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HISTORIA DE LA MEDICINA EN CUBA: EVOLUCION Y USO DE LA ANESTESIA QUIRURGICA PARTE I

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Mensaje por El Compañero Sáb Jun 28, 2008 11:32 am

HISTORIA Y EVOLUCION DEL USO DE LA ANESTESIA QUIRURGICA EN CUBA * PARTE I
Por el Dr. José López Sánchez


INTRODUCCION

Un descubrimiento es la culminación de un proceso que se gesta en el devenir del tiempo, al que se le incorporan los elementos cada vez más perfeccionados que proporcionan el desarrollo de la sociedad humana. Cuando se revela da la impre­sión que brota espontáneamente como si fuera el producto único y exclusivo de la mente del hombre. El secreto arrancado a la naturaleza por sorpresa. De ahí lo valedero de la frase de Francis Bacón "mientras no ha llegado a conseguirse una cosa, la gente se sorprende si se le dice que es posible; pero en cuanto se ha obtenido, se admira de que nadie haya pensado antes en ella". Esto afirma que el hombre se resiste a admitir que todo lo que ve, toca o sueña, pueda cambiar o realizarse, pero que cuando el cambio se verifica o el sueño se hace realidad, lo acepta como si siempre lo hubiera estado esperando, como si estuviera seguro de que iba a produ­cirse. Y esto ocurre porque el hombre consciente o inconscientemente sabe que toda la vida, toda la sociedad, es un permanente cambio, que a unas formas suceden otras, en saltos bruscos, como cuando germina de la semilla la planta o surge el dolor en el hombre en su lucha por la vida.

Por siglos la humanidad ha tratado, y trata aún, de aliviar sus sufrimientos tanto los que se engendran en lo biológico como en lo social a través de transformaciones; descubrimientos, que impulsa por la plasmación de las fuerzas históricas y sociales que le sirven de base. Estas transformaciones o descubrimientos se pro­ducen siempre como resultado de un salto de lo cuantitativo a lo cualitativo, y llevan en sí el germen de un nuevo y superior descubrimiento.

El dolor en lo biológico, como la miseria en lo social, son atributos de infelicidad, y la meta ambiciosa del hombre es vencerlos Y lo alcanzará. La humanidad en este último contenido ha conquistado más victorias sobre la naturaleza que los cientos de miles de años que nos separan del comienzo de la historia y los próximos cien años harán que estos triunfos de hoy parezcan ínfimos. Es el destino histórico avanzar siempre y cada día más de prisa, en pos del bienestar del género humano.

Entre los grandes y muy notables descubrimientos producidos en este último centenio, debemos contar con el uso de la anestesia quirúrgica no sólo por lo que ha significado para el progreso de la Medicina, la ciencia que vela por la salud del individuo y persigue, su felicidad por la erradicación de la enfermedad, sino por lo que ha servido como ejemplo de lo que es capaz el espíritu creador del hombre, pues considerada como una utopía hasta la víspera de su descubrimiento, fue aceptada de inmediato universalmente, habiendo impreso indeleblemente su huella en la Ciencia por lo que de humanidad ha representado en la lucha contra el dolor, por lo que de esclarecimiento ha servido para la interpretación de los fenómenos de la vida, por lo que de impulso ha prestado para una concepción más real y material de los profundos y complejos problemas de la actividad del cerebro humano.

La anestesia humaniza la ciencia médica

Hace cien años, en la mañana del viernes 16 de Octubre de 1846, minutos después de las 10, en el Massachussets General Hospital se hizo la primera demostración de uno de 105 más gloriosos hallazgos de la ciencia. Se suprimió el dolor en las operaciones quirúrgicas. La cirugía practicada como recurso para aliviar, desgarraba -contradicción angustiosa- en gritos dolorosos los oídos de quienes buscaban con el bisturí suprimir el dolor. La tortura, el espanto y el horror se abrían a la mirada ansiosa de quien pretendía abolir el dolor por la cirugía. Cuando esa mañana el Dr. ]. C. Warren incindió un tumor en el paciente que había sido anestesiado por Morton y el grito dejó de oírse, se había salvado una gran contradicción, se había conseguido la síntesis y la cirugía adquiría su verdadera significación se convertía en un arma eficaz de lucha contra el dolor.

