Lola la Muerta.
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Lola la Muerta.
Lola envejece con la ciudad pero no lo percibe, ni siquiera le interesa su aspecto. Las canas hace mucho tiempo ganaron la batalla a los tintes y las arrugas del rostro casi superan la densidad demográfica de Hong Kong. Las otroras célebres colinas del cuerpo sucumbieron al terremoto de la desnutrición y cada paso convierte su silueta en desordenado carnaval de pellejos. La prótesis dental descansa sobre un armario, ocupando el sitio de un búcaro de Baccarat trocado tiempo atrás por dos latas de leche condensada y los carrillos entristecidos por el deceso dentario se hunden cada vez más, delineando los maxilares con exactitud. El aspecto desaliñado, la pálidez del rostro y extrema delgadez han sido la causa de su más reciente bautizo por los vecinos como Lola la Muerta, tal vez como premonición de su acelerada carrera hacia el camposanto.
Sentada en el único sillón que conserva del juego de salón estilo Luis XV, observa extasiada la fotografía sobre un cajón de madera que hace las veces de mesa de centro. La fotografía abandonada por su marco protector sufre las inclemencias de la intemperie, pero aun se distingue claramente la grácil silueta de una joven y su acompañante, que no es otra que Lola y su difunto esposo cuarenta años atrás, junto a la escalinata universitaria. Ancladas las pupilas a la imagen pasa horas enteras rumiando los recuerdos de su vida, muy distinta a la de hoy.
Los cuadros del salón siguieron en la fuga a los muebles, incluídas las copias de Picasso, Matisse y Van Gogh que sólo dejaron contornos abrazados a las paredes. Las ausencia de las estanterías de libros, hacen del salón un espacio enorme en el que Lola junto al cajón semeja un náfrago perdido en un mar de soledades. Todo a lo que le pudo poner precio, lo ha ido vendiendo para satisfacer el lastimero grito de un estómago obligado a la pereza por las circunstancias.
Dolores Guzmán y Bellafuente que es el nombre de Lola, era por entonces profesora de Filología de la universidad en la que compartía cátedra con su esposo, hijo de una opulenta familia de la época prerrevolucionaria, heredero de una residencia en el exclusivo reparto de Miramar. La viudez y la jubilación llegaron simultáneamente con el llamado "período especial", donde su pensión de profesora sólo fue suficiente para alimentarse los primeros diez días de cada mes y no tuvo otra opción que dedicarse a vender su patrimonio. Las joyas fueron quienes inauguraron su incursión en el mercado negro, más tarde, muebles, cuadros, lámparas, estatuas, paraguas y vajillas se sumaron y por último, tras casi quince años vendiendo lo que consideró menos útil se desprendió de su inapreciable tesoro, los libros. Victor Hugo, Stendhal, Homero, Horacio, Cervantes, Avellaneda, Faulkner, Maupassant y miles de autores más comenzaron su éxodo por todos los barrios habaneros, el hambre de Lola esparcía cultura por la ciudad. La salida de un volumen de la mansión se revertía en alimentos, las letras se trocaron en huevos, arroz, leche, legumbres y algunas ocasiones carne o pescado.
El último tomo vendido fue una selección de cuentos de Azorín, regalo del difunto en el primer aniversario de matrimonio, al que arrancó con cuidado la dedicatoria. Recuerda a su Antonio imitar al protagonista de "Diez minutos de parada" y aun sonríe al recordarle, pero el hambre pudo más y lo cambió por diez huevos. Ahora mientras observa la fotografía, se dirije en voz alta a la imagen: "Mi Antonio, si Azorín viviera y fuera cubano, tendría que escribir "Cinco décadas de dictadura". Mira como estoy. ¿Recuerdas cuando me afirmabas que la revolución nos garantizaría el futuro? Cuan equivocado estabas, mi amor".
Unos minutos más tarde otea la casa en busca de algo de valor, pero está totalmente vacía. Ni siquiera la señorial cama de la habitación matrimonial ha sobrevivido a la hambruna, está en la indigencia absoluta. Es entonces cuando una idea busca cobijo en su mente, se dará una satisfacción espiritual muy superior al deleite de una tortilla de cebolla de cuatro huevos. Se dirige ansiosa al garage también abandonado por las herramientas y busca entre periódicos viejos que sirven de nido a miles de cucarachas, donde recuerda haber visto un viejo martillo. Al fin encuentra lo que busca y parte presurosa en dirección a la puerta principal. Comentan los vecinos que Lola la Muerta, golpeó durante un buen rato la puerta y entre martillazos voceaba improperios hasta caer al suelo, donde más tarde un médico forense certificó la defunción. En la parte superior de la puerta un pequeño rectángulo de aluminio rojo y negro totalmente desfigurado por los impactos del martillo, permitía leer días antes una frase convertida en slogan durante años: Esta es tu casa, Fidel.
R.Muñoz
Sentada en el único sillón que conserva del juego de salón estilo Luis XV, observa extasiada la fotografía sobre un cajón de madera que hace las veces de mesa de centro. La fotografía abandonada por su marco protector sufre las inclemencias de la intemperie, pero aun se distingue claramente la grácil silueta de una joven y su acompañante, que no es otra que Lola y su difunto esposo cuarenta años atrás, junto a la escalinata universitaria. Ancladas las pupilas a la imagen pasa horas enteras rumiando los recuerdos de su vida, muy distinta a la de hoy.
