El camino más seguro.

De la misma forma que la Oficina de Evaluación Global del Pentágono se dedica a analizar amenazas futuras, basándose en la historia de los grandes imperios para valorar sus puntos débiles, es oportuno detenerse en el desarrollo histórico de los totalitarismos de la Europa del Este para valorar la situación cubana actual. Es común que todos los analistas del sistema cubano aseguren que el proyecto castrista se encuentra actualmente sumido en la peor crisis de su historia, incluyendo el célebre Período Especial, pero muy pocos exponen las posibles vías que conlleven al cese del castrismo. La mayor parte de los cubanos dentro y fuera de la isla no han sido ajenos a cinco decenios bajo la bota del comunismo fidelista, gracias a un mecanismo represivo configurado para controlar al ciudadano desde que tiene uso de razón hasta la muerte, de ahí que ante la imposibilidad de una confrontación directa gran parte de ellos han optado por abandonar el país, mientras los que se quedan viven con una manida frase premonitoria: "Esto no hay quien lo arregle, pero tampoco quien lo tumbe".
Resulta curioso detenerse a analizar las vías más señaladas para el cese del castrismo en la isla bajo la perspectiva de un ciudadano común, alejado de los centros de inteligencia pero que ostenta la categoría de un superviviente de estos trágicos cincuenta eneros. Posibles vías:


1. Militar:
La condición insular de Cuba constituye su primera barrera defensiva, que obliga al transporte naval o aéreo de tropas en casos de incursión y dificultando la actividad de penetración de pequeñas fuerzas con objetivos de desestabilización, etc. Tal despliegue de medios como para ser efectivo sólo estaría en manos de una potencia extranjera como por ejemplo EEUU. Durante cinco décadas el gobierno castrista ha sido inmune a esta posibilidad tras los acuerdos de las superpotencias en ocasión de la Crisis de los Misiles y tras la caída del Muro de Berlín con el desplome consecutivo del campo socialista, los norteamericanos han participado en conflictos bélicos por intereses superiores a lo que significa para el vecino norteño, una pequeña isla con un orate con ínfulas alejandrinas.
Para el exilio, la creación de una fuerza expedicionaria es imposible, no solo teniendo en cuenta los costes de financiación de una empresa de tal magnitud sino que resulta imposible, la preparación de una fuerza invasora se incluye ipso facto dentro del campo de la ilegalidad en la mayor parte de los países del área. Téngase en cuenta además que el gobierno de La Habana cuenta con uno de los ejércitos más grandes del mundo en referencia al número de habitantes, con una tecnología desfasada, es cierto, pero con niveles de mando perfectamente engrasados como para que no suceda algo similar a la temible Guardia Republicana de Sadam Hussein en Irak. El soldado medio cubano no combatiría en caso de vislumbrar una derrota segura ante un enemigo como el ejército estadounidense, pero en caso de una expedición integrada por cubanos con opciones de ser derrotada, es indudable que el temor a verse fusilado por deserción por sus propios camaradas tras el desenlace, sería el acicate para combatir contra la fuerza invasora. La única opción real de combate de una fuerza integrada por cubanos sería formando parte de un ejército foráneo.
La realidad es que una vertiente militar sólo estaría reservada para una confrontación directa con los EEUU, pero las condiciones actuales nos alejan de tal posibilidad. Nuestro vecino atraviesa una grave crisis financiera, además del alto coste que les representa el despliegue de tropas en Irak y Afganistán. Súmese a esto que tras la euforia inicial tras el cese de la Guerra Fría, perdieron la perspectiva real de un gigante ruso capaz de erigirse en un enemigo temible capaz de tomar desiciones importantes y desafiantes, como ha sucedido recientemente en Georgia. Pero lo más interesante es que al parecer los exsoviéticos, intentan a toda costa estrechar los lazos con su antiguo aliado caribeño con tal desfachatez que protagoniza maniobras conjuntas en aguas próximas a los propios EEUU.
Lo que menos necesita EEUU en estos momentos es otro conflicto, por lo tanto, todo parece indicar que por esta vía el gobierno de La Habana no prevé amenaza alguna.


