Remando entre ambas orillas.
3 participantes
Página 1 de 1.
Remando entre ambas orillas.
Nací en abril de 1961. Mientras buscaba el líquido vital de los pezones de mi madre, en las arenas de Playa Girón se derramaba sangre cubana a borbotones como si a través del compacto entramado de raíces de los manglares, Cuba decidiera hacerse una sangría. En esas arenas quedaría sellado el futuro de las próximas generaciones de cubanos, aquel mediodía del 19 de abril de 1961 los cubanos fueron espectadores de una escena que quedó grabada para la historia y que muchos interpretaron como un acto de virilidad del por entonces joven líder cubano. Desde las arenas de Playa Girón, Fidel Castro se subía a un SAU-100 para ejecutar descargas sobre un agónico Houston, encallado e inmóvil, a modo de monumento de la traición de Kennedy a la Brigada 2506. Los crédulos de entonces vieron la imagen como una muestra de valentía de su líder, los más avezados pudieron contemplar como en esa hora fatídica, la libertad de Cuba era literalmente echada a empujones hacia el mar. Desde entonces los cubanos perdimos la libertad, el concepto lejos de convertirse en una pieza de museo ha sido tan usado a uno y otro lado de las costas cubanas, que en más de una ocasión ha adquirido tintes de leyenda. Como si de la más legítima Atlántida se tratara sólo registrada en los escritos de Platón, la libertad de los cubanos desapareció, dicen unos que quizás engullida por el cercano Triángulo de Las Bermudas, otros afirman no sin razón que la libertad trabaja de esclava para una voraz empresa que responde a las siglas de ENO.S.A. (El Negocio del Odio).
Es muy útil hacer un análisis sobre la exacta localización de la libertad, porque los jóvenes cubanos la merecen por derecho propio. Hablo de los hijos y nietos de aquellos que hastiados de gritar ¡Libertad! a ambos lados de la frontera, contemplan hoy abocados a una melancolía involutiva de carácter irreversible, que no sólo no son libres sino que ni siquiera han podido dejar en título de herencia, la libertad a sus descendientes. Los que nacimos bajo la tiranía castrista y hemos emigrado, disfrutamos de una libertad, que moralmente hablando compartimos a medias porque sencillamente no es nuestra. Quien lleva la tierra que le vió nacer unida cual grillete al alma, jamás goza de libertad en ningún sitio. La esclavitud de su patria es una herida abierta en la conciencia de los hombres nobles, de esos que sufren al contemplar las imágenes de niños cubanos descalzos y hambrientos, de jóvenes con un futuro cercenado por la desidia y la ambición de la élite castrista, porque ven en esos rostros juveniles un grito de condena a su condición de cobayos de una ideología vil: el socialismo cubano.
El Estrecho de La Florida, ese camposanto enorme e irascible que sirve de reposo a miles de nuestros compatriotas, esa nada azul que pudiéramos llamar tierra de nadie, es el único sitio donde entre el murmullo de las olas podemos disfrutar los cubanos de una real y plena libertad. Allí, entre los restos mutilados de nuestros hermanos, se vive la apacible paz tan necesaria para los que logran escapar del rentable negocio del odio, que al caer entre sus redes cual droga implacable, llega a producir tal obnuvilación de los sentidos, que el afectado sólo es feliz gritando libertad pero con una incapacidad total para vislumbrar una senda, un camino real y palpable que le lleve a ella.
Permanecer en ese limbo acuático es la única manera actual de ser libre y me atrevo a asegurar, que por esta razón más que por su condición de isleño, el cubano esté dentro o fuera de su isla, busca el mar en sus momentos de desasosiego. La tierra es nuestra perdición espiritual, porque las políticas, las ideologías y los radicalismos se aferran a tierra firme, quizás alejados a propósitos de la volubilidad del mar, autoritario e ingobernable, tan libre como aquellas legiones de corsarios y piratas que un día pulularon por nuestro entrañable Mar Caribe. ¿Y por qué el mar?