Los cuadros del salón siguieron en la fuga a los muebles, incluídas las copias de Picasso, Matisse y Van Gogh que sólo dejaron contornos abrazados a las paredes. Las ausencia de las estanterías de libros, hacen del salón un espacio enorme en el que Lola junto al cajón semeja un náfrago perdido en un mar de soledades. Todo a lo que le pudo poner precio, lo ha ido vendiendo para satisfacer el lastimero grito de un estómago obligado a la pereza por las circunstancias.
Dolores Guzmán y Bellafuente que es el nombre de Lola, era por entonces profesora de Filología de la universidad en la que compartía cátedra con su esposo, hijo de una opulenta familia de la época prerrevolucionaria, heredero de una residencia en el exclusivo reparto de Miramar. La viudez y la jubilación llegaron simultáneamente con el llamado "período especial", donde su pensión de profesora sólo fue suficiente para alimentarse los primeros diez días de cada mes y no tuvo otra opción que dedicarse a vender su patrimonio. Las joyas fueron quienes inauguraron su incursión en el mercado negro, más tarde, muebles, cuadros, lámparas, estatuas, paraguas y vajillas se sumaron y por último, tras casi quince años vendiendo lo que consideró menos útil se desprendió de su inapreciable tesoro, los libros. Victor Hugo, Stendhal, Homero, Horacio, Cervantes, Avellaneda, Faulkner, Maupassant y miles de autores más comenzaron su éxodo por todos los barrios habaneros, el hambre de Lola esparcía cultura por la ciudad. La salida de un volumen de la mansión se revertía en alimentos, las letras se trocaron en huevos, arroz, leche, legumbres y algunas ocasiones carne o pescado.
El último tomo vendido fue una selección de cuentos de Azorín, regalo del difunto en el primer aniversario de matrimonio, al que arrancó con cuidado la dedicatoria. Recuerda a su Antonio imitar al protagonista de "Diez minutos de parada" y aun sonríe al recordarle, pero el hambre pudo más y lo cambió por diez huevos. Ahora mientras observa la fotografía, se dirije en voz alta a la imagen: "Mi Antonio, si Azorín viviera y fuera cubano, tendría que escribir "Cinco décadas de dictadura". Mira como estoy. ¿Recuerdas cuando me afirmabas que la revolución nos garantizaría el futuro? Cuan equivocado estabas, mi amor".
Unos minutos más tarde otea la casa en busca de algo de valor, pero está totalmente vacía. Ni siquiera la señorial cama de la habitación matrimonial ha sobrevivido a la hambruna, está en la indigencia absoluta. Es entonces cuando una idea busca cobijo en su mente, se dará una satisfacción espiritual muy superior al deleite de una tortilla de cebolla de cuatro huevos. Se dirige ansiosa al garage también abandonado por las herramientas y busca entre periódicos viejos que sirven de nido a miles de cucarachas, donde recuerda haber visto un viejo martillo. Al fin encuentra lo que busca y parte presurosa en dirección a la puerta principal. Comentan los vecinos que Lola la Muerta, golpeó durante un buen rato la puerta y entre martillazos voceaba improperios hasta caer al suelo, donde más tarde un médico forense certificó la defunción. En la parte superior de la puerta un pequeño rectángulo de aluminio rojo y negro totalmente desfigurado por los impactos del martillo, permitía leer días antes una frase convertida en slogan durante años: Esta es tu casa, Fidel.
R.Muñoz
Patrio- Ganador por Votación del Foro al Premio Golden Post por Mejor Articulo Original
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Re: Lola la Muerta.
Patrio, amigo, muchs gracias por tu escrito y el aporte al foro..
Curioso como Lola es un reflejo de los seguidores de ese sistema que se caen a pedazos consumidos por recuerdos y en algunos casos (no se si muchos o pocos) con la terquedad especialmente en gente de cierta edad de no admitir que se equivocaron. Tu relato captura muy bien ese grado de depauperación acelerado en el deterioro humano que es igual al deterioro de Cuba, sus calles, edificios y construcciones. Si estos últimos se caen a pedazos, la gente también. Lo que un día fue un régimen de entusiastas hace medio siglo, es hoy un régimen que sobrevive a pura terquedad y con el apoyo de una casta de octogenarios desligado de la modernidad y la era en que vivimos.
Saludos cordiales,
Curioso como Lola es un reflejo de los seguidores de ese sistema que se caen a pedazos consumidos por recuerdos y en algunos casos (no se si muchos o pocos) con la terquedad especialmente en gente de cierta edad de no admitir que se equivocaron. Tu relato captura muy bien ese grado de depauperación acelerado en el deterioro humano que es igual al deterioro de Cuba, sus calles, edificios y construcciones. Si estos últimos se caen a pedazos, la gente también. Lo que un día fue un régimen de entusiastas hace medio siglo, es hoy un régimen que sobrevive a pura terquedad y con el apoyo de una casta de octogenarios desligado de la modernidad y la era en que vivimos.
Saludos cordiales,
El Compañero- Admin/Fundador de Cuba Debate
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Re: Lola la Muerta.
Pareciera ficción para quién no vivió o vive en Cuba, lo triste radica en que tal sufrimiento no acaba, más "Lolas"vendiendo su patrimonio, su alma, su cuerpo..., pero mientras más martillos se hundan en los slogans, más cerca estaremos de encerrar en solo cinco décadas el martirio de tantas almas. Gracias por tu escrito, soy nuevo por acá, pero me quedaré...
Danilo- Comenzando a Participar
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