Pensando en Miami.
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Pensando en Miami.
La población de origen cubano en Miami y sus descendientes han protagonizado un experimento social interesante que no ha escapado al análisis de estudiosos de estos temas. Me resulta ilustrativo resaltar la evolución del exilio a lo largo de las cinco décadas de la tiranía castrista, con la consecuente influencia de cada oleada de emigrantes sobre la composición social de esta población asentada a apenas unos kilómetros de su añorada isla. Y me referiré a esto en primer lugar tras apreciar la tendencia evidente de denigrar a un exilio que mostrado con frecuencia como victimario, ha sido en su mayor parte víctima de la feroz dictadura que se mantiene hoy día en la isla.
Resulta muy fácil generalizar cuando el objetivo es denigrar, cuando la intención es desunir y promover fricciones dentro de una comunidad que ha impuesto de tal manera su ascentral cultura a la tierra de acogida que no hay ser en el planeta que no pronuncie Miami y le venga a la mente Cuba. Son parte una de la otra y es un hecho incuestionable, sencillamente es una población tan atacada y sitiada por los alabarderos del régimen tiránico que pasará a la historia como lo que es con todo derecho: un sitial de libertad erigido por los cubanos frente a las costas de su patria esclava. La libertad implica una apertura de derechos que puede resultar difícil de digerir por muchos pero forma parte del privilegio de la democracia y se debe aceptar aun cuando las intenciones no tengan otro propósito que denostar a una población que ahora más que nunca debe cobijarse en la unión como un bloque compacto porque será más atacada que nunca.
Hay que comprender de una vez que la unión del exilio es sencilla, no va más allá que limar las asperezas lógicas motivados por las diferencias generacionales pero se comparte una base común muy importante, el rechazo total a la dictadura que les ha hecho emigrar. La comunidad miamense no es anticubana como predican los libelos castristas, quizás los valores tradicionales, cívicos y religiosos se mantienen más frescos en este enclave que en la propia Cuba y de esta última afirmación no tengo duda alguna.
El exilio ha evolucionado a lo largo de su historia reciente y me refiero a partir de 1958. Entre los últimos días de 1958 y 1962 llegaron a Miami 248 070 cubanos, lo que dió en llamarse el exilio dorado por razones obvias. Familias provenientes en su mayoría de la capital cubana, con alto grado de escolarización y descontando a empresarios y familias adineradas, en su mayor parte eran personas habituadas a profesiones bien remuneradas que sentaron las bases del Miami actual. Por costumbre malintencionada se asocia a este cuarto de millón de personas con los aislados casos de criminales de la anterior dictadura que escaparon a los paredones de fusilamiento castristas, pero nada más lejos de la verdad. Quienes invocan este éxodo masivo inicial como un grupo de criminales en desbandada deben manejar cifras reales que serán fácilmente desvirtuadas por datos tales como el que dentro de este grupo arribaron a tierras floridanas 14 000 niños sin sus padres y sin familia alguna. Pocos pueblos han dado una muestra de amor filial de tal magnitud en la historia de la humanidad, 14 000 familias se desprendieron de sus hijos para enviarlos lejos de la incipiente tiranía que lidereaba Fidel Castro.
Es indudable que esta población inicial y sus descendientes difieren en criterios y posiciones ideológicas con respecto a otras generaciones de inmigrantes. Su educación, sus principios y añoranzas difieren con oleadas de emigrantes posteriores pero no tienen razón alguna para el conflicto cuando les ha unido una razón común, el odio al castrismo. Por ejemplo, el éxodo del Mariel fue acogido siendo capaz esta ciudad de romper una de las maniobras más macabras urdidas por Fidel Castro, la inclusión de población penal entre los emigrantes de forma arbitraria. Señalo algunas fuentes: ..."Cuando terminaron las investigaciones, estas arrojaron un primer saldo de 1.500 individuos subnormales o con problemas mentales; 1.600 alcohólicos, adictos a drogas, tuberculosos o con trastornos cardiovasculares, y 4 leprosos; pero lo más asombroso de todo era que 26.000 poseían expedientes carcelarios..." (García, 1996: 64), "...Todos ellos fueron internados en campamentos especiales, mientras se determinaba si se trataba realmente de criminales. Muchos fueron puestos en libertad, al comprobarse que su estancia en las cárceles cubanas obedecía a motivos políticos o a pequeños delitos, pero 1.769 —un 1,4 % del total— fueron enviados a cárceles federales. Por último, se decidió, sin demasiado éxito, devolver a Cuba a algo menos de mil delincuentes..." (Hoobler, 1996). Apesar de esto el exilio continuó manteniendo sus valores y no mermó en su habitual ayuda y asimilación del compatriota recién llegado. Es evidente que no hay otra comunidad cubana en el mundo que pueda vanagloriarse de tanta cubanía.