Permanecer en Cuba es formar parte de una estadística gubernamental, un portador de una libreta de racionamiento con la condición de acudir regularmente a expresar un voto inexistente, porque conceptualmente la elección no existe si el objeto o sujeto a elegir es único. Vivir dentro de las fronteras cubanas es indudablemente no sólo difícil desde el punto de vista de la subsistencia sino un sepelio perenne a la propia condición de ciudadano, se carece de libertad de opinión y de espíritu, se deja de ser un ser social para trocarse en defensor a punta de fusil de una ideología cuyo único propósito no es la plenitud de un pueblo, sino la preservación de la plenitud confortable de una élite y sus descendientes. Jamás una monarquía gozó de tales prebendas, jamás un apellido fue pronunciado por tantas madres dolientes, por tanto y tanto huérfano.
Dentro de las fronteras hay un propósito explícito en la permanencia de la dictadura. Una larga lista de ineptos se benefician de la mal llamada Revolución para suplir su ineficacia laboral, administrativa e intelectual. Un cambio implicaría pérdidas irreparables no sólo a la élite dirigente, sino a los estamentos medios de la sociedad que reciben prebendas por su adhesión incondicional al castrismo. Es evidente la causa de la defensa del sistema totalitario por muchos de estos cubanos y de ahí sus alocuciones y consignas incomprensibles para cualquier ser razonable y amante de la lógica.
Pero si nos vamos a observar fuera de las fronteras vemos algo muy similar. La Revolución es un negocio rentable para la élite castrista, pero la oposición no se queda atrás como fuente de riquezas. La manipulación de la añoranza, la nostalgia y las ausencias es un filón áureo de los que muchos no se quieren desprender. ¿Cuántas personas viven en el exilio de las subevenciones de los diferentes gobiernos para la oposición cubana?. El cese de la Revolución también implicaría pérdidas al otro lado de la frontera, periodistas, escritores, fundaciones, organizaciones opositoras, viven a cuenta de nuestro dolor y condición de seres sin patria. Tampoco es lógico pensar que para estos el cambio sería bien recibido. El contribuyente norteamericano vería con buenos ojos la libertad de Cuba, el subvencionado durante años que vive de la labor de la oposición a distancia e ineficaz, no la vería de igual manera.
Estamos atrapados entre intereses, consignas, movilizaciones y la única vía de escape es la adhesión en un frente común, donde la libertad no represente un medio de vida sino el ara donde se ha dejar la vida si es necesario. O lo hacemos de una vez o nos canonizarán las generaciones futuras, gracias al estigma de manipulados o manipuladores. Recientemente pude ser espectador de una entrevista realizada al Sr. Hubert Matos y la historia no se equivoca, quien un día guardó prisión por defender los valores de la democracia, el guerrero firme ante la manipulación castrista sigue vivo en el anciano de rostro apacible. Persevera en sus ideas de democracia y muestra el camino a seguir con el mismo desinterés con el que siempre se sirvió de escudo ante la ideología fidelista.
No debemos esperar a que las campanas doblen por nosotros, es hora de pensar, de reflexionar, de unirnos en un frente único para que otra vez la libertad emerja de las profundidades y descanse en su lugar, entre todos nosotros. No debemos seguir remando entre los negocios de ambas orillas.
Patrio
.Es muy útil hacer un análisis sobre la exacta localización de la libertad, porque los jóvenes cubanos la merecen por derecho propio. Hablo de los hijos y nietos de aquellos que hastiados de gritar ¡Libertad! a ambos lados de la frontera, contemplan hoy abocados a una melancolía involutiva de carácter irreversible, que no sólo no son libres sino que ni siquiera han podido dejar en título de herencia, la libertad a sus descendientes. Los que nacimos bajo la tiranía castrista y hemos emigrado, disfrutamos de una libertad, que moralmente hablando compartimos a medias porque sencillamente no es nuestra. Quien lleva la tierra que le vió nacer unida cual grillete al alma, jamás goza de libertad en ningún sitio. La esclavitud de su patria es una herida abierta en la conciencia de los hombres nobles, de esos que sufren al contemplar las imágenes de niños cubanos descalzos y hambrientos, de jóvenes con un futuro cercenado por la desidia y la ambición de la élite castrista, porque ven en esos rostros juveniles un grito de condena a su condición de cobayos de una ideología vil: el socialismo cubano.
