cuba implica un mayor acceso a la información foránea por parte de la población y una imagen vale más que mil palabras.
Cada cubano esté donde esté debe tener la posibilidad de visitar la isla cuando lo desee, ayudar a su familia y una apertura en este sentido nos dará muchas más posibilidades de acercarnos a la disidencia interna y apoyarlos. En mi opinión personal es lo más lógico y más cercano a la realidad, si quieren cerrar que lo hagan los castristas, pero que lo pidamos nosotros es una auto ejecución.
No esperemos más por organizaciones que desde hace cincuenta años se amamantan a placer de las dávidas estadounidenses (80 000 000 de dólares) y sólo han logrado más restricciones para nosotros mismos. Ya tenemos un castrismo al frente y con ese nos basta y sobra, por Dios. Podemos hacer mucho por nuestro país y por nosotros mismos. Mientras tanto, dejemos a aquellos que tras cincuenta años dando brazadas contra la corriente, aun no avizoran la meta y en sus ratos de ocio, centran su atención en los estratégicos programas de Oscar Haza donde son revelados detalles que pueden dar al traste con el castrismo, como el número de la vaca de Fidel y sus hijos o si el sátrapa tiene otro vástago con su traductora de inglés. Bueno, no por gusto mucho de los conferenciantes son ex de la Inteligencia Militar. ¿Dios mío, estas palabras no son antónimos, Inteligencia y Militar?
Usted decide,
Patrio
Los amantes de Verona se tornan irrelevantes, porque en esta tragedia los Montescos y los Capuletos, son sustituídos por Rodríguez, Pérez, Hernández y miles de clanes más. La pregunta clave no desencadena un simple encontronazo familiar, es conceptualmente la chispa de una riña tumultuaria digna de un análisis profundo por la repercusión social que implica para todos los cubanos, dentro y fuera de su tierra.
Siempre me resultó un absurdo la limitación de los viajes a Cuba para la población cubana afincada en los Estados Unidos de América, en primer lugar porque cercena de cuajo las libertades del individuo en particular, realmente es por principios una violación de los derechos humanos y una medida en perfecta sintonía con las directrices aduanales impuesta por el gobierno de Cuba a sus ciudadanos. El facismo castrista no puede combatirse con medidas que recorten la libertad del individuo, porque no se está haciendo otra cosa que ayudar a limitar las libertades a una comunidad.
Los cubanos residentes o que adquieren la ciudadanía de cualquier país europeo, están en franca libertad de visitar a su país cuando lo deseen y enviar las remesas familiares que estimen conveniente de acuerdo a sus posibilidades, lo considero justo y ello no implica sostener a la dictadura de los Castro. Este argumento de bloquear a la economía castrista a costa del consumo energético diario consumido por los familiares de los exiliados, me resulta una medida tan vil por parte de la antigua administración Reagan y la sección más anquilosada del exilio, que no puedo compartir por una cuestión de principios absolutamente humanitarios. Es una medida draconiana cuya única repercusión es una sensible disminución del peso corporal del cubano promedio que sobrevive alejado del edén de la élite castrense.
Hoy por hoy, los representantes de la comunidad cubana que representan al exilio en diferentes estamentos del gobierno norteamericano, son más norteamericanos que cubanos, por crianza, educación y conocimiento de la realidad cubana actual. Esto es un hecho incuestionable e incluso me atrevería a asegurar que responden políticamente a sus comunidades radicadas en territorio estadounidense, con problemas inherentes a su realidad geográfica y económica pero a mil años luz de percibir el problema cubano, como lo percibe un disidente que vive en la isla. Esta es una verdad sustentada por conceptos filosóficos que los alejan de nuestro problema y quizás este detalle, repercuta de manera desfavorable para los cubanos con la mayor parte de nuestras familias en Cuba o que pensamos regresar a una Cuba democrática y contribuir a su bienestar.
El mayor porcentaje de los exiliados cubanos en la actualidad, estamos a merced de medidas propugnadas a ambos lados de la frontera por un castrismo con ansias de monarquía vitalicia y por un exilio que por el hecho de denominarse histórico no puede vencer el paso implacable de los años. Hay que cambiar algunas cosas y ello no implica ceder un ápice ante la dictadura, lo que hay que mirar los conflictos desde diferentes ángulos y buscar soluciones, porque de extremismos sin solución y de que seamos las víctimas de todos, estamos literalmente hartos.