2. Política:
Todo parece indicar que la ausencia de Fidel Castro Ruz de la escena política de la isla, no haya condicionado el menor cambio político en el país. El sucesor dinástico ha dado claras muestras de no ceder ni un ápice en la línea de "mano dura" ejercida por su hermano durante decenios. La oposición no reconocida como tal, es duramente reprimida tal vez con más intensidad que años anteriores, a la par que se refuerzan con cuadros de extrema izquierda la dirección del partido comunista y el ejército. No se aprecia un Gorbachov con probabilidades de triunfo en las altas esferas de poder, ni la sagacidad del actual sátrapa lo permitirá.
Esperar una apertura democrática por parte de la nomenklatura cubana es una quimera. El PCC no permitirá jamás la presencia de una oposición organizada en ningún estamento gubernamental, de ello hay que estar convencidos por razones puramente históricas. Ni siquiera una corriente con tendencia a suavizar la línea dura partidista será jamás tolerada por la alta dirección comunista, menos aun con los mecanismos de control del partido establecido a todos los niveles de la sociedad. Esperar por la aparición de mentes abiertas al diálogo y la apertura democrática implicaría esperar por el deceso de la cúpula de dirigentes y generalato comprometidas con el régimen y ello implica varias decenas de años. La conclusión real y concreta es que bajo la presencia de la élite castrista no existirá apertura democrática apreciable en la isla, quizás pueda ser un tema de pasillo para parlamentarios europeos o congresistas norteamericanos de izquierda, pero con absoluta certeza es justo concluir que el castrismo es una dictadura y que una apertura significa su desaparición, por lo tanto no será permitida por los privilegiados del castrismo. La vía política es no operativa.


3. Subversión interna:
Es la variante con más posibilidades reales. En estos momentos el gobierno castrista está imposibilitado de mostrar ni siquiera logros ficticios a la población cubana. Abatidos por una corrupción a todos los niveles, con una ineficacia productiva total, la mal llamada revolución se ha convertido en su propio enemigo. Tras cincuenta años de fracasos la ideología inquebrantable de sus militantes está fracturada, el militante de a pie ve en el Partido una posibilidad más de sobrevivir por su pertenencia al partido, lo que implica acceso a fuentes de trabajo en áreas de divisas,etc, más que una militancia convencida en la fuente ideológica de su grupo. La mayor parte contempla un futuro incierto, más aun cuando la dirigencia se ha visto arrinconada por dos fenómenos meteorológicos tan habituales en el Caribe, como son los huracanes. Jamás un gobierno estuvo a merced de las inclemencias del tiempo y lo terrible es pensar que todos los años hay una temporada ciclónica. El Partido sufre carencias no sólo económicas sino ideológicas y no por gusto, refuerzan con cuadros con un alto nivel de compromiso los puntos claves del sistema. ¿Donde está el punto débil?. En el propio pueblo angustiado y enfrentado a carencias sin límites, con un alza a escalas imprevisibles de los alimentos básicos y el combustible. En la Cuba de hoy ni siquiera es posible una apertura porque los máximos dirigentes de la revolución saben que es su propia condena. Es el momento de apoyar a capa y espada a la disidencia interna con cuanto recurso económico sea posible y cuanta información de la situación sea posible enviar a la isla. La presencia de opositores en los noticiarios internacionales es más importante que nunca porque el fidelismo vive a duras penas de una mentira, que actualmente muy pocos creen. La opción de un estallido social es la única opción viable con posibilidad real de derrumbar el castrismo, los efectos de actividades subversivas son ahora más importantes que nunca porque están dadas las condiciones sociales y económicas para el cese de la dictadura.


Patrio