Más tarde, tras el Maleconazo de 1994 otro éxodo masivo llegó a esta ciudad con otros valores morales e ideológicos, que salvando los indudables casos de agentes castristas infiltrados, también reniegan de la dictadura castrista. Si el exilio fue evolucionando en composición social y valores, es indudable que a lo largo de cinco decenios la llegada continuada de huídos del castrismo le ha ido incorporando valores socioculturales que le han ido acercando paulatinamente al pensamiento del cubano de la isla, por tanto hablar de exilio viejo y nuevo es un absurdo, es una negación de la realidad o querer ocultar una verdad palpable, que Miami es un bastión de cubanos libres.
Algunos hablan de emigración económica para referirse a las últimas oleadas migratorias. Quien afirma esto está cometiendo un error filosófico de magnitud cataclismica, la política y la economía son indisolubles y por ende sus consecuencias también. Este término de emigrante económico en el caso cubano es otra maniobra castrista para paliar la vergonzosa imagen de una población que huye por cualquier medio posible de su fracaso como proyecto social. Los emigrantes son un termómetro lumínico de la ineficacia de los gobiernos y Miami es una pancarta mundial de la senectud de una tiranía que hoy exhala sus últimos suspiros en nuestra maltratada isla.
Insisto en que no hay exilio viejo o nuevo, más radical o menos, estamos preñados de errores como todo grupo social pero día a día tenemos que luchar por compactarnos, por unirnos, por ser una unidad, un frente compacto ante la tiranía castrista. De Miami somos todos los que vivimos fuera de Cuba sea cual sea nuestra residencia en el planeta y lo que si salta a la vista es que en la diversidad de criterios radica nuestra fuerza y nuestra verdad frente a la cacareada falsedad de la unanimidad castrista, engendradora de una doble moral que mina a los cubanos del insilio.
Hagamos uso de la libertad de expresión para llegar a puntos comunes, hagamos uso de la razón, pero hay que comprender que el único límite que se le puede colocar a la propia libertad de expresión es la injuria, el descalificativo poco honorable que se convierte en doble crimen cuando se ejerce entre hermanos.
Los de aquí y los de allá tenemos un único deber moral que no podemos eludir y al que deben supeditarse todos nuestros criterios y emociones: el fin de la tiranía que oprime a nuestra Cuba.
Un saludo a todos,
R. Muñoz
Resulta muy fácil generalizar cuando el objetivo es denigrar, cuando la intención es desunir y promover fricciones dentro de una comunidad que ha impuesto de tal manera su ascentral cultura a la tierra de acogida que no hay ser en el planeta que no pronuncie Miami y le venga a la mente Cuba. Son parte una de la otra y es un hecho incuestionable, sencillamente es una población tan atacada y sitiada por los alabarderos del régimen tiránico que pasará a la historia como lo que es con todo derecho: un sitial de libertad erigido por los cubanos frente a las costas de su patria esclava. La libertad implica una apertura de derechos que puede resultar difícil de digerir por muchos pero forma parte del privilegio de la democracia y se debe aceptar aun cuando las intenciones no tengan otro propósito que denostar a una población que ahora más que nunca debe cobijarse en la unión como un bloque compacto porque será más atacada que nunca.
Hay que comprender de una vez que la unión del exilio es sencilla, no va más allá que limar las asperezas lógicas motivados por las diferencias generacionales pero se comparte una base común muy importante, el rechazo total a la dictadura que les ha hecho emigrar. La comunidad miamense no es anticubana como predican los libelos castristas, quizás los valores tradicionales, cívicos y religiosos se mantienen más frescos en este enclave que en la propia Cuba y de esta última afirmación no tengo duda alguna.
El exilio ha evolucionado a lo largo de su historia reciente y me refiero a partir de 1958. Entre los últimos días de 1958 y 1962 llegaron a Miami 248 070 cubanos, lo que dió en llamarse el exilio dorado por razones obvias. Familias provenientes en su mayoría de la capital cubana, con alto grado de escolarización y descontando a empresarios y familias adineradas, en su mayor parte eran personas habituadas a profesiones bien remuneradas que sentaron las bases del Miami actual. Por costumbre malintencionada se asocia a este cuarto de millón de personas con los aislados casos de criminales de la anterior dictadura que escaparon a los paredones de fusilamiento castristas, pero nada más lejos de la verdad. Quienes invocan este éxodo masivo inicial como un grupo de criminales en desbandada deben manejar cifras reales que serán fácilmente desvirtuadas por datos tales como el que dentro de este grupo arribaron a tierras floridanas 14 000 niños sin sus padres y sin familia alguna. Pocos pueblos han dado una muestra de amor filial de tal magnitud en la historia de la humanidad, 14 000 familias se desprendieron de sus hijos para enviarlos lejos de la incipiente tiranía que lidereaba Fidel Castro.