Nada ha logrado hacer más daño ideológico a Cuba que la visita de la comunidad miamense a su familia en la isla, porque la verdad es incuestionable y no necesita palabras, cada cubano que llega a la isla del exterior es un mensaje en potencia contra el castrismo. Restringir es trabajar para los Castro y tal es así, que basta una lectura entrelíneas de la dirección política cubana a los rumores de una apertura del gobierno norteamericano hacia la isla. A los dictadores les horroriza la palabra libertad y la única manera de combatir la pobreza como política de estado, es el dinero. Lo demás es politiquería de cafetín y resacas de trasnochados ebrios de frustraciones. Se imponen cambios en la política tradicional hacia Cuba, no sólo por parte del gobierno norteamericano sino por parte del propio exilio, si entramos hacemos más daño al castrismo, que aislando a nuestros sufridos hermanos que malviven en la isla.
Durante cincuenta años hemos sobreestimado al sistema castrista y hemos sido víctimas complacientes de su maquinaria propagandística, sencillamente les hemos hecho el juego apostando por un radicalismo brutal que ha hecho daño únicamente al pueblo de Cuba. El comunista no tiene fortaleza ideológica, es potencialmente un delincuente moral porque medra y politiza sus carencias, de ahí la corrupción que como perseverante lapa ha minado los proyectos castristas desde sus entrañas. ¿Quiénes han dado los golpes morales más contundentes a la revolución cubana sino gran parte de su más alta cúpula dirigente?. El comunista es en esencia un inmoral, que vive a expensas de una doble vida que redunda en un individualismo tan atroz que rompe los lazos más elementales de la sociedad, con el único fin de sobrevivir entre la miseria reinante. Si pudiéramos hacer una encuesta entre los militantes del Partido Comunista de Cuba con una única pregunta: ¿Alguna vez se ha apropiado usted de un bien social que no le perteneciera?, ni uno solo sería capaz de responder negativamente. Habitualmente, de forma directa o indirecta a través de familiares adquieren productos en el mercado clandestino y a la mañana siguiente desayunan las consignas de ocasión. La verdad, la razón, la moral y los principios patrios están en nuestros disidentes y la única manera de contribuir a la libertad de Cuba, es acercarnos a este sector. La apertura de los viajes a Cuba implica un mayor acceso a la información foránea por parte de la población y una imagen vale más que mil palabras.
Cada cubano esté donde esté debe tener la posibilidad de visitar la isla cuando lo desee, ayudar a su familia y una apertura en este sentido nos dará muchas más posibilidades de acercarnos a la disidencia interna y apoyarlos. En mi opinión personal es lo más lógico y más cercano a la realidad, si quieren cerrar que lo hagan los castristas, pero que lo pidamos nosotros es una auto ejecución.
No esperemos más por organizaciones que desde hace cincuenta años se amamantan a placer de las dávidas estadounidenses (80 000 000 de dólares) y sólo han logrado más restricciones para nosotros mismos. Ya tenemos un castrismo al frente y con ese nos basta y sobra, por Dios. Podemos hacer mucho por nuestro país y por nosotros mismos. Mientras tanto, dejemos a aquellos que tras cincuenta años dando brazadas contra la corriente, aun no avizoran la meta y en sus ratos de ocio, centran su atención en los estratégicos programas de Oscar Haza donde son revelados detalles que pueden dar al traste con el castrismo, como el número de la vaca de Fidel y sus hijos o si el sátrapa tiene otro vástago con su traductora de inglés. Bueno, no por gusto mucho de los conferenciantes son ex de la Inteligencia Militar. ¿Dios mío, estas palabras no son antónimos, Inteligencia y Militar?
Usted decide,
Patrio
Patrio- Ganador por Votación del Foro al Premio Golden Post por Mejor Articulo Original
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Fecha de inscripción : 18/06/2008
Re: A brazadas contra la corriente.
hno reitero mi gratitud por tus pensamientos ,tan firmes y rectos
saludos
saludos
tito- Forista Habitual
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