El Estrecho de La Florida, ese camposanto enorme e irascible que sirve de reposo a miles de nuestros compatriotas, esa nada azul que pudiéramos llamar tierra de nadie, es el único sitio donde entre el murmullo de las olas podemos disfrutar los cubanos de una real y plena libertad. Allí, entre los restos mutilados de nuestros hermanos, se vive la apacible paz tan necesaria para los que logran escapar del rentable negocio del odio, que al caer entre sus redes cual droga implacable, llega a producir tal obnuvilación de los sentidos, que el afectado sólo es feliz gritando libertad pero con una incapacidad total para vislumbrar una senda, un camino real y palpable que le lleve a ella.
Permanecer en ese limbo acuático es la única manera actual de ser libre y me atrevo a asegurar, que por esta razón más que por su condición de isleño, el cubano esté dentro o fuera de su isla, busca el mar en sus momentos de desasosiego. La tierra es nuestra perdición espiritual, porque las políticas, las ideologías y los radicalismos se aferran a tierra firme, quizás alejados a propósitos de la volubilidad del mar, autoritario e ingobernable, tan libre como aquellas legiones de corsarios y piratas que un día pulularon por nuestro entrañable Mar Caribe. ¿Y por qué el mar?
Permanecer en Cuba es formar parte de una estadística gubernamental, un portador de una libreta de racionamiento con la condición de acudir regularmente a expresar un voto inexistente, porque conceptualmente la elección no existe si el objeto o sujeto a elegir es único. Vivir dentro de las fronteras cubanas es indudablemente no sólo difícil desde el punto de vista de la subsistencia sino un sepelio perenne a la propia condición de ciudadano, se carece de libertad de opinión y de espíritu, se deja de ser un ser social para trocarse en defensor a punta de fusil de una ideología cuyo único propósito no es la plenitud de un pueblo, sino la preservación de la plenitud confortable de una élite y sus descendientes. Jamás una monarquía gozó de tales prebendas, jamás un apellido fue pronunciado por tantas madres dolientes, por tanto y tanto huérfano.
Dentro de las fronteras hay un propósito explícito en la permanencia de la dictadura. Una larga lista de ineptos se benefician de la mal llamada Revolución para suplir su ineficacia laboral, administrativa e intelectual. Un cambio implicaría pérdidas irreparables no sólo a la élite dirigente, sino a los estamentos medios de la sociedad que reciben prebendas por su adhesión incondicional al castrismo. Es evidente la causa de la defensa del sistema totalitario por muchos de estos cubanos y de ahí sus alocuciones y consignas incomprensibles para cualquier ser razonable y amante de la lógica.
Pero si nos vamos a observar fuera de las fronteras vemos algo muy similar. La Revolución es un negocio rentable para la élite castrista, pero la oposición no se queda atrás como fuente de riquezas. La manipulación de la añoranza, la nostalgia y las ausencias es un filón áureo de los que muchos no se quieren desprender. ¿Cuántas personas viven en el exilio de las subevenciones de los diferentes gobiernos para la oposición cubana?. El cese de la Revolución también implicaría pérdidas al otro lado de la frontera, periodistas, escritores, fundaciones, organizaciones opositoras, viven a cuenta de nuestro dolor y condición de seres sin patria. Tampoco es lógico pensar que para estos el cambio sería bien recibido. El contribuyente norteamericano vería con buenos ojos la libertad de Cuba, el subvencionado durante años que vive de la labor de la oposición a distancia e ineficaz, no la vería de igual manera.