Es indudable que esta población inicial y sus descendientes difieren en criterios y posiciones ideológicas con respecto a otras generaciones de inmigrantes. Su educación, sus principios y añoranzas difieren con oleadas de emigrantes posteriores pero no tienen razón alguna para el conflicto cuando les ha unido una razón común, el odio al castrismo. Por ejemplo, el éxodo del Mariel fue acogido siendo capaz esta ciudad de romper una de las maniobras más macabras urdidas por Fidel Castro, la inclusión de población penal entre los emigrantes de forma arbitraria. Señalo algunas fuentes: ..."Cuando terminaron las investigaciones, estas arrojaron un primer saldo de 1.500 individuos subnormales o con problemas mentales; 1.600 alcohólicos, adictos a drogas, tuberculosos o con trastornos cardiovasculares, y 4 leprosos; pero lo más asombroso de todo era que 26.000 poseían expedientes carcelarios..." (García, 1996: 64), "...Todos ellos fueron internados en campamentos especiales, mientras se determinaba si se trataba realmente de criminales. Muchos fueron puestos en libertad, al comprobarse que su estancia en las cárceles cubanas obedecía a motivos políticos o a pequeños delitos, pero 1.769 —un 1,4 % del total— fueron enviados a cárceles federales. Por último, se decidió, sin demasiado éxito, devolver a Cuba a algo menos de mil delincuentes..." (Hoobler, 1996). Apesar de esto el exilio continuó manteniendo sus valores y no mermó en su habitual ayuda y asimilación del compatriota recién llegado. Es evidente que no hay otra comunidad cubana en el mundo que pueda vanagloriarse de tanta cubanía.
Más tarde, tras el Maleconazo de 1994 otro éxodo masivo llegó a esta ciudad con otros valores morales e ideológicos, que salvando los indudables casos de agentes castristas infiltrados, también reniegan de la dictadura castrista. Si el exilio fue evolucionando en composición social y valores, es indudable que a lo largo de cinco decenios la llegada continuada de huídos del castrismo le ha ido incorporando valores socioculturales que le han ido acercando paulatinamente al pensamiento del cubano de la isla, por tanto hablar de exilio viejo y nuevo es un absurdo, es una negación de la realidad o querer ocultar una verdad palpable, que Miami es un bastión de cubanos libres.
Algunos hablan de emigración económica para referirse a las últimas oleadas migratorias. Quien afirma esto está cometiendo un error filosófico de magnitud cataclismica, la política y la economía son indisolubles y por ende sus consecuencias también. Este término de emigrante económico en el caso cubano es otra maniobra castrista para paliar la vergonzosa imagen de una población que huye por cualquier medio posible de su fracaso como proyecto social. Los emigrantes son un termómetro lumínico de la ineficacia de los gobiernos y Miami es una pancarta mundial de la senectud de una tiranía que hoy exhala sus últimos suspiros en nuestra maltratada isla.
Insisto en que no hay exilio viejo o nuevo, más radical o menos, estamos preñados de errores como todo grupo social pero día a día tenemos que luchar por compactarnos, por unirnos, por ser una unidad, un frente compacto ante la tiranía castrista. De Miami somos todos los que vivimos fuera de Cuba sea cual sea nuestra residencia en el planeta y lo que si salta a la vista es que en la diversidad de criterios radica nuestra fuerza y nuestra verdad frente a la cacareada falsedad de la unanimidad castrista, engendradora de una doble moral que mina a los cubanos del insilio.
Hagamos uso de la libertad de expresión para llegar a puntos comunes, hagamos uso de la razón, pero hay que comprender que el único límite que se le puede colocar a la propia libertad de expresión es la injuria, el descalificativo poco honorable que se convierte en doble crimen cuando se ejerce entre hermanos.
Los de aquí y los de allá tenemos un único deber moral que no podemos eludir y al que deben supeditarse todos nuestros criterios y emociones: el fin de la tiranía que oprime a nuestra Cuba.
Un saludo a todos,
R. Muñoz
Patrio- Ganador por Votación del Foro al Premio Golden Post por Mejor Articulo Original
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Re: Pensando en Miami.
Resulta muy fácil generalizar cuando el objetivo es denigrar, cuando la intención es desunir y promover fricciones dentro de una comunidad que ha impuesto de tal manera su ascentral cultura a la tierra de acogida que no hay ser en el planeta que no pronuncie Miami y le venga a la mente Cuba
Excelente escrito Patrio. Muy bueno. Pienso que el tema de Miami y sobre todo de "los cubanos en Miami" esta lleno de estereotipos pero hay que pensar en cuestiones de raiz: el legado cultural, historico, el aporte y la contribucion economica de un exilio trabajador con valores, gente con iniciativa y mucho valor que levanto a esa ciudad aunque a muchos le cueste decirlo. Hablamos de un exilio cubano en el Sur de la Florida que antecede a 1959 por varios siglos.
A los amargados que se den un viaje a Miami, eso cambia perspectivas. Una ciudad muy linda, cre crece demograficamente en un 300% y mas - desde hace 1 decada disputada tambien masivamente por Colombianos que escapan de su pais por la situacion de violencia.
En un final, es una ciudad donde convive el que fue Castrista con el que fue Anticastrista y a pesar de haber de por medio la polarizacion politica que motiva todo sistema como el cubano en la mente de muchos, hay por otro un hilo comun de tolerancia que permite convivir personas de tan variadas tendencias politicas.
Saludos,
El Compañero- Admin/Fundador de Cuba Debate
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