Una caricia al alcance de la mano.
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Una caricia al alcance de la mano.
Te levantas al amanecer, te desperezas a gusto, enciendes la radio y besas a tu amada antes de ir al lavabo. En la cocina preparas el café mientras pasas la palma de tu mano por el rostro que se impregna de la loción tras el afeitado. Hojeas el periódico y revisas mentalmente el estado de tus cuentas. La vida te va bien, estás lejos de tu Cuba pero en un país libre, bien amado, bien nutrido, hasta bien afeitado y vestido. Hojeas por un segundo las hojas de tu pasado y caramba, reconoces que has mejorado. Te miras al espejo y piensas en lo bien que te quedan las incipientes canas en las sienes, cada vez te pareces más al del anuncio de la Gillette. Eres un hombre de éxito, unos han tenido más y otros menos, pero eres de la media y mantienes a tu familia, eres sencillamente feliz. Claro, te gustaría tener más, quizás ese pequeño yate para unas buenas jornadas de pesca por la cayería, pero piensas que si ahorras un poco y te lo propones al final lo logras. Tienes sueños e ilusiones, tu esposa e hijos también sueñan, eres feliz.
Antes de salir para el trabajo corriges el nudo de la corbata y vas hasta la habitación de los niños y los besas en el orden de siempre, coño, el capitalismo hace a uno organizado hasta para los besos. Como has cambiado, la vida en el mundo libre te ha hecho un hombre recto, cumplidor, aunque no hay quien te quite esa veta de jodedor cubano que llevas dentro o si no que le pregunten a la vecina del frente, sí, la americanita esa que se hace la que riega el jardín cada vez que sales de casa. Quizás no lo hagas por respeto a tu hogar, pero lo piensas, un "deja que te coja", como el lobo le decía a la liebre de los muñequitos rusos. Al fin sales de casa y accionas el contacto del auto. Pones un CD y sonríes, no porque hayas pensado en ninguna trastada sino por la música que impregna el habitáculo de tu vehículo como si de un ambientador se tratara. Las "Cuatro Estaciones" de Vivaldi. Sonríes porque piensas en los amiguetes de tu añorado Yagüajay si te vieran ahora escuchando a Vivaldi. A tí, que te gustaba la Charanga Habanera y los Van Van. La vida te ha cambiado, para mejor por supuesto, pero otra vez el jodido Pepe Grillo que te viene a la mente mientras alcanzas la amplia avenida de seis carriles en el trayecto al trabajo. Pisas el acelerador, con delicadeza como si fuera la entrepierna de tu mujer la pasada noche y te relajas. Pero Pepe Grillo, ese lado de la conciencia que no lo deja en paz a uno y más a tí, que eres un hombre bueno, te hace pensar: ¿Por qué no pude tener esto en Cuba?
Ël se levanta antes del amanecer, es imposible permanecer acostado más de cuatro horas sobre la loza de cemento que pretende servir de cama. El húmedo frío traspasa la fina frazada que le permiten utilizar de colchón que le corroe los huesos y que hay noches que le muerde hasta los pulmones. Quizás por eso cada amanecer, lo precede un acceso incontrolable de tos hasta que logra sacar las compactas flemas que han hecho de sus bronquios su motel particular. Cuando escupe siente una fetidez en la flema que sabe que no es nada bueno, pero que ya ni le preocupa. Hace una semana en uno de esos accesos de tos escupió el cascarón podrido de una muela, que por fin decidió abandonar unas mandíbulas cansadas de accesos. Dios, se está haciendo un joven viejo. Se incorpora pateando a diestra y siniestra las molestas ratas que salen de la letrina en busca de escasas migajas o que por último le están fajando hasta a los esputos, son unas puercas estas ratas. Aun quedan unas dos horas para que amanezca, pero ¿acaso es importante que amanezca dentro de esta celda de dos por tres metros?. El amanecer aquí es diferente, el sol es un bombillo de 25 bujías que encienden los guardias cuando lo deciden, aunque hay que reconocer que en esto son puntuales, quizás para no dejarle dormir a gusto. Bebe un sorbo de agua celosamente guardada en la botella plástica que se apura en rellenar cuando le ponen el agua cada dos días por unos minutos. La bebe impulsándola hacia atrás, el paso del agua por las caries abiertas le produce un dolor que no se puede permitir ni él, que es un experto en dolores. Quién lo iba a decir, estudió durante nueve años para aliviar dolores y parece que los dolores se confabularon para buscarle. -Buenos días, Elsa- dice mientras mira al rostro toscamente dibujado en la pared y pasa la mano con delicadeza sobre otro rostro más pequeño dibujado a la derecha del anterior, -¿Cómo está mi niña, linda?