Estamos atrapados entre intereses, consignas, movilizaciones y la única vía de escape es la adhesión en un frente común, donde la libertad no represente un medio de vida sino el ara donde se ha dejar la vida si es necesario. O lo hacemos de una vez o nos canonizarán las generaciones futuras, gracias al estigma de manipulados o manipuladores. Recientemente pude ser espectador de una entrevista realizada al Sr. Hubert Matos y la historia no se equivoca, quien un día guardó prisión por defender los valores de la democracia, el guerrero firme ante la manipulación castrista sigue vivo en el anciano de rostro apacible. Persevera en sus ideas de democracia y muestra el camino a seguir con el mismo desinterés con el que siempre se sirvió de escudo ante la ideología fidelista.
No debemos esperar a que las campanas doblen por nosotros, es hora de pensar, de reflexionar, de unirnos en un frente único para que otra vez la libertad emerja de las profundidades y descanse en su lugar, entre todos nosotros. No debemos seguir remando entre los negocios de ambas orillas.
Patrio
Patrio- Ganador por Votación del Foro al Premio Golden Post por Mejor Articulo Original
- Cantidad de envíos : 279
Efectividad de Comentarios y Análisis : 18
Puntos : 30382
Fecha de inscripción : 18/06/2008
Re: Remando entre ambas orillas.
Patrio,
En efecto estas no son las palabras de un hombre sino gotas de sangre emanando de una herida.
Mis saludos en estas navidades a miles de millas de la otra costa del Atlantico.
En efecto estas no son las palabras de un hombre sino gotas de sangre emanando de una herida.
Mis saludos en estas navidades a miles de millas de la otra costa del Atlantico.
NAT I- Forista Activo
- Cantidad de envíos : 354
Localización : Un ratico arriba un ratico abajo.
Efectividad de Comentarios y Análisis : 0
Puntos : 29835
Fecha de inscripción : 15/07/2008
Re: Remando entre ambas orillas.
NAT I escribió:Patrio,
En efecto estas no son las palabras de un hombre sino gotas de sangre emanando de una herida.
Mis saludos en estas navidades a miles de millas de la otra costa del Atlantico.
Mi abrazote para usted, hermano. dios le bendiga.
Patrio
Patrio- Ganador por Votación del Foro al Premio Golden Post por Mejor Articulo Original
- Cantidad de envíos : 279
Efectividad de Comentarios y Análisis : 18
Puntos : 30382
Fecha de inscripción : 18/06/2008
Re: Remando entre ambas orillas.
"Nací en abril de 1961"
Coincidencias, coincidencias. En Abril de 1961 nuestro país hacia anuncio oficial al mundo de que su revolución seria socialista coincidiendo con la Victoria de Playa Girón, primera derrota del imperialismo en América. Patrio nació en un mes que se hizo patria.
Coincidencias, coincidencias. En Abril de 1961 nuestro país hacia anuncio oficial al mundo de que su revolución seria socialista coincidiendo con la Victoria de Playa Girón, primera derrota del imperialismo en América. Patrio nació en un mes que se hizo patria.
Jangel- Forista Habitual
-
Cantidad de envíos : 171
Localización : Cuba
Efectividad de Comentarios y Análisis : -10
Puntos : 29994
Fecha de inscripción : 30/07/2008
Re: Remando entre ambas orillas.
Jangel escribió:"Nací en abril de 1961"
Coincidencias, coincidencias. En Abril de 1961 nuestro país hacia anuncio oficial al mundo de que su revolución seria socialista coincidiendo con la Victoria de Playa Girón, primera derrota del imperialismo en América. Patrio nació en un mes que se hizo patria.
Jangel:
Dios te bendiga y proteja del déficit neuronal. (¿Me lee?). Ten cuidado.
Patrio- Ganador por Votación del Foro al Premio Golden Post por Mejor Articulo Original
- Cantidad de envíos : 279
Efectividad de Comentarios y Análisis : 18
Puntos : 30382
Fecha de inscripción : 18/06/2008
Temas similares
» NO ES NO
» ENTRE PRESIDENTES
» FILMS Y DOCUMENTALES CUBANOS
» ENTRE HUEVAZOS Y HUEVONES
» El hambre entre las piernas.
» ENTRE PRESIDENTES
» FILMS Y DOCUMENTALES CUBANOS
» ENTRE HUEVAZOS Y HUEVONES
» El hambre entre las piernas.
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.