El descubrimiento del uso de la anestesia quirúrgica tiene en cirugía un valor mucho más alto que haber suprimido el dolor. Esto fue su consecuencia inmediata. Sirvió fundamentalmente para transformar el arte quirúrgico elevándolo a la cate­goría de ciencia, e imprimiendo a la Medicina un sentido más profundamente técnico. La anestesia permitió al cirujano intervenir durante más tiempo sobre el cuerpo humano y llegar a vísceras nobles, creando así mayores necesidades en la técnica y en los instrumentos, que tuvieron que hacerse más precisos, pero también más complicados. De esta manera la Medicina plantea ante la industria exigencias cada vez mayores, y a su vez sufre la transformación que ésta le impone, provocando así la más grande revolución que en ella se ha operado: la creación de los medios auxilia­res de diagnóstico, mecánicos, físicos y químicos. En estos últimos años la Medicina ha marchado paralelamente a los progresos de la industria y muy especialmente de la química, la óptica y la electricidad.

De otra parte, el grado de progreso alcanzado por la sociedad a mediados del Siglo XIX, en lo económico y en lo social, y por ende, en lo filosófico y científico, establecen las condiciones óptimas para que el descubrimiento se produjese. La química había puesto a disposición del hombre una gran cantidad de sustancias que podían producir la anestesia. El médico había ahondado en los conocimientos sobre anatomía, fisiología y patología. La sociedad requería más urgentemente conservar la vida del hombre. El industrialismo reemplazaba la habilidad manual por el dominio de la técnica de la máquina. Y todo se enlazaba en una concepción filosófica menos mística y más humana.

Con la anestesia desapareció la cirugía rápida, aquella que era esclava del tiempo, disociaba la mano del cerebro y que adornaba al cirujano con los atributos de habilidad, rudeza y precisión y las sustituyó por una ciencia que quien la practica domina el tiempo, conjuga la hábil precisión de su mano con el dictado de su mente y mientras opera piensa en las necesidades, corrige los defectos y comprueba teorías o interpreta nuevos hechos. Así este cirujano que nació después de 1846 tuvo necesidad de contener la hemorragia e introdujo con Jules Peon la hemostasia provisional por forcipresión. Se sintió capaz e inauguró la época de los prodigios de las grandes intervenciones abdominales, para que Joseph Lister se esculpiera una estatua de oro desterrando de las salas de los hospitales la podredumbre séptica aplicando el genial descubrimiento de Pasteur.

Cien años después de su descubrimiento todas las predicciones se han cumplido, todas las esperanzas que hiciera concebir se han verificado y la justicia que se exi­gía para aquél que quemó su vida en una cruenta lucha por su derecho de genio, se ha conseguido. Las cortinas de la envidia, la incomprensión y las intrigas políticas y científicas se han rasgado y aparece solo, circundado por la gratitud humana y el reconocimiento de lo que ha significado en el progreso de las ciencias médicas su descubrimiento trascendente: William Thomas Creen Morton.

Las frases lapidarias inscriptas en el monumento que los ciudadanos de Boston erigieran en el cementerio de Mount Auburn, a la inmortalidad de su memoria, se han repetido en todos los países del mundo, con palabras distintas pero con igual sentido. Antes de él, la cirugía era un tormento y nos trae el recuerdo de los con­sejos que Francisco Xavier de Córdova ofreciera a sus alumnos, los primeros que iban a profesar un curso de cirugía en nuestro país, que tuvieran un fondo de caridad inagotable para suavizar las muchas penas que deben sufrir los enfermos de que se van a hacer cargo, desterrando toda idea de crueldad que a nadie conviene menos que al cirujano; adornándose en su lugar de la mayor compasión de las amarguras que se padecen en las enfermedades quirúrgicas.

Desde él, la ciencia ha dominado el dolor. La cirugía le debe la nobleza de su humanismo y jamás hubiera podido ensanchar sus límites sin este poderoso recur­so, jamás hubiera podido realizar los prodigios que hoy efectúa y nunca hubiera logrado convertirse en un eficaz método terapéutico contra el dolor del hombre: la enfermedad. Entre, nosotros lo ha dicho Enrique Núñez con estas palabras: La anestesia suprimiendo el dolor, la hemostasia, provisional, impidiendo la pérdida inútil de sangre y la asepsia y antisepsia, evitando la infección y la muerte, han dotado a la cirugía moderna de una belleza excepcional cualidad atractiva que en todos los tiempos y en todos los países ha conservado su omnipotencia y ante la que se prosterna el género, humano como eterna soberana como ídolo sublime.
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