-. A un hombre le pueden quitar todo, le pueden privar de casi todo pero no le pueden arrebatar el amor ni los principios y en eso, es también un experto. Su familia está aquí, sus amigos también, su patria, sus sueños de libertad. Piensa en los amaneceres de bombillo que aun le quedan para cumplir los veinticinco años de condena, pero no siente miedo. Cuando piensa en eso, se contrae hasta que le duelen los cada vez más flácidos músculos y le palpitan las venas de las sienes, esas que se tensan más frecuentemente por la subida de la tensión arterial. Piensa que vale la pena, quizás hasta para aquellos que besan a sus hijos en vez de un rostro dibujado en la pared, para aquellos que lucen sonrisas en vez de restos de lo que una vez fue una dentadura, para cada cubano dentro y fuera de esta isla donde tiene su celda y que se llama Cuba. Vale la pena, coño, porque hasta ese cubano que vive en el extranjero está comenzando a pensar que la libertad de su tierra no es un sueño, una lejana quimera, por el sólo hecho de que lo vea posible vale la pena estar aquí. Sonríe a a medias por el dolor, es un hombre feliz, sufre por su pueblo y cada vez más seres de su pueblo oprimido son conscientes de su sufrimiento por la libertad de todos y cada uno de los cubanos. Los primeros rayos de sol comienzan a alcanzar el espacio enrejado de apenas quince por quince centímetros que es la única abertura al mundo que le permiten. Va hasta la pequeña bolsa de tela colgada a salvo de las ratas y extrae un minúsculo mendrugo de pan con el que regresa a la pesada puerta metálica. Alza la mano hasta alcanzar el ventanuco y espera. Sabe que vendrá. Unos minutos más tarde, un cosquilleo en los dedos le indica que está ahí. Un gorrión al que llama Cuba y que cada mañana a cambio del ínfimo mendrugo de pan, le regala un batir de alas en fiesta. Lo observa intentando retener unos segundos el revoloteo nervioso de unas alas con las que vuela sobre su patria esclava. Una lágrima de felicidad corretea por la mejilla y sonríe con fuerza. Vale la pena, es por todos. Es feliz.
Ahora abandonas la amplia avenida y piensas en lo que leíste anoche. La petición online por la candidatura del Dr. Oscar Elías Biscet a Premio Nobel de la Paz. No debes esperar más, cada minuto de la vida de ese hombre es un regalo a tu felicidad, a tu sueño de ver un día una patria que te pertenece pero al que él entrega todo lo que tú disfrutas. Lo ha entregado todo a la patria y a tu propio sueño. Apenas aparcas corres al escritorio y buscas el ordenador. Encuentras la página y firmas, porque eres cubano, porque tu corazón aun tiene olor a Patria, porque tu firma es una caricia para aquel que gime en una oscura celda, abrigado por el hermoso sueño de una Patria libre.
Por favor, os pido vuestra firma en nombre de la Patria.
Antes de salir para el trabajo corriges el nudo de la corbata y vas hasta la habitación de los niños y los besas en el orden de siempre, coño, el capitalismo hace a uno organizado hasta para los besos. Como has cambiado, la vida en el mundo libre te ha hecho un hombre recto, cumplidor, aunque no hay quien te quite esa veta de jodedor cubano que llevas dentro o si no que le pregunten a la vecina del frente, sí, la americanita esa que se hace la que riega el jardín cada vez que sales de casa. Quizás no lo hagas por respeto a tu hogar, pero lo piensas, un "deja que te coja", como el lobo le decía a la liebre de los muñequitos rusos. Al fin sales de casa y accionas el contacto del auto. Pones un CD y sonríes, no porque hayas pensado en ninguna trastada sino por la música que impregna el habitáculo de tu vehículo como si de un ambientador se tratara. Las "Cuatro Estaciones" de Vivaldi. Sonríes porque piensas en los amiguetes de tu añorado Yagüajay si te vieran ahora escuchando a Vivaldi. A tí, que te gustaba la Charanga Habanera y los Van Van. La vida te ha cambiado, para mejor por supuesto, pero otra vez el jodido Pepe Grillo que te viene a la mente mientras alcanzas la amplia avenida de seis carriles en el trayecto al trabajo. Pisas el acelerador, con delicadeza como si fuera la entrepierna de tu mujer la pasada noche y te relajas. Pero Pepe Grillo, ese lado de la conciencia que no lo deja en paz a uno y más a tí, que eres un hombre bueno, te hace pensar: ¿Por qué no pude tener esto en Cuba?
