La fortaleza de la Revolución Cubana.

A lo largo de cinco décadas, el proceso totalitarista impuesto por la fuerza y la represión en Cuba se ha fortalecido desde el punto de vista político a los ojos de la comunidad internacional, no precisamente por su eficacia económica o su aceptación por la mayor parte de la población cubana sino por la desunión, la debilidad política y la corrupción entre las filas de sus opositores. Pero un detalle en extremo interesante que analizaremos más adelante provocará sin duda alguna espasmódicas contracciones neuronales de los politólogos y apologistas de su país de acogida, pues justo es destacar la gran parte de responsabilidad que ha tenido a lo largo de estos cincuenta años como garante de la permanencia en el poder de Fidel Castro, el propio gobierno de los Estados Unidos de América.


Para disgusto de los defensores a ultranza de la moralidad del incuestionable exilio más histórico, el que emigró en los primeros días de 1959 por su relación y vínculos más directos con la tiranía de Fulgencio Batista y Zaldívar, debemos analizar un informe del Banco Nacional de Cuba de los primeros días de febrero de 1959, a escasas cinco semanas de la huída del dictador Batista. El texto señala que los líderes principales del gobierno derrocado saquearon del tesoro público la cantidad de 424 millones de dólares y oro que respaldaban la moneda cubana y que fueron depositados en bancos estadounidenses por estos jerifaltes del batistato, sin problema legal de ninguna índole. Podemos afirmar sin temor a pecar de hipercríticos que las bases de la oposición inicial, cuando aun la mal llamada Revolución Cubana no definía su rumbo socialista, estuvo inspirada en rencores no meramente patrióticos o defensores puros de los derechos del pueblo cubano sino por una amalgama de ladrones en el más acertado uso del lenguaje castellano. La verdad está para ser expuesta y no para permanecer oculta en los sótanos de nuestros sueños libertarios.


Pero existen datos curiosos y relevantes que ponen en entredicho las verdaderas ansias de libertad, de la mayor parte de las organizaciones opositoras fuera de las fronteras de Cuba al día de hoy. Los datos pueden ser injuriosos y alarmantes para los miembros del llamado exilio radical. Si padece usted de una patología cardíaca le sugiero no leer el siguiente fragmento: "..."El 83% de los fondos destinados a las organizaciones opositoras dentro Cuba y para familiares de presos políticos en la isla se gasta en Miami y en países extranjeros...". Debo aclarar para los que en estos momentos tras leer tal afirmación y haciendo uso de sus conocimientos en inteligencia aprendidos en sus antiguas escuelas de entrenamiento de la dictadura cubana, realizan ejercicios elementales para incluirme en el centro o la izquierda, que esta aseveración es tomada de un informe presentado en Mayo 15 de 2008, por Francisco Hernández, presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana. A todas luces y con la claridad que me caracteriza, puedo asegurar que es evidente que el hurto al descuido forma parte del entramado político de la oposición a todos sus niveles, salvo honrosas excepciones. Cáspita, una cosa es destinar una parte de los recursos al sostenimiento de un engranaje intermedio que garantize la ubicación de la subvención, pero si del cerca del centenar de millones de dólares que destina el gobierno norteamericano a la oposición, de cada 100 dólares, 83 se quedan en Miami y 17 se envían a Cuba, es evidente que el verdadero y cacareado Punto Cero no está en Cuba, caramba, está en Miami. Duela a quien le duela y sufra quien sufra, hay que reconocer que el dinero destinado a nuestra libertad se malversa a ojos vistas en Pakistán, y menciono tal sitio porque si vuelvo a decir Miami, a la hoguera y sin chistar.


La política del exilio con relación a las nuevas olas migratorias es también curiosa e interesante. Se acostumbra a escuchar con insistencia el carácter apolítico del nuevo emigrante, enfrascado en salir adelante con fines de subsistencia, pero se aplaude y presta atención priorizada, a aquellos que hasta hace apenas unos años formaban parte de la cúpula represiva del sistema castrista. Los que sobrevivieron a las arenas de Girón forman hoy parte de los libros de historia, los espacios televisivos apenas dan abasto a los nuevos comentaristas provenientes de las filas del MININT, las FAR o periodistas vinculados por antaño a los periódicos Granma o Juventud Rebelde. Si para denunciar los abusos de la tiranía de Fidel Castro y la nomenklatura se prescinde de los balseros, de los ex presos políticos, de nuestros huérfanos y se les da prioridad en función de los índices de audiencia a toda esa masa de exfuncionarios del régimen castrista, no se está haciendo otra cosa que apología del propio régimen a quien se pretende combatir. Para hablar de nuestros dolores, sufrimientos y nostalgias no se tiene que acudir a un miembro de la seguridad personal de Fidel Castro, hay muchos que caminan por Miami con más dolor a sus espaldas que un afecto de las más cruel lumbalgia. ¿Por Dios, es que están ciegos?. ¿O prefieren continuar con el último espectáculo del circo?: ¡Adivina adivinador, donde está el tercer punto cero!. Resulta que cincuenta años de tiranía aun nos proporciona tiempo para dedicarnos a jugar con nuestra libertad. No quiero que me hagan confesiones los exservidores de los servicios de represión castristas o los vinculados a la cúpula de cualquier tipo. Mi interés primario es volver a una Cuba libre, pero si para ello dependo de las declaraciones de quienes por su vinculación al régimen, son conocedores de secretos del tirano, lo rechazo por anticipado. Si es imprescindible, que me entierren en esta tierra extraña y lejana, pero con honor, con el aplauso del silencio más cruel, pero con el sol sobre la losa de mi tumba olvidada. Sencillamente no cedo y menos aun tolero juegos o mecanismos de captación de ningún tipo, al pan pan y la vino, vino.


Insistir en la evidencia es arar en el mar y acumular enemigos, pero si por la verdad soy juzgado me entrego al tribunal con gusto. Pero no quiero finalizar este enfoque sin detenerme en recordar que quien negó las armas al gobierno de Batista para luchar contra Castro no fue otro que los Estados Unidos, el embajador de nuestros "valiosos aliados" el señor Earl T. Smith instó en 1958 a Batista para que abandonara el gobierno a Fidel Castro y los liberales de la prensa americana como el respetable New York Times mostraba al andrajoso de Birán como el mesías a través de los artículos de Herbert Mathews por la misma época. Los cubanos tenemos nuestra culpa por esa tendencia de la personalidad a idealizar a los populistas, pero nuestro vecino nos la ha puesto difícil con demasiada frecuencia. Si tiene dudas, busque la historia de la Operación Pluto en Bahía de Cochinos y la negativa de Kennedy a apoyarnos en el momento crucial. Prosiga su búsqueda documental en los intercambios comerciales entre el gobierno de Cuba y los Estados Unidos o filiales de sus empresas en la década de los ochenta y hasta bien entrada la de los noventa y verá que el intercambio anual superaba los 800 millones de dólares. Busque más adelante y constate como tras el incidente áereo de 1996, fue el Alto mando del Ejército de los EEUU quien se negó rotundamente a intervenir en el conflicto. Señores, hace tiempo, que los vecinos norteños nos están dando por la porción terminal del tubo digestivo, llámense demócratas o republicanos, lo demás es cuento.


Ahora se deben preguntar quien ha fortalecido la Revolución Cubana. Ahora volverán a justificar algunos su salida del foro por no estar de acuerdo con mis comentarios. Vendrán los detractores, pero yo soy un fiel seguidor de un admirado filósofo de la vida conocido por Martín Fierro y me hago eco de una frase suya: "Yo no me voy".


Patrio