Ël se levanta antes del amanecer, es imposible permanecer acostado más de cuatro horas sobre la loza de cemento que pretende servir de cama. El húmedo frío traspasa la fina frazada que le permiten utilizar de colchón que le corroe los huesos y que hay noches que le muerde hasta los pulmones. Quizás por eso cada amanecer, lo precede un acceso incontrolable de tos hasta que logra sacar las compactas flemas que han hecho de sus bronquios su motel particular. Cuando escupe siente una fetidez en la flema que sabe que no es nada bueno, pero que ya ni le preocupa. Hace una semana en uno de esos accesos de tos escupió el cascarón podrido de una muela, que por fin decidió abandonar unas mandíbulas cansadas de accesos. Dios, se está haciendo un joven viejo. Se incorpora pateando a diestra y siniestra las molestas ratas que salen de la letrina en busca de escasas migajas o que por último le están fajando hasta a los esputos, son unas puercas estas ratas. Aun quedan unas dos horas para que amanezca, pero ¿acaso es importante que amanezca dentro de esta celda de dos por tres metros?. El amanecer aquí es diferente, el sol es un bombillo de 25 bujías que encienden los guardias cuando lo deciden, aunque hay que reconocer que en esto son puntuales, quizás para no dejarle dormir a gusto. Bebe un sorbo de agua celosamente guardada en la botella plástica que se apura en rellenar cuando le ponen el agua cada dos días por unos minutos. La bebe impulsándola hacia atrás, el paso del agua por las caries abiertas le produce un dolor que no se puede permitir ni él, que es un experto en dolores. Quién lo iba a decir, estudió durante nueve años para aliviar dolores y parece que los dolores se confabularon para buscarle. -Buenos días, Elsa- dice mientras mira al rostro toscamente dibujado en la pared y pasa la mano con delicadeza sobre otro rostro más pequeño dibujado a la derecha del anterior, -¿Cómo está mi niña, linda?-. A un hombre le pueden quitar todo, le pueden privar de casi todo pero no le pueden arrebatar el amor ni los principios y en eso, es también un experto. Su familia está aquí, sus amigos también, su patria, sus sueños de libertad. Piensa en los amaneceres de bombillo que aun le quedan para cumplir los veinticinco años de condena, pero no siente miedo. Cuando piensa en eso, se contrae hasta que le duelen los cada vez más flácidos músculos y le palpitan las venas de las sienes, esas que se tensan más frecuentemente por la subida de la tensión arterial. Piensa que vale la pena, quizás hasta para aquellos que besan a sus hijos en vez de un rostro dibujado en la pared, para aquellos que lucen sonrisas en vez de restos de lo que una vez fue una dentadura, para cada cubano dentro y fuera de esta isla donde tiene su celda y que se llama Cuba. Vale la pena, coño, porque hasta ese cubano que vive en el extranjero está comenzando a pensar que la libertad de su tierra no es un sueño, una lejana quimera, por el sólo hecho de que lo vea posible vale la pena estar aquí. Sonríe a a medias por el dolor, es un hombre feliz, sufre por su pueblo y cada vez más seres de su pueblo oprimido son conscientes de su sufrimiento por la libertad de todos y cada uno de los cubanos. Los primeros rayos de sol comienzan a alcanzar el espacio enrejado de apenas quince por quince centímetros que es la única abertura al mundo que le permiten. Va hasta la pequeña bolsa de tela colgada a salvo de las ratas y extrae un minúsculo mendrugo de pan con el que regresa a la pesada puerta metálica. Alza la mano hasta alcanzar el ventanuco y espera. Sabe que vendrá. Unos minutos más tarde, un cosquilleo en los dedos le indica que está ahí. Un gorrión al que llama Cuba y que cada mañana a cambio del ínfimo mendrugo de pan, le regala un batir de alas en fiesta. Lo observa intentando retener unos segundos el revoloteo nervioso de unas alas con las que vuela sobre su patria esclava. Una lágrima de felicidad corretea por la mejilla y sonríe con fuerza. Vale la pena, es por todos. Es feliz.
Ahora abandonas la amplia avenida y piensas en lo que leíste anoche. La petición online por la candidatura del Dr. Oscar Elías Biscet a Premio Nobel de la Paz. No debes esperar más, cada minuto de la vida de ese hombre es un regalo a tu felicidad, a tu sueño de ver un día una patria que te pertenece pero al que él entrega todo lo que tú disfrutas. Lo ha entregado todo a la patria y a tu propio sueño. Apenas aparcas corres al escritorio y buscas el ordenador. Encuentras la página y firmas, porque eres cubano, porque tu corazón aun tiene olor a Patria, porque tu firma es una caricia para aquel que gime en una oscura celda, abrigado por el hermoso sueño de una Patria libre.
Por favor, os pido vuestra firma en nombre de la Patria.
http://www.petitiononline.com/OEB6197/petition.html[justify]
Patrio- Ganador por Votación del Foro al Premio Golden Post por Mejor Articulo Original
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Fecha de inscripción : 18/06/2008
Re: Una caricia al alcance de la mano.
Consideralo hecho, hermano.
De rompe corazon la manera con que comparas la forma en que vivimos con la que vive Elias. Yo y el queremos lo mismo. Ambos amamos a Cuba. El vestido de dios sabe que y yo aca de cuello y corbata.
Quiza la flema de Elias sepa a ******* pero la mia sabe a cobardia. No se cual de las dos deje el sabor mas amargo.
Magistral como de custumbre, patrio.
De rompe corazon la manera con que comparas la forma en que vivimos con la que vive Elias. Yo y el queremos lo mismo. Ambos amamos a Cuba. El vestido de dios sabe que y yo aca de cuello y corbata.
Quiza la flema de Elias sepa a ******* pero la mia sabe a cobardia. No se cual de las dos deje el sabor mas amargo.
Magistral como de custumbre, patrio.
NAT I- Forista Activo
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Fecha de inscripción : 15/07/2008
Re: Una caricia al alcance de la mano.
Gracias Patrio! Casi me has hecho llorar.
Oscar Elias es uno de mis heroes
Oscar Elias es uno de mis heroes
Mayra- Co-Fundadora de Cuba Debate/Moderadora
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